
CLARISA.
Vivió en paz y murió en paz.
Simplemente fue una mujer maravillosa y siempre estará con todos nosotros en nuestros corazones.
Su vida fue sabiduría natural. Cuando lo conocí, lo que más me llamó la atención de ella, además de su increíble belleza, fue su sonrisa apacible y amable. Pero lo que más me sorprendió, fue su gran fuerza…
¿Cómo una mujer tan mayor podía ser tan fuerte?
Un día, como cada tarde volvía de sus labores en el huerto, cargada con una carretilla, pretendía subir una pronunciada cuesta empujando dicho carrito, cuesta que le lleva a su casa.
Al verla, no dudé en ayudarla y al cogerle la carretilla. Al ayudarla, me di cuenta de que aquella mujer anciana, era tan fuerte como un roble, ese era su secreto, su vida entregada al esfuerzo diario, le permitió tener fuerza hasta el último día y permanecer tranquilamente en casa. Eso si, siempre ayudada por su hija, así pudo superar los males de la vejez sin tener que ingresar en un hospital o residencia.
Su mirada maravillosa, brillante y a la par, su apacible sonrisa, anunciaban su presencia única.
Murió, una mujer hermosa de 95 años, cuyas arrugas permitían todavía admirar su gran belleza.
Sus ojos eran dos estrellas que brillaban con intensidad, su vida pertenecía a la madre naturaleza. Su despertar calmado, le permitía disfrutar de las cosas sencillas, como valorar un buen desayuno para tener fuerzas suficientes y hacer las cosas que hizo siempre.
Su huerto, era como un recien nacido a su cuidado. Lo mantenía cada día, con cariño, lo vigilaba cuidadosamente para que no le faltase de nada, para que todo fuese tal cual las enseñanzas que tuvo en su vida.
Su experiencia, le había dado toda la sabiduría necesaria para el cuidado del sustento familiar, EL HUERTO.
Conocía la importancia que reside en el buen alimento, sabía que de ese huerto, saldría la energía necesaria para mantener la fuerza y la salud de toda su familia a lo largo de sus vidas. Por ello, todo su tiempo lo centraba en el cuidado de su alimento. Animales y verduras, frutales y prados, montes y caudales, todo tenía la misma importancia que le habían inculcado sus antepasados.
Clarisa, la mujer con más edad y por ello también la más sabia de la aldea, ya que además de la edad mantenía la tradición, que es la escuela de padres a hijos desde tiempos inmemorables.
Por eso la vida, fue amable con ella, por qué ella fue amable con la vida. Vivió en paz y murió en paz, disfrutando de todo lo que le ofreció la vida y siempre acompañada de su querida familia.
