Revista Opinión

Elecciones nada secretas

Publicado el 20 noviembre 2011 por Cronicasbarbaras

Si observamos lo que nos rodea cuando vamos a votar descubriremos que cualquier persona que merodee por el colegio electoral sabrá fácilmente a qué partido apoyamos.

Alrededor de la gran mesa con las papeletas siempre hay personas, electores o curiosos, que ven qué opción elige cada vecino de ese colegio electoral.

Cerca están unas pequeñas cabinas bastante destartaladas en las que teóricamente se puede practicar el sufragio en secreto.

Pero las celdillas que deberían albergar las mismas papeletas tienen un fondo tan escaso que no caben. Los cubículos son inútiles. Y si alguien entra en la cabina suele hacerlo con las papeletas que alguien ya le había visto elegir.

Ahora póngase usted en un pueblo pequeño, por ejemplo del Goyerri guipuzcoano, donde, aunque no se siga asesinando a los disidentes, se mantiene el amenazante control de los malintencionados abertzales sobre la población.

Si en esos pueblos será incluso difícil optar por las papeletas del PSOE bajo vigilancia de los neobatasunos, más miedo atenazará a quien desee votar al PP, o incluso a UPyD.

El mismo problema se produce donde todos se conocen, el amigo, el vecino, el cura o el liberado sindical, qué más da: cualquiera puede ver lo que uno vota.

Las cabinas debidamente dotadas, como en los países con mejor democracia, evitan que cientos de miles de votos vayan a partidos indeseados, incluso indeseables.

Porque es posible que en el Goyerri hasta los adoradores de Rajoy exhiban las papeletas de la filoetarra Amaiur, y no porque vayan a matarlos ahora, aunque nunca se sabe, sino porque de no hacerlo les harán la vida imposible.

Tenemos elecciones libres, pero bajo control. Salvando distancias muchos ciudadanos recordarán las elecciones con Franco: vigilaban que nadie se abstuviera de votar al régimen.

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