Revista Ilustración

Entonces duerme

Por Davidrefoyo @drefoyo
ENTONCES DUERME Tu aquí y yo aquí/ seguimos unidos/ vivimos todo por igual Leño Desayuno café mientras converso con un sacerdote y me doy cuenta de que soy una persona llena de fe. Creo en ti; eso es todo. Desconozco la distancia exacta a la que se encuentran los cuerpos, a cuántos kilómetros del agua. No he podido detenerme a escribir los versos que quise recitar, así que cualquier porción de piel y sangre queda reducida al lenguaje mezquino y utópico de los SMS, de las llamadas telefónicas. La cobertura. Las peticiones; las consecuencias. La ausencia de sueño sustituidas por un dolor armónico en las yemas de mi mano izquierda. He tocado canciones para el viento, cargadas de dignidad y poesía. ¿Cuál es el grito más fuerte que existe? El grito del amor, sin ninguna duda. Aquel que nos indica la dirección, tus manos; el código postal. El alcohol es una excusa para sacar de nosotros las preguntas que llevamos a la espalda. No vas a quererme nunca, dijiste. Yo sonreí. Solo, en mitad de la plaza. Tomé otro trago. Avancé unos metros. Desaparecí. No sé lo que estás haciendo en este preciso instante, pero... nada. Fumamos todo el tabaco fabricado desde 1996 y pensé en todas y cada una de las palabras que no dije. Que no me atreví. Que no tocaban. Después me fui a dormir. 47 horas y 20 minutos después, comprendí que ya podía volver a soñar.

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