Revista Psicología

El Síndrome del Ejecutivo (Parte II)

Por Centro Psiconet

Hace unas semanas dimos visibilidad al malestar que algunas personas desarrollan cuando salen de su puesto de trabajo, incapaces de colgar la corbata y el maletín cuando llegan a casa.

El workaholism

Es probable que este término no sea un desconocido, ya que en los últimos años se ha puesto de moda a pesar de que su origen data de los años 70 (de la mano de Wayne E. Oates), uniendo los conceptos ‘trabajo’ y ‘alcoholismo’ para dar intensidad y hacer evidente su significado: adicción al trabajo.

Lo llamemos adicción al trabajo, síndrome del ejecutivo o workaholism, en lo que coinciden los expertos es que aún no se han establecido causas suficientemente determinantes que expliquen por qué una persona tiene más facilidad que otra para desarrollar este trabajo a jornada ultra-completa.

Hablaremos entonces de algunos factores que ayudarían a explicarlo:

  • Variables psicológicas:

 Estudios de 2016 descubrieron que aquellos adultos con síntomas obsesivos, de depresión, ansiedad o TDAH tienen una mayor probabilidad de trabajar fuera de la jornada laboral sin tener motivo.

  • Una situación personal complicada:

 O lo que es lo mismo, refugiarse en el trabajo para compensar aquello que no va bien en casa o con nosotros mismos.

Hacer horas extra para llegar con el tiempo justo para cenar y dormir (y así quizás no discutir con quien nos espera en casa), ocupar la mente con tareas absorbentes para no pensar en un problema personal que nos duele tanto que no sabemos ni por dónde comenzar a gestionarlo…

  • Variables sociales:

Estamos acostumbrados a llevar una rutina frenética, en la que levantarnos diez minutos más tarde o perder ese metro puede marcar literalmente la diferencia entre llegar o no a tiempo a nuestro destino. Esto, sumado a los años de crisis económica han fomentado crear un sistema de trabajo más competitivo, haciendo que algunas personas se dejen llevar también por la ambición o la creencia de que su valía personal se mide exclusivamente por lo bueno que es en el trabajo.

Otras veces puede no tratarse de un afán de perfeccionismo, sino simplemente de la convención social que impera en muchas empresas: que esté mal visto salir a tu hora o antes que tu jefe, a pesar de haber finalizado tus tareas. Esta es una de las razones que facilita la aparición del síndrome Burnout (“estar quemado”) del cual ya hablamos en este blog hace un tiempo.

Como hemos visto, son diversas las razones que pueden llevarnos a sufrir por trabajar, ya que dependen de muchas variables dentro de cada persona… Lo que sí tenemos claro es que no por trabajar más vamos a trabajar mejor.

Dejarnos llevar por extremos (en cuanto a pensamientos, emociones u objetivos) no va a hacer que rindamos al 200% de nuestra capacidad sino todo lo contrario, nos lleva al bloqueo y a sufrir las consecuencias que tanto temíamos.

¿Y cómo podemos devolver el equilibrio a este aspecto de nuestra vida? Lo veremos en el próximo artículo sobre este tema.


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