Revista Opinión

Emboscada III

Publicado el 15 mayo 2018 por Carlosgu82

El tiempo ha transcurrido sin que nadie lo haya medido.  La magia se ha quedado encorvada en los espesos prados de la capilla blanca.  La risa inmaculada se ha transformado en una congelada mueca, expuesta en la memoria como un cuadro de horror de épocas pasadas.  El marmolado pasillo a cavado una fosa para ocultar las huellas;  con los ojos vendados ha desaparecido la evidencia de la alegría, representada con flores y miradas fulgurantes.

Rosaura, la mujer saciada de raíces no comestibles, golpeada por la sed, consumida por el hambre, tatuada por la inmensa cicatriz del dolor. Con labios intensamente marcados por las inclemencias del tiempo. Ojos pronunciados que llevan en sus retinas el continuo tránsito del desvelo; apagados de un soplo por la  ausencia de recuerdos y la indiferencia  de la conciencia.  El estacional calendario de sus dedos desesperados, contando los disparejos días y noches, parecen aletear sobre los ondulantes soles y las macabras lunas como una repetición de angustias.

Los múltiples reflectores bajan la intensidad, la escenografía queda reducida a uno que otro reflejo insípido.  La actriz cambia su actitud de desasosiego, se arregla un poco el enmarañado cabello y acto seguido afloja un tanto el talle de su vestido andrajoso, exhala un breve suspiro y se incorpora sin dificultad arrebatándose la desordenada peluca.  Kener espera para su próxima escena, es llamado por su nombre de pila.  La película está casi lista.   Llueven los buenos augurios entre los presentes.


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