Se esperaba grandes cosas del Hulk de Aaron simplemente porque este hoy es uno de los guionistas con mejor fama entre los marvelitas. Es comprensible porque es mejor escritor que Bendis (¿quién no lo es?), pero está lejos de ser uno de los grandes. Por otro lado se caracteriza y es apreciado por dos cosas facilonas: humor gamberro y bizarrismo. Así pues, su Hulk fue víctima de una ilusión infundada. Lo tónica habitual hoy en día desde que Marvel ofrece humo. Se ve que el personal está desesperado por algo bueno de modo que hypea cualquier novedad que no parece que vaya a ser un churro.
Seamos serios. La principal pega de la etapa Aaron en Hulk es el dibujo. Portaccio hace un trabajo que por demasiado rudo y tosco y por ser más propio del pasado echa para atrás. Pero este dibujante tiene vigor y narra bien así que hay que reconocer que su trabajo encaja con el guión, una historia al límite. Podía ser mejor e, incluso, más agradable pero reconozcamos que hay cosas por ahí peores.
En cuanto a la historia de Aaron. No es la leche (ingenuo el que lo creyese) pero está bien. Como siempre se podía haber contado en menos y, por ello, por breve y directo, hubiera quedado mejor. Ese es el pecado de este primer arco argumental (nº 1, 4 de Panini; corre a pillarlos porque es muy dudoso que se recopilen en un tomo). Empieza lento y se atasca. Pero lo demás está bien, dentro de los límites de la mediocridad. La referencia literaria, La isla del dr. Moreu, se agradece en un mainstream cada vez más pobre en referencias literarias y es un gran ocurrencia. Por otro lado, el tratamiento de Hulk y Banner es notable. Aaron los trata como los héroes trágicos que siempre han sido. No pueden rebelarse ni cambiar, están condenados a estar juntos por el Destino. Así, la historia de Aaron no es de simple relleno. Explica porqué en el universo marvelita donde todo es posible no se puede separar a Hulk de Banner o, al menos, hacer desaparecer o controlar al primero. Ambos son uno como lo son el Bien y el Mal. No pueden existir por separado. Seguramente esto ya esté contado pero, al igual que los origenes de los superhéroes, es una historia que siempre hay que volver a contar pues estamos en un medio cíclico. La lástima es que alguien que esté siguiendo los 4F de Hickman (como yo) no consiga encajar cuando el dr. Doom ha tenido un rato libre para ocuparse del deseo de Hulk (al menos Aaron se ha acordado de meter un supervillano algo cada vez más raro), así como los pecado posmoderno ya mencionado de la extensión excesiva.
Así pues, si eres un fan de Hulk y has pasado de la etapa de Aaron reflexiona y si has picado relee sin prejuicios. No te va a aperecer una maravilla pero te vas a dar cuenta que no es tan mala como te pareció.