Enfermedades raras

Viendo el despliegue policial y financiero que ha hecho plaza en Barcelona y leyendo las contrapropuestas que caen como una losa para frenar el déficit, empiezo a pensar que a algunos de nuestros políticos les ha invadido un extraño virus, que han entrado a formar parte de ese cinco de cada diez mil personas que padecen una de las llamadas enfermedades raras. No es un gran porcentaje, pero dado los cargos que ostentan y sus imbricaciones con otros órganos, resulta poco menos que preocupante. En realidad, no es una enfermedad excesivamente rara, aunque está poco estudiada y algunos expertos la consideran adicción. Y es que le están cogiendo gustillo a esto de los recortes. Debe ser sin duda adictivo y bebe directamente de las fuentes de la avaricia y de la tacañería, del egoísmo.

El conseller de Economía (como no podía ser menos) catalán, Andreu Mas-Collell, cree que el Gobierno central se queda corto en los recortes en Sanidad y propone nuevos repagos, también por hospitalización, que ahora debe comparar el conseller con una estancia gratuita en, pongamos por ejemplo actual, el hotel Arts de Barcelona. Porque no hay que olvidar que los señores del BCE van a estar unos días a cuerpo de rey por la cara en este lujoso hotel insignia de los grandes fastos del 92 a cuenta del erario público, es decir, de nuestros impuestos, mientras exigen austeridad.

Mientras esto escribo, he empezado a sentir una molesta sensación: alguien, o peor aún: algo, me observa. No sé si es este insecto volador que, a un metro escaso, duda entre acercarse o no a mi café con leche o el ojo avizor de un pájaro mayor, el de un GEO o un algarador (dícese del que provoca algaradas) que escudriña a través de la mirilla de su fusil el que podría ser un plácido desayuno de no ser por todos ellos.