Revista Cultura y Ocio

En los sententa no existían las redes sociales

Publicado el 05 marzo 2014 por Isabelval @cabezadeisa

HOLY WAVE

Sabía que este momento llegaría: las redes sociales me han superado. En cualquier manual del “buen blogger” te dicen que para que tu blog triunfe debes pasar más tiempo promocionando que escribiendo. No dudo en que ésto sea cierto, pero al menos a mí me genera más estrés que placer. Y esa no es la finalidad de este blog.

Es por eso que el día que fui a ver a Holy Wave no tenía más objetivo que el de estar en cuerpo y mente presente, sin tener que pensar en compartir nada en ningún sitio ni tener que mostrarle a nadie lo bien que lo paso.

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Y todo volvió a ser como antes: dejándome llevar por la música, observando todo lo que pasa en el escenario, compartiendo cervezas con mis acompañantes… Todo como debe ser, al menos para mi. Lo único que lamenté es haber madrugado tanto ese día y el ir cargada con chaquetas y mochilas. Es lo único que mínimamente me impidió disfrutar al cien por cien de una banda que son todo una fiesta psicodélica.

Compensé mi falta de movimiento quedándome totalmente ensimismada con el  light show que ofrecía el tipo que estaba situado al lado del técnico de sonido. Era la segunda vez que veía algo así en directo (la primera fue en un concierto de Radio Moscow y Prisma Circus). Pensé en todo el tiempo que he pasado mirando la obra de Mark Boyle  y en que quizás esa noche era lo más cerca que iba a estar de vivir en los años setenta.

¿Qué por qué se debe de haber puesto tanto de moda la psicodélia? ¿Será culpa de Tame Impala? ¿De la nueva colección de Zara? ¿De alguna droga? No lo creo.

Como en todos los estilos de música, es difícil destacar, aportar algo nuevo, sobretodo cuando son estilos recuperados. Pero la psicodélia es la filosofía de la libertad y de la experimentación artística, cosas que no se propician demasiado en estos tiempos que vivimos. Puede que aquí esté realmente el por qué de esta atracción que sentimos muchos por todo esto.

Aunque no tenga nada que ver con el resto del post, no quiero acabarlo sin hablar de La Meccanica Sonora y de lo bien que lo hicieron, sobretodo su guitarrista. Me encantó: riff arriba, riff abajo y ella como si nada: sin poses, sin las típicas expresiones de sufrimiento…como si lo que hace fuera lo más fácil del mundo, vaya.

Seguro que todas estas cosas me las hubiese perdido de haber estado enganchada a mi teléfono móvil. Por suerte, en los setenta no existían las redes social. Y aunque me juegue el “fracaso” de este blog, para mí sólo hay una manera de disfrutar de un concierto.

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