Por Leticia Jaramillo, responsable de identificación de proyectos de Global Humanitaria.
El acceso, la propiedad y el uso de la tierra, históricamente ha sido uno de los problemas estructurales de la pobreza en Colombia, así como una de las principales causas del conflicto y la violencia en este país. Estudios revelan que el 77% de la tierra está en manos de 13% de propietarios.
En las últimas dos décadas, con el recrudecimiento del conflicto en Colombia, se calcula que 6,6 millones de hectáreas (15% de la superficie agropecuaria del país) fueron despojadas por la violencia a pequeños campesinos. El resultado de esta situación es que, mientras en las ciudades la pobreza afecta al 30% de la población, en el campo alcanza al 65%.
Dada la importancia de la problemática del acceso y propiedad de la tierra y su impacto en el conflicto, se consideró que debía ser el primer punto a tratar en los Diálogos de Paz de la Habana. En mayo de 2013, tras seis meses de debates entre la delegación del Gobierno y la guerrilla FARC, se logró firmar el primer Acuerdo de la Agenda de negociación que está centrado en el pequeño productor y su acceso y propiedad de las tierras.
Esta agenda incluye la lucha contra la pobreza, el estímulo de la producción agropecuaria y la reactivación de la economía del campo, así como la creación de una jurisdicción agraria para la protección de los derechos de propiedad priorizando el bien común.
Aunque quedaron temas sin detallar como el latifundio, la reforma agraria, las regulaciones a la explotación minera y la inversión extranjera, se prevé que estos detalles pendientes continuarán siendo abordados a lo largo de toda la negociación, pues “nada está convenido hasta que todo lo esté”, según palabras del gobierno, es decir que hasta que no haya acuerdo en cada uno de los puntos de la agenda de negociación, no se puede considerar que se ha llegado a un acuerdo.
Los diferentes sectores, tanto de gobierno como de la sociedad civil, el sector empresarial y la comunidad internacional, vieron con buenos ojos este primer avance que a la vez estaba identificado como el más prioritario, por ser el corazón del conflicto.
El éxito estará en la implementación de la totalidad de los Acuerdos de Paz una vez sean firmados por el Gobierno y las FARC, y en evitar casos como el de Guatemala, donde 18 años después de haber firmado la paz, las familias indígenas siguen sumidas en la pobreza. Algunas de ellas, que recibieron tierra a través de la entidad FONTIERRAS, las han ido vendiendo poco a poco a las grandes empresas productoras de la hoja de palma y a los narcotraficantes.
Imagen: nuevosiglo.com.co