Un nuevo microrelato de Gilbert Fadda
Celia se despertó. Desconocía el sabor de la felicidad, el tacto de una caricia, el color de la esperanza. No tenía amigos. Tenía una vida fría, metálica y urbana. Se duchó, se miró en el espejo y asqueada por la soledad de su imagen prometió cambiar de trabajo. Se le hacía tarde. Se vistió de negro, se colocó la peluca y salió por la puerta para cumplir el único encargo que le costaba aceptar.
En el bolso de Prada, una pistola. En su iPhone, un nombre: Futuro.