Revista Cocina
Siendo adolescente me aficioné al té. La madre de una amiga había nacido en Tanger cuando era un condominio de varios países y había cogido la costumbre inglesa de tomar el té a las 5 de la tarde.
Me gustaba ver ese ritual las tardes que estaba en casa de mi amiga a esa hora, pero sobre todo me gustaba mucho el olor del té que se extendía por toda la casa, y empecé a tomarme una tacita con su madre de vez en cuando (mi amiga lo aborrecía).
Desde entonces lo tomo habitualmente, aunque no a las 5 de la tarde, je, je. Como ya os contamos el día que os hablamos de las propiedades del té verde, Nieves y yo lo tomamos a media mañana y a media tarde en las pausas del trabajo.
El otro día, en una de esas pausas, mientras degustaba un té con unos cubitos de hielo, decidí que ese sería el próximo helado que haría para la cajita. El helado de té verde lo había tomado ya en un restaurante asiático que había cerca de mi casa hasta que se lo llevó la crisis, pero siempre de postre. Y esta vez decidí que al igual que había hecho con el helado de aceite de oliva, lo usaría como complemento de una ensalada, aunque esta vez de tomate.
Y manos a la obra esto es lo que yo utilicé:
Para el Helado
1 ramita de hierbabuena, 4 bolsitas de te verde,1 vaso de leche, 250 ml de nata líquida,70 gr- de azúcar,4 yemas de huevo
Para la ensalada
2 tomates grandes, 200 gr. de queso feta, chalota picadita, Sal rosa del Himalaya (por pijotear, je, je)
Para preparar el helado, ponemos a cocer el vaso de leche junto a la nata líquida, y cuando vaya a romper a hervir, añadimos las 4 bolsitas de te verde.
Incorporamos las hojas de hierbabuena y apartamos del fuego, tapamos y dejamos reposar 5' pasado este tiempo sacamos las bolsitas de té.
Mientras tanto mezclamos las yemas de huevo con el azúcar y la incorporamos a la mezcla anterior, pasándo todo por la batidora.
Colamos y dejamos en el frigorífico un mínimo de 4 horas.
En la heladera dejamos hacer la mezcla durante 40' y ya tenemos el helado que acompañará a la ensalada.
En una fuente ponemos 2 tomates grandes cortados al gusto, el queso fresco, chalota picada y la sal. Yo he utilizado sal rosa porque la textura y sabor me gustaba para esta ensalada. Servimos un poco de ensalada con una bola de helado y ya tenemos un primer plato fresquito para el verano.
Y el helado que sobra se puede tomar otro día de postre acompañado de una galleta de manzana y canela, por ejemplo. ¿Os animáis?
Bon Appétit