Carmen Martínez FallaEn la Oquedad del SilencioPrimera Edición 2009Puerto de Sagunto (Valencia)
Opinar sobre una obra poética no me resulta fácil. No suelo hacerlo. Sí que puedo, sin embargo, refugiarme en el poema en un momento dado. Puedo, incluso recurrir a los versos cuando siento la necesidad de descargarme emocionalmente; pero no me atrevería a dar mi opinión personal con respecto a poéticas ajenas. No obstante, atendiendo a la sugerencia de uno de mis amigos virtuales con quien comparto a diario mis comentarios y letras, me he permitido aceptar el reto de elaborar la que es mi primera reseña sobre un libro de poesía.
Para ello, nada mejor que dirigirme a mi mesilla de noche y echar mano de En la Oquedad del Silencio, de Carmen Martínez Falla, gran poetisa que, desde su — y mi— querido Puerto de Sagunto, nos invita a un paseo por la magia de sus letras. Son unas letras dibujadas exquisitamente, al amparo de la serenidad que proporciona el saber que lo que se hace, se hace bien, y además con gusto.
Trabajadora incansable, Carmen Martínez compagina su actividad cultural en la asociación que preside, de cuya revista es asimismo directora, con la realización de sus trabajos literarios. Entre estos últimos, y destacando su labor poética, La oquedad del silencio es quizá el que mejor la retrata y delata. Busca en el silencio la complicidad que le permite asomarse a la vida desde lo más profundo de sus reflexiones, implicándonos en ellas, "Vivir es pararse con el pie levantado… /es un instante de luz que nos lame la cara…"
Es en ese silencio, en el que su voz se escucha con más fuerza y transmite a través de sus versos la necesidad de la propia entrega, "Nadie se pertenece/si no pertenece a todos… y con él, con el silencio, se arropa cuando el temor acecha, Un temor me aterra el alma: /Dejar de olerte, Mar".
La obra se divide en capítulos, lo que hace más cómoda su lectura. En sus trescientas páginas cobra protagonismo la vida misma, en todos sus aspectos. En ellas hay un canto al amor, pero también a aquellos lugares con aromas especiales; entre sus versos hay sabores y hay sueños e incertidumbres, y también, como no podía ser de otra manera, el verso en el recuerdo para aquellos que son ausencia.
Al capítulo “Sensaciones” pertenecen los siguientes poemas:
Ni una vozNi una voz,ni un susurro cerca,solo el tiempo infinitoy el silencio,el infinito silencio de este tiempo
En el silencio…A lo largo del silencio,sumida en mis pensamientos,desgrano mis sentimientos,clasifico y almaceno.
A lo ancho del silencio,voy nutriéndome de afectos,de sentires, de momentos…,de los que extraigo lo bueno.
En En la Oquedad del Silencio hay mucha más poesía de la que puedo compartir en estas líneas. Poesía con la que me deleito en las noches de verano, cuando, en mi terraza, la leo con detenimiento mientras por los auriculares me lleno de la música suave de Marradi.
Lola Estal.