Revista Cine

En bandeja de plata (The fortune cookie; U.S.A., 1965)

Publicado el 15 octubre 2012 por Manuelmarquez
En bandeja de plata (The fortune cookie; U.S.A., 1965)SINOPSIS ARGUMENTAL.- Harry Hinkle (Jack Lemmon) es un hombre honesto y sencillo, camarógrafo de profesión, que, durante la retransmisión televisiva de un partido de fútbol americano, sufre un percance, al ser arrollado, en una carrera, por Boom Boom Jackson, la estrella del equipo local. Su desmayo posterior se convierte en la excusa perfecta para que su cuñado, Will Gingrich (Walter Matthau), un vulgar picapleitos, organice una 'farsa médica' con la que espera conseguir pingües beneficios económicos, esquilmando a la compañía de seguros encargada de cubrir los daños. Hinkle, en un principio, es reacio a prestarse a tal montaje, pero Gingrich consigue convencerlo con un 'arma definitiva': la posibilidad del retorno de Lucy, la esposa que abandonó a Harry por un músico de orquesta, y de la que sigue locamente enamorado. Mientras se desarrolla el enredo, Boom Boom Jackson, embargado por el sentimiento de culpa, va perdiendo su sitio en el equipo, abandonado a los olvidos del alcohol, y Purkey, un detective de tres al cuarto contratado para la ocasión por el prestigio bufete de abogados que defiende los intereses de la compañía de seguros, intenta desenmascarar la burda patraña montada por Gingrich. ¿Cómo terminará desenredándose tan fenomenal lío...?

EN UN PÁRRAFO....- Sin alcanzar el punto de ácida genialidad de su ilustre predecesora, 'El apartamento', 'En bandeja de plata' constituye un nuevo retrato, nada amable, de la condición humana a cargo de las diabólicas pluma y cámara del maestro Billy Wilder, viejo zorro que, con la inestimable colaboración de dos monstruos interpretativos de la talla de Jack Lemmon y Walter Matthau (una de esas parejas que hacen del concepto de la química cinematográfica algo tangible y comprobable...), urde una comedia nada colorista (y no me estoy refiriendo a su magnífica fotografía en blanco y negro...) que, cabalgando a lomos de un buen puñado de gags, nos muestra cómo la mentira es la herramienta con la que vamos construyendo un castillo de ilusiones más cercanas a los naipes, prestos a desmoronarse, que a las realidades, míseras y mezquinas, de las que huimos con la misma. Todos y cada uno de los personajes se prestan al juego, con intenciones más o menos espúreas, tanto da sea el dinero y el binestar material, como el afecto perdido o la autoestima quebrantada. ¿Culpables? Todos y ninguno. ¿Inocentes? Tanto de lo mismo...EN SU HABER.- 1, en una película que juega con los contrastes en paralelo como elemento humorístico de primer orden, hay uno que me entusiasma especialmente, y que es el ofrecido por el aspecto de los despachos de los dos 'contendientes' en la batalla indemnizatoria que se libra alrededor de la lesión (real o supuesta) de Hinkle: el de los tres prestigiosísimos abogados de la compañía de seguros es un majestuoso y enorme despacho repleto de lujosas estanterías y muebles de primera calidad, con todo primorosamente ordenado; el de Gingrich, un cuchitril en el que el polvo y el desorden se enseñorean de la nada clientelar más absoluta; y pasar de ver uno a ver otro, una gozada digna del genio wilderiano; y 2, aun a fuerza de resultar algo pesado con el tema, no puedo dejar de destacar el poderío cómico que transmite la pareja de protagonistas, Lemmon y Matthau: por separado, dos grandiosos actores; juntos, además de lo anterior, una maquinaria de altísima precisión al servicio del humor más dinámico y agudo de su tiempo. Una auténtica maravilla.EN SU DEBE.- Aun asumiendo que no debe ser sencillo sostenerle el tipo (interpretativo) a dos actorazos del calibre de Lemmon y Matthau, hay que reconocer que el desempeño de los dos secundarios principales, Ron Rich y Judi West (que desempeñan los papeles de Boom Boom Jackson y Lucy, respectivamente), dista bastante de la altura a la que se mueve el resto de elementos de la cinta. Un lunar, pequeño, pero lunar, al fin y al cabo.UNA SECUENCIA.- La final: Jackson y Hinkle sobre el verde tapete asumen sus derrotas y sus miserias en una curiosa y armónica danza de pases y desplazamientos. ¿Tierno, patético? Mira el color del cielo y escoge la emoción. He ahí la grandeza de Wilder...CALIFICACIÓN: 7 / 10.-


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