“Con Facebook, Twitter y los blogs a nuestro favor, habríamos atrapado a más ciudadanos insurrectos, y los compatriotas derechos y humanos nos habrían ayudado a combatir la subversión”.
Porque el pasado es inmodificable y “lo hecho hecho está”, algunos compatriotas reprobarán el intento de trasladar el contexto tecnológico actual a nuestro pasado reciente. Sin embargo, el ejercicio ficcional ayuda a canalizar la indignación que provoca el uso de blogs y redes sociales para denunciar la supuesta condición dictatorial del gobierno nacional.
Retrotraigámonos entonces a la Argentina de 1976-1983 e imaginémosla suscripta al ciberespacio que conocemos hoy. Difícilmente la resistencia al Proceso de Reorganización Nacional habría utilizado Internet como medio de comunicación y difusión por temor a la capacidad delatora de los datos técnicos de conexión.
Antes de seguir, volvamos a nuestro presente y repasemos las declaraciones de Julian Assange en esta entrevista concedida a Página/12. “La tecnología casi nunca es neutral -asegura el fundador de Wikileaks- y cada individuo es conocido por el Estado (…) y puede ser rastreado con exactitud, como resultado de las comunicaciones… En una filtración que hicimos a principios de año, mostramos que unas 175 agencias de Inteligencia les proveen equipos espía a diferentes gobiernos para intercepciones masivas en Internet”.
Sobre Facebook, Assange opina: “pienso que es algo abominable y extremadamente peligroso. Es gente poniendo literalmente millones de horas de trabajo gratuito al servicio de la CIA. Metiendo a todos su amigos y parientes en una base de datos centralizada para que sea accesible para las agencias estadounidenses. No estoy diciendo que Facebook sea la CIA, estoy diciendo que es prácticamente la CIA porque le da acceso al material”.
“Si sos un activista y estás alineado con los Estados Unidos, está todo bien. Si no, entonces tenés un problema”… Regresemos a nuestro pasado reciente con esta afirmación en mente: tendremos que descartar la idea peregrina de una agencia ANCLA convertida en blog: por lo que explica el refugiado Julian, Rodolfo Walsh no habría confiado en WordPress y Blogspot; por razones obvias tampoco habría podido contratar un servicio pago.
Concentrémonos en los años 1976-1978 e imaginemos el uso de muros facebookianos para replicar fotomontajes con un Jorge Rafael Videla lookeado como Adolf Hitler, o extractos de declaraciones goebbelianas (en alusión a las mentiras del gobierno de facto, a la complicidad de ciertos sectores de la sociedad con el terrorismo de Estado, al funcionamiento de centros de detención y tortura clandestinos) o convocatorias a marchas opositoras. Imaginemos indignadas cartas bloggers como ésta.
Gracias a Internet (y a la colaboración de las agencias de Inteligencia involucradas), la junta militar habría detectado con eficacia binaria a los ciudadanos díscolos. Seguro habría ampliado la definición de “delito informático” para que las fuerzas de seguridad especializadas pudieran perseguir a los difusores de la entonces llamada “campaña antiargentina“.
En este punto cabe preguntar si los compatriotas que hoy replican fotomontajes de la Presidenta de la Nación como Hitler o máximas de Joseph Goebbels en alusión a la propaganda K habrían adherido a esta suerte de militancia 2.0 durante el Proceso. Seguro somos víctimas de una mirada prejuiciosa quienes aventuramos un convencidísimo “no”.
Aún fusionando nuestro pasado con las TICs de última generación, cuesta imaginar una versión autóctona y avant-la-lettre de la primavera árabe durante la dictadura cívico-militar. En cambio sí podemos ver cuentas de Facebook, Twitter, Google+, WordPress, Blogspot abocadas a replicar consignas sobre nuestra condición derecha y humana, y sobre nuestra pertenencia a la impoluta civilización occidental y cristiana.
Quizás quienes hoy denuncian la tiranía kirchnerista desde blogs y redes sociales sí sueñan con una revolución digital capaz de acortar el segundo mandato de Cristina. Evidentemente estos compatriotas no corren peligro con este gobierno filonazi-stalinista, en parte porque cuestionan a una dictadura atípica (capaz de despenalizar la figura de “calumnias e injurias”), en parte porque -y aquí recordemos las palabras de Assange- satisfacen a la CIA.