Edición: Montena, junio de 2011, 17 €
Puede que Alice-Elayne sueñe con los hombres lobo que protagonizan los libros de romance paranormal que lee, pero cuando su padre la sumerge en una historia familiar llena de criaturas prodigiosas, no da crédito a lo que oye. Desde su Nueva York natal, esta quinceañera atravesará los cientos de hilos que separan la realidad de la fantasía a través de un magnífico tapiz que contiene una exigente promesa. Goloth es adonde viajará, un lugar en el que existen criaturas fantásticas de toda clase. Ayudada por grifos, mantícoras y el sabio, poderoso y anciano unicornio Moonspill, deberá enfrentarse al animal más peligroso de todos, el ser humano, y de paso intentar salir airosa de un triángulo amoroso entre un rey, un rebelde y ella.
Nos encontramos ante una obrita de trama ligera aderezada por una introducción, un desarrollo y un desenlace perfectamente definidos; además, teniendo en cuenta el complejo factor de los viajes entre un mundo y otro, hay que decir que Humphreys se maneja bien en los cambios de tiempo y plano. Por otra parte, no deja de resultar curioso que el elemento que haga avanzar la acción sea un libro. De la protagonista se pueden decir muchas cosas, pero me quedo con que es una chica de hoy en día con los pies bien plantados en el suelo que sabe que ha de sacarse las castañas del fuego ella solita y experimenta reacciones coherentes sin dejarse llevar por el pánico. La verdad es que se agradece ver de vez en cuando un personaje femenino que no anda en constante búsqueda de un príncipe azul que le resuelva sus problemas. Sin duda Alice-Elayne está excelentemente retratada. Eso sí, el autor no libra a su obra del habitual triángulo amoroso, en esta ocasión entre la protagonista, el rey Leo y un rebelde, Marc; si bien esta historia de tres sirve en realidad para descubrir el carácter de los dos jóvenes a través de la perspectiva de Elayne.
Cambiando de tercio, resultan muy interesantes las intervenciones de los animales, como las mantícoras, los grifos o las serpientes, ya que todas estas criaturas cuentan con voz y voto en la acción que se desarrolla. Por ejemplo, las serpientes aportan una buena dosis de humor al libro gracias a sus confusiones lingüísticas y apariciones escatológicas, y ejercen a la perfección el papel del bufón que sabe más de lo que aparenta. Harina de otro costal es la relación del unicornio (Moonspill) con la protagonista, bastante escasa y un tanto forzada; cosa que, por otro lado, no entiendo, dado que si nos guiamos por el título de la obra, el unicornio debería ser mucho más protagonista de lo que es. Además, aunque los actos del animal resultan importantes para hacer avanzar la historia, se nos priva del conocimiento de su verdadero carácter, impidiendo así que sintamos una conexión especial con él.Por todo lo anterior y más, El último unicornio es un relato breve, entretenido y fácil de leer que no pasará a los anales de la literatura juvenil pero que consigue convertirse en una lectura de lo más placentera.