Revista Expatriados

El último de Filipinas

Por Tiburciosamsa
Si hay algo que merezca la denominación de “el ultimo de Filipinas”, ése es el chabacano.
El chabacano es un idioma criollo del español. Existieron tres variedades principales: la de Ermita, la de Cavite y la de Zamboanga. La de Ermita más que desaparecer, fue asesinada en la II Guerra Mundial. El inglés ya la había herido y en la liberación de Manila la mayor parte de sus hablantes, concentrados en el barrio manileño de Ermita, perecieron.
El caviteño está herido de muerte. Las cifras más repetidas dicen que el número de hablantes que tiene son 40.000, la mayor parte de edad, y que no lo están pasando a sus descendientes. Pienso que esas cifras, repetidas en varios sitios de internet pecan de optimistas. Cuando he estado en Cavite y alrededores nunca he oído hablar en chabacano caviteño y sólo en alguna muy rara ocasión he visto algún cartel escrito en ese idioma. El caviteño ha adoptado muchas palabras y estructuras del tagalog, lo que puede ser el primer paso hacia su extinción definitiva. Los idiomas en trance de extinción en su última etapa adoptan muchas palabras de las lenguas circundantes. Cada vez menos hablados y peor transmitidos a las siguientes generaciones, los hablantes, que ya suelen ser bilingües, en cuanto dudan en una palabra utilizan la del idioma que utilizan más habitualmente y así las palabras originales del idioma van siendo reemplazadas.
El blog www.hablachabacano.blogspot.com que habla sobre el chabacano y cosas de Cavite, trae el siguiente ejemplo de conversación en caviteño:
“Num. 1: Ay, que bonito ya pala aqui. Como Baywalk na Roxas Boulevard. Mira tu quesi manga luz, el manga lamppost! Como na Manila!
Num 2: E, cuanto pedaso lang esi. Cunta tu. Cuatro lang. O pero tiene pa aqui na park. Num. 1: Nuevo lang esi, nuay pa ung mes. Bueno naman, at least tiene dondi pwede pasya mga Caviteño. Y tiene pa como paseo.
Num. 2: Hay naku, di quel Huwebes, bahang baha aqui. Akala yo baha del aguasero, aquel pala baha del aplaya. High tide kasi. Nuay ma ora. Secung seco ya.”
La verdad es que se entiende bastante poco.
El chabacano que goza de mejor salud es el de Zamboanga, aunque tampoco hay que tirar cohetes. En los últimos años ha incorporado muchas palabras del inglés, el tagalog y el bisaya, lo que es preocupante.
Zamboanga fue durante muchísimos años una plaza militar. En ella se dieron las condiciones ideales para la emergencia de un idioma criollo: dos comunidades que hablan idiomas distintos y que necesitan una mínima comunicación para cosas tan básicas como comprar y vender, preguntar direcciones o decir “te quiero echar un quiqui”. Podemos imaginarnos a los soldados españoles, que no serían ningunos dechados de cultura, casándose con mujeres locales, que tampoco destacarían por sus conocimientos de poesía homérica. En casa hablarían lo que pudieran, mezclando el español del madre con el visaya de la madre y ése es el idioma que aprenderían los hijos.
El zamboangueño tiene, o tenía, muchísimas palabras del español. Su gramática, en cambio, está muy simplificada y ha tomado prestados rasgos de los idiomas filipinos. Filipino es, por ejemplo, el orden habitual de la frase: verbo + sujeto + objeto. El verbo está simplificado al máximo. Sólo tiene una forma que es la de la tercera persona del singular (p.ej. “anda” significa andar, ir). El verbo tiene tres tiempos: 1) Pasado: “ya anda”; 2) Presente: “Ta anda” (“ta” viene de está); 3) Futuro: “Ay anda” (pienso que el “ay” viene de una partícula tagala que en ocasiones se coloca entre el sujeto y el verbo). Es curioso que otros idiomas criollos de base francesa y portuguesa en América y África han adoptado estructuras verbales muy similares a las del chabacano. Han eliminado toda complejidad y se han quedado con tres tiempos, que expresan de manera analítica y no sintética.
Los nombres sólo tienen un artículo, “el”, aunque ocasionalmente algunos pueden utilizar el artículo femenino. No distingue en principio entre femenino y masculino, así Caperucita Roja sería “Kaperusita Colorao”. No obstante algunas palabras, sobre todo las referidas a personas, tienen forma masculina y femenina: “el maestro” y “el maestra”. El plural se hace a la tagala: el nombre va precedido por la partícula “mana” o “maga” (del tagalog mga, pronunciado “manga”). Así los maestros es “el mana maestro”.
Algunas palabras del chabacano que me han hecho gracia: “Deberas” = verdadero; “queda malo” = pudrirse; “ancina” = así; “gumita” = vomitar; “muertoy ambre” = egoísta; “man junto” = acompañar; “cerca ya” = casi; “ma-aire” = ventilado (es una combinación de la palabra filipina “may” que significa “haber” o “tener” y la palabra española “aire”); “sin camisa sin calson” = desnudo (me encanta lo expresivo que es); “nuay acepta” = rehusar; “perde el gana” = desanimarse; “anda ya yo” = adiós; “golpe-golpe” = pelea; “el con todo” = el más grande, el mayor; “trambulicao” = complicado (pronunciándolo “trambulicao” parece más complicado todavía); “amulao” = agudo; “alajas” = joya; “cosa quiere decir” = significado; “nuay lastima” = cruel; “enbuenamente” = limpio, arreglado; “duro cabeza” = obstinado.
Con la ayuda de un diccionario y un resumen de gramática del chabacano he probado a escribir un chiste en este idioma:
“Ya anda Kaperusita Colorao na el buug. Ya mira el lobo con Kaperusita. Ya pregunta el lobo: “Donde ta anda uste, Kaperusita?” Ya contesta Kaperusita: “Ay laba yo kiki di-mio na el rio.” Extrañao ya abla el lobo: “Paquemodo ya cambia el cuento.”

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