Revista Cultura y Ocio
En homenaje a Andrés Iniesta, que hoy lo juega, 06.05.18
El fútbol sin pasión no es casi nada, igual que casi todo. No hay partido
que merezca la pena si el pitido
final no pone fin (también) a la jugada
del nervio a flor de piel, al fiel latido
del corazón vibrante que, en la grada
o en el sillón, no encuentra más coartada
que la victoria: el reino prometido. Pero, frente al furor enrabietado
que sólo ama un color y odia al rival,
se alza el fervor del juego como fiesta. Ni culé ni merengue, he cultivado,
siempre al filo de la pasión neutral,
una emoción llamada Andrés Iniesta.