Monte de Las Mercedes, con La Laguna y el Teide. Foto: Jesús e Isa Hernández
En el recorrido de El viaje de Pau por España nos había quedado pendiente su estancia en Tenerife, donde las inclemencias del tiempo impidieron durante varios días a Jesús e Isa, sus entregados anfitriones, llevarlo de paseo. Pero todo llega, incluida esta magnífica crónica viajera del amigo Chojesús, que he dividido en dos partes, y que nos descubre nuevos rincones para incorporar a la larga lista de destinos pendientes. Os dejo con ella.
Después de tener que luchar varias semanas contra los elementos, por fin pudimos salir de excursión a visitar varios puntos de la Isla de Tenerife. Escogimos la zona noreste de la Isla, puesto que la zona sur, eminentemente turística, es de sobra conocida.
Monte de las Mercedes. Foto: Jesús e Isa Fernández
Partimos desde el municipio de Tegueste, donde vivimos y Pau ha estado refugiado estos días. La primera visita la efectuamos al Monte de Las Mercedes, perteneciente al municipio de La Laguna, y que forma parte del Parque Rural de Anaga, cuya extensión es de más de catorce mil hectáreas.
Situado en el extremo noreste de la Isla de Tenerife, es el espacio de más valor paisajístico y ecológico de la Isla. Está formado por bosque de Laurisilva y faya-brezal, y posee más de ciento veinte endemismos locales, y tesoros zoológicos y botánicos únicos, tales como la paloma de Laurisilva o la violeta de Anaga.
Desde el Monte de Las Mercedes descendemos hasta la vecina ciudad de San Cristóbal de La Laguna, conocida popularmente como La Laguna.
Esta ciudad fue fundada a la vera de la laguna de Aguere, que fue dinamitada para vaciarla entre los años 1496 y 1497 por el “Adelantado” Alonso Fernández de Lugo, cuyo título le fue concedido por los Reyes Católicos, así como la licencia para la conquista de Tenerife. Desde La Laguna, el “Adelantado” organizó las distintas operaciones de guerra contra los Menceyes (reyes guanches) de las distintas zonas.
A la llegada del conquistador la Isla de Tenerife estaba dividida en nueve menceyatos o reinos: Acaymo (Mencey de Tacoronte), Adjona (Mencey de Abona), Añaterve (Mencey de Güimar), Bencomo (Mencey de Taoro), Pelinor (Mencey de Adeje), Pelicar (Mencey de Icode), Romen (Mencey de Daute), Beneharo (Mencey de Anaga) y Tegueste (Mencey de Tegueste). Estos eran hijos del Mencey Tinerfe El Grande, el cual gobernaba toda la Isla hasta su muerte.
Estatua del Mencey Tegueste. Foto: Jesús e Isa Hernández
Después de este paréntesis histórico seguimos recorriendo la preciosa, histórica y amable ciudad de La Laguna. Como ya comentamos, en ella fijó su residencia Alonso Fernández de Lugo y sus descendientes. Además se asentó en ella toda la élite aristócrata y religiosa de la Isla.
La ciudad de San Cristóbal de La Laguna fue declarada Patrimonio y Bien Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1999. En ella se fundó la primera universidad de Canarias, y durante tres siglos fue sede de la Capitanía General.
Actualmente La Laguna es una ciudad ideal para salir de compras y relajarse gracias a su silencio y calles peatonalizadas, pero también para disfrutar de su gran patrimonio histórico.
Muy importante es su patrimonio religioso, presente sobre todo en los conventos cómo el de San Juan Bautista, Santa Catalina de Siena o el Real Santuario del Cristo de La Laguna, la Iglesia de la Concepción o la Catedral.
También las casas señoriales de los siglos XVII y XVIII nos muestran una estupenda muestra del patrimonio histórico civil. Destacan la Casa del Corregidor, la Casa Alvarado Bracamonte, la Casa Riquel, el Palacio de Lercaro, el Palacio de Nava, y cómo no, el Ateneo y el Teatro Leal.
Calle de La Carrera, ideal para relajarse. Foto: Jesús e Isa HernándezIglesia de La Concepción. Foto: Jesús e Isa HernándezCasas señoriales en La Laguna. Foto: Jesús e Isa HernándezPatio Interior Casa Alvarado Bracamonte. Foto: Jesús e Isa HdezResidencia del “Adelantado”, hoy Ayuntamiento. Foto: Jesús e Isa HernándezA pesar de ser una ciudad universitaria, La Laguna ha conseguido algo muy importante: la separación total del bullicio estudiantil del casco histórico, ya que aquél se concentra en los aledaños de la universidad, en el llamado “cuadrilátero”.
La Laguna es además sede mundial del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio; del Instituto Astrofísico de Canarias y del Museo de las Ciencias y el Cosmo. También está situado en su municipio el Aeropuerto Tenerife Norte.
En fin, es La Laguna recuerdos de la historia en un ambiente moderno e intelectual.
Salimos de La Laguna, y, sin solución de continuidad, nos adentramos en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, capital de Tenerife y de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, que comprende además las Islas de La Palma, La Gomera y El Hierro, también llamadas Islas Occidentales.
Santa Cruz de Tenerife debe su nombre a la fecha en que el “Adelantado” Alonso Fernández de Lugo desembarcó en la Isla, el 3 de mayo de 1494, día de la Cruz. Las tropas castellanas desembarcaron en la playa de Añazo, según la denominaban los guanches. En ese lugar Alonso Fernández de Lugo clavó una cruz de madera y se dijo la primera misa católica. Más tarde se construyó la ermita de la Virgen de Regla.
Cruz de la Ermita de Regla. Foto: Jesús e Isa Hernández
En sus comienzos Santa Cruz fue un conjunto de humildes casas de pescadores junto al puerto de la bahía, que los españoles fortificaron ante los ataques de que era objeto por parte de piratas y otros pueblos que deseaban conquistar la isla o acceder a La Laguna, lugar de origen del emplazamiento de los poderes políticos y eclesiásticos de la Corona Española.
Castillo de San Juan. Al fondo el Palmétum. Foto: Jesús e Isa Hernández
Actualmente Santa Cruz de Tenerife es una ciudad cosmopolita, dedicada casi exclusivamente al comercio y visitada por gran cantidad de turistas llegados en grandes cruceros a su puerto. Es sede del Parlamento de Canarias y del Cabildo Insular de Tenerife.
Su centro neurálgico, junto al puerto, dispone de calles peatonales, ideales para pasear y hacer compras. Posee agradables y tranquilas plazas donde uno puede relajarse o escuchar los conciertos de la Banda de Música Municipal los fines de semana. Son especialmente bellas la Plaza de Weyler, frente a la Capitanía General de Canarias, la Plaza de La Candelaria o la Plaza del Príncipe.
Plaza del Príncipe, con su templete para la música. Foto: Jesús e Isa HernándezPlaza de la Candelaria. Foto: Jesús e Isa HernándezCalle San José, comercios y tranquilidad. Foto: Jesús e Isa HernándezDe singular belleza es el Parque García Sanabria, salpicado de esculturas de famosos artistas y su reloj de flores. Es especialmente recomendable dar un paseo por la Rambla donde en 1974 se celebró la Primera Exposición Internacional de Esculturas en la Calle con más de cuarenta obras de afamados escultores, como Óscar Domínguez, Pablo Serrano, José Guinovart, Joan Miró, Martín Chirino y Henry Moore. Es un placer para los sentidos el contemplar estas bellas esculturas.
Tiene también Santa Cruz un importante patrimonio histórico, como la Iglesia de San Francisco, la Iglesia de La Concepción, el castillo de San Juan o el Teatro Guimerá.
De reciente construcción es el Recinto Ferial, el Parque Marítimo y el Auditorio, éste último obra del afamado arquitecto Santiago Calatrava. Es también digno de visitar el Palmétum, en el que junto a un gran palmeral podemos contemplar diversas muestras de la flora autóctona canaria.
Auditorio, obra de Santiago Calatrava. Foto: Jesús e Isa HernándezParque marítimo y Palmétum. Foto: Jesús e Isa HernándezNo nos despedimos de Santa Cruz de Tenerife sin recordar la conocida como “Gesta del 25 de Julio”. En este día del año 1797 las tropas castellanas, apoyadas por los isleños, consiguieron una resonante victoria sobre las tropas del Contraalmirante inglés Horacio Nelson, que intentaba desembarcar en la isla. En esta batalla Nelson perdió un brazo alcanzado por un disparo del famoso cañón Tigre, una reliquia para el pueblo tinerfeño que se encuentra expuesta en el Museo Militar.
Queda para la segunda parte del recorrido la visita al coloso Teide y otras sorpresas que descubriremos en un par de días. Una vez más quiero agradecer a todos los anfitriones de El viaje de Pau el entusiasmo con el que están acogiendo esta aventura, y muy especialmente a Jesús e Isa, que han tenido que superar algunas complicaciones, no sólo climáticas, durante la estancia de Pau y compañía en su casa y pese a ello no han reducido un ápice su implicación. Muchas gracias.
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