Revista Expatriados

El talibán falso

Por Tiburciosamsa


Ya sé porqué la guerra en Afghanistán no avanza: si no sabemos distinguir un talibán verdadero de uno falso cuando lo tenemos en la mesa enfrente de nosotros, ¿cómo vamos a distinguirlos en el campo de batalla? Esto también podría explicar el porqué de tantas bajas civiles. Uno ya empieza a sospechar que a los soldados les dan las siguientes instrucciones: “En cuanto veas a un tipo con barba, dispara, que seguro que es talibán.” Da lo mismo que lo de la barba pueda aplicarse a cualquier afghano de más de quince años y a algunas afghanas.
Todo empezó cuando los servicios de inteligencia británicos del MI6 creyeron que habían contactado con Mullah Akhtar Mohammad Mansour, que fue Ministro de Aviación Civil en el régimen talibán y quien se cree que es el número dos del líder talibán, el Mullah Omar. Los servicios de inteligencia norteamericanos aparentemente dieron por bueno el caso. Se le pagaron hasta 200.000 dólares y se le llevó en aviones oficiales a reuniones en Kabul desde Pakistán. La revista “Newsweek” llegó a informar que la coalición estaba negociando en secreto con altos líderes talibanes. Los talibanes lo negaron y dijeron que era pura propaganda. Muchos pensaron entonces que esas declaraciones mostraban que había fisuras en el liderazgo talibán, entre quienes querían negociar y los que no. Ahora ha resultado que los líderes talibanes decían la verdad: el supuesto Mullah Akhtar Mohammad Mansour no era tal. Según unos es un modesto tendero de Quetta, para otros un líder menor de los talibanes, para unos terceros un vulgar impostor y para todos un hijoputa que ha dejado a los servicios de inteligencia occidentales a la altura del betún.
Dicen que la victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana. Algo de eso hay, porque ahora resulta que eran legión los que se maliciaban que era un impostor. El Presidente Karzai ha negado que le hubiera recibido en su palacio. La CIA ha dicho que recibió con escepticismo la información del MI6 de que estaba en tratos con un alto líder talibán. El General Petraeus es otro que ha dicho que no le sorprende que fuera un impostor y que él estuvo escéptico todo el tiempo. Hasta los británicos han reducido su papel. Fuentes de su Gobierno dicen que fue el servicio de seguridad afghano el que les presentó al impostor y que ellos se limitaron a facilitar las negociaciones entre los propios afghanos. Puestos a negar, los británicos niegan también que ellos le hubiesen pagado. Dicen que fueron los afghanos y que la cantidad fue mucho menos que los 200.000 dólares publicados en la prensa.
El ex-representante de EEUU en Kandahar, Bill Harris, ha echado un cable a los británicos. Ha dicho que no todo es culpa de los británicos, que una cagada de este calibre requiere mucho trabajo en equipo.
Ahora la cuestión está en determinar si hace ocho años no nos la metió doblada otro impostor, que nos dijo que era la pera limonera, nos lo creímos y lo encumbramos hasta convertirle en Presidente de Afghanistán.


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