Revista Diario

El viejito 2013 se aleja, el 2014 ya demanda cambiarle los pañales antes de que nazca...

Por Julianotal @mundopario
El viejito 2013 se aleja, el 2014 ya demanda cambiarle los pañales antes de que nazca...
Se va yendo viejito y agotado el 2013 mientras al 2014 le tenemos que cambiar los pañales antes de que nazca: claro, multiples desafíos se preveen para el año próximo en materia política, social y económica (o bien podríamos sintetizarlo en politica, ya que concebimos que sólo mediante ésta se movilizan los otros aspectos). Las afiebradas jornadas de jornadas de brazos caídos de los ratis y su posterior "premio" por faltar a su deber cívico, abren un interrogante sobre cómo negociarán los distintos sectores. El calor apabullante de estos días es metáfora perfecta de la economía donde los sectores concentrados se cansan de hacer pito catalán y, de seguro, esperan momentos todavía más propicios para ejecutar sus demandas. Los precios inflados que poco pudo hacer el "Mirar para cuidar", es un síntoma de que no todo el problema radicaba en Clarín, sino que el dilema entra en disyuntiva, el eterno desafío que siempre se propuso llevar a cabo el peronismo: la comunidad organizada bajo un pacto social que, si fue dificultoso promediando los cincuenta, ahora se torna una tensión aterradora donde los dueños de la papota son unos pocos grandes con capitales transnacionales y los agrogarcas especulan con el dolar sojero. Incertidumbre, especulaciones por parte de la militancia en torno al rol de Cristina: relegada a un bajo perfil del que no estamos acostumbrados, delegando en Capitanich el rol de "autentico" Jefe de Gabinete (al menos como lo entendía el espiritu de la reforma del 94). ¿2014 será el momento de la mentada "sintonía fina", con Axel ajustando los clivajes del "modelo" para poder llegar sin sobresaltos al 2015?Ahora, está bueno conjeturar cómo las organizaciones kirchneristas buscarán su forma de capitalizar políticamente, de qué manera (si especulamos un bajo perfil cristinista) podrán mantener a la tropa donde, sin exagerar, el 70% se acercó encandilado por la figura mítica de Nestor y por el carisma de Cristina, y no tanto por la liturgia justicialista que para el 2015 cumpliría  70 años de aquel 17 de octubre. Aquel movimiento tenía como eje rigido, como columna vertebral, al sindicalismo. Hoy, hijo del posmodernismo y la sociedad líquida, por más que a muchos le genere urticaria tales denominaciones, el movimiento es invertebrado y voluble, donde el desafío de contener el Frente nacional está en manos de las bases, de miles de militantes que sueñan con la Patria liberada. Claro, Patria Liberada en un contexto donde este año choto nos sacudió lindo sacudón: y no me refiero a las elecciones sino a la desaparición física del gran líder americano Hugo Chavez Frías, cuya ausencia sumada a la de Néstor casi 3 años atrás, dejó huerfano de liderazgo a la región, en un momento clave para Latinoamérica. Luego, ahora sí, las señales de las urnas, (qué no fueron un fracaso) parece que motivó al Gobierno a abandonar ciertos aires de jacobinismo político para presentarse como más "abierto" y a su vez, amigo de viejos sectores que no representan precisamente a los intereses de "profundizar el proyecto": el PJ nucleado por la "Liga de Gobernadores" y la Iglesia (envalentonada luego de la fiebre franciscana).
"Habilitame una epistemología de la periferia junto con un poco de List"
El gran pensador Fermín Chávez nos proponía una "epistemología para la periferia". En su libro " La conciencia nacional" nos alarmaba sobre cómo el brazo armado de la economía destrozaba cualquier atisbo de nacionalismo popular:"La dictadura pentagonista instaurada en marzo de 1976 importa cambios ostensibles en la sociedad argentina. El brazo armado de la Economía surte efectos visibles en el proceso que corre entre aquella fecha y los primeros años de los 80. La ola de la "revolución conservadora" que tuvo a Reagan como paladín nutrió entre nosotros una ofensiva de los "privatizadores" y guardianes de la "Argentina conservadora". La Nación y el Estado-Nación fueron sometidos a insistentes cuestionamientos, con el brillo de instrumentos brindados por la "racionalidad tecnológica"."En verdad, la Nación, y todo el proyecto nacional, en el mundo de la periferia siempre fueron objetos de campañas destinadas a mantener el dominio o a conquistarlo. Los argentinos sabemos bien como funcionó el famoso dilema "Civilización o Barbarie" blandido como verdad cientifica"
Esa economía que tergiversa la independencia política y pervierte la cultura nacional, hoy ha sido modificada con una recuperación de la industria. No obstante, no hay que temerle a las recetas que son consideradas obsoletas por la ortodoxia. Por ello, recuperar el pensamiento de List es fundamental:
La experiencia y reflexiones de un economista alemán de la primera mitad del siglo pasado es muy ilustrativa sobre algunos de los requerimientos teóricos y de política necesarios para remontar el "subdesarrollo". Esa era precisamente la preocupación de este autor en vista al retraso y "dependencia" (término éste que usó List entonces) de Alemania respecto a Gran Bretaña. Sus marcos teóricos y propuestas de política, que expondremos a continuación, nos servirán para aprender del pasado, sin que por ello nos esperancemos en su transposición mecánica al presente.
La principal obra de Federico List (1841) se puede trabajar básicamente como una crítica y una propuesta alternativa a la de los economistas clásicos entonces dominantes (2); sobre todo en torno al libre comercio internacional y a la doctrina de las ventajas comparativas. Nadie como él, a contracorriente, se empeñó en cuestionar -aunque básicamente por razones políticas- la teoría de las ventajas comparativas y las políticas de librecambio.
Como punto de partida, cuestionó la visión "cosmopolita" de esos autores, quienes partían del comportamiento económico egoísta individual y de ahí saltaban a la noción de comercio libre a escala mundial, dejando de lado el estudio de las condiciones del desarrollo nacional:
"Llegó a ser evidente para mí que, entre dos países muy adelantados, la libre competencia no puede sino reportar ventajas a uno y a otro si ambos se encuentran en el mismo grado de educación industrial (...). En una palabra, distinguí entre la economía cosmopolita y la economía nacional" (1840: XXI).
De manera que List no cuestionaba en sí -y en el largo plazo- la teoría clásica del comercio internacional, sino únicamente para el caso de las naciones que no habían alcanzado aún el desarrollo interno necesario para sujetarse a la doctrina de las ventajas absolutas o comparativas del comercio internacional. Esta debía seguirse, en su concepto, únicamente a partir del momento en que una nación lograse alcanzar el desarrollo general y generalizado de la "educación industrial", lo que -en su época- no se aplicaba sino a Inglaterra (que se beneficiaba de la doctrina dominante, como lo demostró nuestro autor con una sutileza ejemplar), mientras los demás países (Alemania, Francia, EEUU) aún estaban "subdesarrolladas" respecto a aquella. De donde deduce que
"La misión de la economía política es llevar a cabo la educación económica de la nación y prepararla para entrar en la sociedad universal del porvenir” (p. 154), momento a partir del cual le "convienen" las lecciones de los economistas clásicos y, por tanto, la apertura al libre comercio internacional.
El otro eje del enfoque listiano radica en la noción de las Fuerzas Productivas, paradigma que contrapone a la doctrina clásica de los Valores de Cambio, distinción que puede iluminarse en sus propios términos:
"Las causas de la riqueza son cosa muy distinta de la riqueza misma. Un individuo puede poseer riquezas, es decir, valores de cambio; pero si no es capaz de producir más valores de los que consume, se empobrecerá. Un individuo puede ser pobre, pero si está en situación de producir más allá de su consumo, llegará a ser rico. (...). El poder de crear riqueza es, pues, infinitamente más importante que la riqueza misma; garantiza no solamente la posesión y acrecentamiento del bien ya adquirido, sino, además, el reemplazo de lo perdido. Si esto es cierto tratándose de personas privadas, lo es aún mucho más aplicado a las naciones, que no pueden vivir en rentas" (p. 123); donde salta a la vista el parangón con los conceptos de Amartya Sen.
En su libro principal señala los factores que potencian las "fuerzas productivas" de una nación (base del futuro desarrollo), tales como la educación y el capital intelectual, determinadas instituciones y circunstancias sociales, la capacidad de innovar y de adaptar tecnologías, la unidad nacional, el desarrollo integrado entre ramas económicas, entre otros. Más concretamente, el desarrollo de las fuerzas productivas, según List, estaría garantizado por tres factores centrales.
En primer lugar, señalaba que es esencial para toda nación, a fin de alcanzar su independencia, desarrollar independientemente su industria manufacturera, cuestionando la "especialización" productiva que sugerían los economistas clásicos. Luego de destacar la "desigualdad de género de vida y de educación de agricultores y manufactureros" (p. 170), que no percibían los clásicos, propugna la industrialización de los países, ya que la manufactura estimula el desarrollo de las ciencias, las artes, la política y los demás sectores económicos, en especial de la agricultura (que sola hace permanecer "una porción considerable de las fuerzas productivas y de los recursos naturales, ociosa e desempleada"), "populariza" las ciencias y las artes, etc.:
"Las manufacturas y las fábricas son las madres y las hijas de la libertad civil, de las luces, de las artes y las ciencias, del comercio interior y exterior, de la navegación y de los medios de transporte perfeccionados, de la civilización y de la potencia política. Son el medio principal de libertar la agricultura, de elevarla al rango de industria, de arte, de ciencia; de aumentar la renta de la tierra, los beneficios agrícolas y el salario y dar valor al suelo. La escuela (J.S.: se refiere a la Clásica) ha atribuido ese poder civilizador al comercio exterior; pero en este caso ha tomado al intermediario por causa" (p. 129).
Ligado a lo anterior, List era plenamente conciente de la diferencia cualitativa existente entre la producción de tela (un típico producto industrial) y la de vino (sujeto a la ley de rendimientos decrecientes) en el ejemplo usado por Ricardo para sustentar su modelo de dos países (Gran Bretaña y Portugal), en que el comercio libre llevaría a la especialización según los diferenciales de costo (a pesar de lo costos absolutos más bajos de Portugal) y, con ello, a la maximización de bienestar de ambos en conjunto.
En segundo lugar, reconocida la "superioridad" de la manufactura (respecto a los demás sectores económicos, como ya lo reconocía Adam Smith) y que las exportaciones apenas son un instrumento secundario para el desarrollo de las fuerzas productivas, sin embargo, List no propugnaba una especialización en esa dirección. Todo lo contrario, su propuesta iba hacia una "Asociación de las Fuerzas Productivas", con lo que se convierte en el antecedente más lejano y lúcido de la teoría moderna del "desarrollo equilibrado", cuando propugnaba la importancia que cada nación debía darle al desarrollo integral y homogéneo de sus fuerzas productivas (que, en nuestra terminología actual, sólo es parcialmente sinónimo de lo que llamamos sectores y ramas económicas:
"(...) la escuela desconoce en particular la importancia de un desarrollo paralelo de la agricultura, la industria manufacturera y el comercio, del poder político y de la riqueza nacional, y, sobre todo, de una industria manufacturera independiente y desarrollada en todas sus ramas. Comete el error de asimilar la industria manufacturera a la agricultura, y de hablar, en general, de trabajo, fuerzas naturales, capital, etcétera, sin considerar las diferencias que existen entre ellos" (p. 129).
Al efecto era plenamente conciente de la importancia que debían tener en esa dirección los encadenamientos hacia adelante y hacia atrás, en el consumo y fiscales, en la línea planteada por Albert O. Hirschman (1958).
En tercer lugar, a estas alturas el lector seguramente estará considerando -como lo han hecho apresurada y erróneamente varios autores- que List fue el antecesor inmediato, tanto de los facismos europeos, como de la escuela "cepalina" (o de sus intérpretes), en tanto otorgó contundentes argumentos a favor de una industrialización del tipo "sustitución de importaciones". Sin embargo, repasando el texto original, se observará inmediatamente que este autor siempre centró el énfasis en el desarrollo del mercado doméstico para las mayorías, es decir, la producción de artículos de primera necesidad, o como él las llamó: "industria de las masas" (p. 172), "productos fabricados ordinarios" (p. 254), "objetos de consumo general" (p. 167), "artículos ordinarios de uso común" (p. 321), más que de mercancías destinadas a los estratos de ingresos altos y medios. Ello es así porque estimó -correctamente- que sólo un mercado masivo de bienes básicos permite dinamizar y desarrollar las fuerzas productivas internas, a la vez que es alentado por la ampliación de éstas.
A partir de estos principios, largamente sustentados en el texto principal de List, presentando muchos casos extraídos de la experiencia histórica europea, concluye que los países requieren desconectarse selectivamente del comercio exterior, mientras no hayan desarrollado plenamente sus fuerzas productivas domésticas (pensaba entonces que Alemania requeriría de un siglo para alcanzarlo), ya que de lo contario todos los países se convertirían en colonias inglesas:
"Francia se repartiría con España y Portugal la misión de proporcionar al mundo inglés los mejores vinos, bebiendo ella los peores; (...). Alemania apenas tendría otra cosa que suministrar a este mundo inglés que juguetes para niños, relojes de madera, escritos filológicos y, a veces, un cuerpo auxiliar destinado a ir a consumirse a los desiertos de Asia y Africa para extender la supremacía manufacturera y comercial, la literatura y la lengua de Inglaterra. No transcurrirían muchos siglos en que en ese mundo inglés se hablase de los alemanes y de los franceses con tanto respeto como hablamos hoy día de los pueblos asiáticos" (p. 121).
A fin de evitar ese "mundo inglés", por tanto, era indispensable implantar un sistema de protección que permitiera la expansión del empleo, de las fuerzas productivas domésticas y del mercado internos, como paso previo a la libertad de comercio con otras nacionales. List justificaba así su propuesta central de política (otra de sus sugerencias nucleares incluía el desarrollo del sistema interno de transportes a través del establecimiento de una densa red de ferrocarriles):
"A fin de que la libertad de comercio pueda actuar naturalmente, es preciso, ante todo, que los pueblos menos adelantados sean elevados por medio de medidas artificiales al mismo grado de desarrollo a que Inglaterra ha llegado artificialmente" (p.122). Ningún país podía prosperar, según él, si no se decidía -como lo hizo Alemania en su época- a "asegurar, por medio de un sistema comercial fuerte y general, el mercado interior para su propia industria" (p. 107), instaurando un "sistema aduanero, considerado como medio de ayudar al desarrollo económico de la nación regulando su comercio exterior, debe tener como regla constante el principio de la educación industrial del país" (p. 16).
A ese efecto, no sólo propuso elevar sustancialmente los aranceles a los productos manufacturados y a algunas materias primas, sino que asimismo planteó la necesidad de potenciar tal política: con la modificación de la estructura tributaria del país; con la aplicación de una política expansiva de la demanda efectiva (del tipo "keynesiano", cien años antes de Keynes); y con la inversión masiva en vías de comunicación que estrecharan lazos al interior de la nación (más que con el resto del mundo). Sabiamente, estimaba que -para el desarrollo de una economía- la integración interna de la nación estaba antes de la integración al mercado mundial.
La teoría económica contemporánea, en cambio, ha recogido estas propuestas de List en forma recortada y deformada (con pocas excepciones, como la de Samuelson, quien reconoció sus méritos en un texto de 1960), encontrándose en los textos apenas como base del argumento de la "industria infante".
Es importante señalar que en la época de List las regiones al interior de la Nación que él propugnaba (hay que recordar que entonces Alemania se iría a constitutír sobre la base de 30 estados relativamente autónomos) ya habían desarrollado sus propias fuerzas productivas y habían fortalecido sus grados de "educación industrial", lo que les permitiría a su vez "abrirse" a un espacio mayor, el propiamente "nacional". Este es un aspecto importante para la propuesta de autocentramiento a plantearse más adelante, en especial respecto a la relación que debería existir entre los desarrollos de los espacios regionales y el de la Nación.
Pero List también era conciente de la lógica política que estaba a la base de la doctrina de los costos comparativos. Sabía que Inglaterra no sólo tenía interés en el comercio libre, sino que era una necesidad para ella, a fin de exportar sus excedentes de productos industriales a cambio de la importación de insumos o bienes finales agrícolas (sobre todo de cereales; ver Ricardo, 1816) para mantener los salarios relativamente estables (y reducidos). En cambio, durante el siglo XVII, previamente a la Revolución Industrial, Inglaterra no era muy propensa al comercio irrestricto a escala mundial (p.ej. prohibió la exportación de lanas para establecer su propia industria textil).
List terminó suicidándose en 1847, aparentemente cuando percibía que sus propuestas no tenían acogida y asidero en la realidad alemana de entonces. Paradójicamente, algunas décadas más tarde, los principios de política adelantados por él fueron aplicados casi al pie de la letra, a pesar de su "heterodoxia" en materia económica y de su "utopismo" en materia política (si bien tenía muy claras las alianzas políticas que era necesario establecer para materializar su proyecto).
http://aeperu.blogspot.com.ar/2011/04/friedrich-list-economia-nacional-de.html

Volver a la Portada de Logo Paperblog