Revista Cine

El todo vale no me vale

Por Francescbon @francescbon
EL TODO VALE NO ME VALESostengo una enconada disputa a través de Twitter con Alex Azkona, para solaz de Mónica Basterrechea, que no entiende nada. Como si hubiera algo que pudiera entenderse en ese desconcertante mundo que es Twitter, donde la limitación de los 140 caracteres y el uso constante de links y de expresiones incomprensibles nos deja con la constante sensación de desasosiego, de llegar a media película.Bueno, lo de enconada y lo de disputa es muy relativo. Pues no tengo ni pa' empezar, que seguro que dos años en Zaragoza han debilitado mucho al hombre este. Pero voy a explicarme.El desafio independentista (como solía llamar el periódico filo-fascista La Razón) empieza a generar un star-system que, creo que legítimamente, me suscita en algunos casos dudas muy serias. En todos los sentidos, en todas las direcciones. Individuos pertenecientes a entornos sospechosos como Risto Mejide aclaran y proclaman cierto ideario que nos sorprende. Jugándose que sus palabras sean interpretadas en forma sesgada por la cada vez más nutrida y atrincherada caverna mediática. Y también surgen arribistas. El oportunismo da frutos a corto plazo, y siempre está aquello de, si el viento gira hacia otro lado, atribuir a malas interpretaciones o a tergiversación, y volver al estado inicial.Pues bien: Dyango es uno de esos casos.Creo que el tipo quiso homenajear a Django Reinhardt con su nombre. Que usara la "y" en vez de la "j" no debería ir más allá de que, en la España cañí en que surgió, la "j" tras la D representara un esfuerzo extra de pronunciación que el hombre, considerado él, decidió ahorrar a sus, esperaba, numerosos fans.Dyango era un mero cantantucho de canción melódica como los había a patadas. Me ahorro someter a mi memoria al agotador y doloroso proceso de recordarlos. Muchísimos tipejos que iban de galanes, de guaperas, de caballeretes. Mirad la portada que (sic) adorna este post. El foulard y la florecita en la solapa. Qué pedazo de hostia tiene el muchacho. La sonrisa seductora, la mirada a cámara y el pelaco. Esa especie de mule de palmero que ha conservado hasta la actualidad a fuerza de tintes y esfuerzos titánicos de peluqueros de las estrellas. Problema de Dyango era que muy guapo no era, pero entre que era alto (y cantaba con una pose como inclinada hacia el micro) y que tenía un aspecto no tan juvenil, pues supongo que tuvo su período de triunfo. Me la sudan sus canciones. Hasta un punto que no os podéis ni imaginar. Para mi la canción melódica, la enfocada a la excitación de cierto sentimiento de manera forzada, me parece nauseabunda. Infecta. Y Dyango era eso. Su voz era peculiar, sí. Empujada, tendente a ese exceso que debe ser aplaudido por el publiquillo de turno como si fuera un gran alarde técnico.Bien: ahora Dyango relanza su carrera proclamando su independentismo y empieza a salir en los conciertos aportando sus gorgoritos a la media docenita justa de clásicos de que disponemos, reciclando (tiempos mandan) las chaquetas pero sustituyendo los pantalones por jeans. El foulard igual se lo pone de otra manera para que no se vea que es el mismo que se ponía en deprimentes galas en locales de la calle Tuset de los años 70, de esas de las que debía salir de la manita de alguna timorata émula de groupie con mucho miedo de que el hombre quisiera cargar su peso contra ella. Pero como sale en el Concert per la Llibertat cantando la cancioncilla de los Sau hay que reirle la gracia y hay que promocionar su trabajo y esperar que saque su disco y llenarle los bolsillos a base de galas con pedigrí indepe. Pues no. Por ahí no paso: sumarse a una causa con la que coincido (en su esqueleto básico: no quiero seguir perteneciendo a un país que otorga mayorías absolutas a partidos que no condenan el franquismo), no es suficiente para que yo me rinda a los pies de nadie. Dyango es el paradigma de la decadencia artística aprovechona, del nulo talento que se bate en retirada y de esa táctica tan punk (mirad, repito, la portada del infecto disco que acompaño a este post y piensen qué coño hay de punk aquí) de sacar dinero del caos. Anda chaval, vuelve al bingo de barrio en el que cantabas las tardes de los lunes. Pero no nos pringues con tu oportunismo, porque a algunos ya los has enredado y con héroes como tú, apañados estamos.

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