
Me fascina el urbanismo. Confluyen en él la arquitectura, la ingeniería, las ciencias sociales y económicas, la ecología, el derecho, el arte. Todo concatenado para transformar, reinventar rincones de las ciudades cuyos ciclos aparentemente se han cumplido. Ese es el caso de High Line en el oeste de Manhattan, Nueva York que está cumpliendo 20 años desde sus primeras ideas visionarias y 10 desde que recibió a sus primeros visitantes. Como si no fuera magnífica toda la evolución, propone imaginar cuál será el próximo hito. “What’s next?” interpelan sus afiches este año 2019.
Allá por 2012 y cuando lo ví por primera vez escribí: “Es un espectacular parque elevado que aprovecha el espacio que en 1980 las vías de unos trenes dejaron al replantearse su funcionamiento. Son cuadras y cuadras que se contonean con plazas secas, plantas rústicas, espacios verdes y hasta una platea que sobrevuela la avenida invitando a mirar el tráfico característico”. Siete años después, veo mucho más....
Veo que el contoneo del parque se desliza entre edificios diversos, inimaginables cuando todo esto comenzó alrededor (o sobre) estructuras industriales. Los hay antiguos con sus clásicas escaleras exteriores o futuristas con formas, aberturas y materiales no convencionales incluyendo a la altura de la 28th Avenue uno diseñado por la mismísima Zaha Hadid poco antes de su temprano fallecimiento a sus 65 años. Las mentes más geniales están (y permanecerán) presentes convirtiendo a la zona en un boom inmobiliario y un indiscutido hito de la ciudad. Hadid, arquitecta notable que paradójicamente se convirtió en experta en perforar techos de cristal, fue una de ellas. Basta recordar que tuvieron que pasar 25 años desde su primer entrega para que Zaha de convirtiera en la primera mujer en recibir el Premio Pritzker en 2004 (es considerado el reconocimiento máximo de arquitectura). Solo diré de su estilo que, como se observa en su “520 West 28th by Zaha Hadid” logra hacer lucir al material sólido y firme de la arquitectura como seda oleando deliciosamente, sin colapsar, suspendido en el aire, siempre curvilíneo. Así, como si nada, sostiene enormes ventanales que a la vez que lucen como una escultura para quienes lo vemos desde afuera deleitan a sus habitantes con las vistas de Nueva York cuidando al mismo tiempo de su privacidad.
Fue un sábado distinto. Comenzamos el día en el extremo sur del High Line donde se emplaza desde 2015 el nuevo edifico del Whitney Museum diseñado por otro destacado arquitecto, Renzo Piano. Su estructura es fenomenal y personalmente lo que más me gusta es, no sólo su dimensión que genera ambientes que exalta las obras que alberga, sino especialmente, los espacios aterrazados de más de 13 mil metros cuadrados y sus ventanales. Ya sea fuera o dentro del Museo, podemos alternar a las obras de arte con espectaculares vistas de la ciudad, con el pulso del Meatpacking District y el del Río Hudson que nos deja ver en el horizonte a la mismísima Estatua de la Libertad. Las terrazas nos permiten jugar como en una plaza disfrutando de instalaciones escultóricas y subiendo o bajando de un nivel a otro, siempre al aire libre, asomándonos a pequeños balcones panorámicos que nos ofrecen siempre un poco más, descubriendo los distintos planos de la línea del cielo a medida que nos movemos. Las obras que más me gustaron esta vez fueron las flores “The White Calico Flower” (1931), y “Music, Pink and Blue Number 2” (1918) de Georgia O’Keeffe. Y una escultura de Simone Leight... Simone será un post aparte...

Dejando ya atrás el Whitney y comenzando a caminar por el High Line, las obras de arte nos siguen acompañando, esta vez, emplazadas entre las plantas, las mismas que soportan la nieve del invierno, ahora muy verdes en pleno verano. Nos encontramos con “Five Conversations” (2019) de Lubaina Himid. ¿Son esculturas? ¿Retratos? ¿Simplemente puertas? Lo que es claro es que estas mujeres conversan entre ellas, hacen abstracción de nosotros que sistemáticamente pasamos y las fotografiamos. Y ¿qué decir del enorme reloj “Silent Agitator” (2019) de Ruth Ewan? Las icónicas esculturas de Robert Indiana están pegadas al edificio de Zaha. Nos sorprende con una composición que en el centro ubica al clásico “The American Love” esta vez en blanco, azul y rojo escoltado a la izquierda por un “Amor” en rojo y amarillo y a la izquierda por un Ahava de color cobre. Inglés, castellano y hebreo, tres de los idiomas con mayor influencia en la ciudad buscan, según Indiana, celebrar la inmigración y la diversidad de la lengua.


Y ya cuando suponemos que nada más puede sorprendernos, el paisaje se torna futurista. Mirando hacia arriba, vemos rascacielos con coronaciones sofisticadas y terrazas suspendidas, hacia abajo un edificio plateado se asoma enorme con textura ..¿inflada? y en el medio...una .... ¿colmena gigante? Todo eso explota ante nuestra vista cuando nos despertamos del viaje de ensoñación artística, paisajista, urbanista luego de recorrer al High Line desde el extremo sur. Es la señal de que llegamos a Hudson Yards. El edificio flexible plateado adaptable en su dimensión a lo que requieran distintas performances culturales se denomina “Bloomberg Building” en reconocimiento a la visión transformadora y liderazgo de Michael Bloomberg, quien en 2005 y siendo alcalde de la ciudad preservó estas parcelas para uso cultural y desarrollo de la zona.


Para terminar diré que el street art del High Line es una fiesta. Destaco tres obras increíbles. Las tres coloridas estatuas de la libertad de la alemana Dorothy Iannone que lloran bajo el lema: “I lift my lamp beside the golden door”, cita del poema de Emma Lazarus “El nuevo Coloso” relativo a la aspiración de libertad y ambición de las corrientes inmigratorias que recibió Estados Unidos. Son tan impactantes que es inevitable sentarse en las gradas puestas frente a ellas para detenernos y mirarlas. ¿Por qué lloran? ¿Será el momento político que vive el país y los debates sobre la inmigración? También, destaco a Madre Teresa y Gandhi por Kobra, colorido e inconfundible como siempre y por último... también de Kobra como apariciones traviesas entre edificio y edificio a Andy Warhol y Frida Khalo. Hay más personas acompañándolos pero solo ellos se dejan ver desde el High Line así que hasta acá llego...


