Revista Expatriados

Entre ulemas y erdoganes (4)

Por Tiburciosamsa

Y en esto llegó el 11 de septiembre de 2001, que Mahathir supo manejar con gran habilidad. El 2 de octubre de 2001 Malasia declaró ante la Asamblea General de NNUU que condenaba el terrorismo en todas sus formas y manifestaciones. Aparentemente se situaba entre los aliados incondicionales de EEUU, pero en los meses siguientes Mahathir supo posicionarse de tal manera que, sin poner en duda la alianza con EEUU, se permitía críticas sobre la manera en que EEUU estaba llevando a cabo la campaña contra el terrorismo en Afghanistán e Iraq y sobre la falta de avances en el Proceso de Paz de Oriente Medio.El 11-S también le sirvió a Mahathir para reforzar el control estatal sobre los centros educativos islámicos y para proyectar la imagen de que había un Islam bueno, pacífico y civilizatorio, que era el que promovía UMNO y otro malo, violento y radical, que era el que defendían todos los demás, PAS incluido. Yendo más lejos todavía, Mahathir trató de encontrar vínculos entre el PAS y la Jama’ah Islamiyyah. El PAS reaccionó con enorme torpeza y le hizo el juego a Mahathir cuando organizó manifestaciones anti-norteamericanas y mostró su apoyo al gobierno de los talibanes. Nunca he entendido bien lo que buscaba el PAS con una estrategia tan torpe. Si lo que quería era galvanizar al votante musulmán malayo y que abandonara en masa al UMNO, se equivocó de parte a parte. En unas pocas semanas echó por la borda todo el trabajo realizado por Fadzil Noor para dar un rostro moderado al PAS. Y, para colmo, Fadzil Noor, tal vez el único líder que hubiera podido reconducir la situación, murió en junio de 2002 tras haber sido intervenido del corazón.Los errores cometidos le pasaron factura en las elecciones generales de 2004. El PAS perdió 20 escaños, quedando reducido a siete de los 219 escaños de la cámara, y perdió también el estado de Terengganu. El PAS había conseguido asustar a los malasios no musulmanes e incluso a muchos musulmanos moderados. El liderazgo del PAS aprendió la lección. Nuevamenteel establecimiento de un Estado Islámico quedó relegado en la agenda del partido y las cuestiones sociales y de justicia social pasaron al frente con un puntito de populismo. Así, el programa electoral incluyó promesas como la educación gratuita, el acceso gratuito al agua y gasolina barata. El PAS también defendió una política fiscal progresiva. Incluso en un guiño al electorado no-malayo hizo alguna alusión a la meritocracia. Eneste lavado de imagen su aliado Anwar Ibrahim, líder del Partido Keadilan, también le echó alguna mano, al afirmar que tampoco había que tomarse tan en serio la imagen de islamistas furibundos del PAS.Las elecciones de 2008 fueron una repetición ampliada de las de 1999. Se vio que los buenos resultados de la coalición gobernante del Barisan Nasional en 2004 habían sido coyunturales y que la tendencia era a la baja. Por primera vez el Barisan Nasional no consiguió hacerse con los dos tercios de los escaños de la Cámara. El PASconquistó 23 escaños, 16 más que en las anteriores elecciones, pero siguió moviéndose en porcentajes de voto en torno al 15%. Insuficiente para convertirse en una alternativa seria o reclamar el liderazgo de la coalición opositora del Pakatan Rakiat. Como compensación conservó el estado de Kelantan y recuperó el de Terengganu. Describir la evolución del PAS en los casi seis años transcurridos desde las elecciones de 2008, resulta complicado. Una manera de contarlo sería que en este período el partido se ha debatido entre los erdoganes (los reformistas) y los ulemas (los conservadores). Los primeros entienden que la sociedad malasia ha cambiado y que el PAS nunca conquistará el Gobierno sin el apoyo de los no-malayos e incluso de los malayos musulmanes tibios y para ello debe renunciar a colocar en primer término su reivindicación de un Estado islámico. El lema defendido por esta corriente es “PAS for all” = “PAS para todos” que parece sacado de un anuncio de seguros de vida y trata de lograr la cuadratura del círculo, haciendo que un partido que nació pensando en los malayos musulmanes y campesinos pueda resultar atractivo al resto de la sociedad. Los ulemas, por su parte, no quieren entender que la sociedad ha cambiado e incluso la noción de un malayo que no abrace el Islam con entusiasmo se les atraganta. En el fondo los ulemas siguen pensando en los mismos términos que Yusof Rawa en los ochenta.El congreso que el PAS celebró en junio de 2011 fue visto por algunos como el congreso de la renovación. Porprimera vez el partido no escogió a un ulema como su vicepresidente, si no a un político normal, Mat Sabu, y además aupó a una serie de políticos erdoganes a posiciones de liderazgo. Esta nueva generación de políticos mostró que el terreno donde el PAS debía ganar las elecciones era el de la lucha contra la corrupción de UMNO y los proyectos publicos dispendiosos, así como en el de las políticas sociales\Esto habría estado muy bien si poco después Mat Sabu no hubiera tenido una de esas meteduras de pata que hacen historia, al afirmar que, en el incidente del ataque de la guerrilla comunista a la estación de Bukit Kepong en el que 26 policías malasios murieron defendiéndola junto a soldados británicos, los verdaderos héroes habían sido los atacantes comunistas. Para contrarrestar esa metedura de pata que sentó muy mal en muchos sectores, el líder espiritual del PASA, que además era el Primer Ministro de Kelantan, Nik Abdul Aziz, aumentó el envite y en septiembre de 2011 anunció que su intención era instaurar un Estado islámico, así como la ley penal islámica, el hudud. Los meses sucesivos probarían que el problema no consistía en que a los líderes del partido se les calentara la boca con excesiva facilidad, sino en que ninguna de las dos alas del partido quería dar su brazo a torcer y por no coincidir no coincidían ni en el curso que estaba tomando el electorado malasio. Los ulemas, en particular, creían que lo del “PAS for all” era una inmensa chorrada que estaba haciendo que perdiesen votos de malayos musulmanes sin ganar a cambio votos de los no-malayos. En su opinión, el PAS no debía perder su norte que todo el rato había sido el establecimiento de un Estado islámico. En sus críticos a los erdoganes los ulemas recibieron el inestimable apoyo de las juventudes del partido, que entre campaña para condenar la fiesta de San Valentín (sí, es una horterada, pero de eso a prohibirla…) y oposición a la celebración de conciertos de rock, encontraron tiempo para defender que el objetivo del partido debía de ser la islamización del país. Lo que unos y otros no advertían es que aireando tantos desacuerdos estaban cabreando a sus socios de coalición, inquietando al electorado no-malayo y decepcionando al electorado musulmán conservador. Las elecciones de mayo de 2013 pondrían de manifiesto los resultados de estas equivocaciones. El Barisan Nasional obtuvo los peores resultados de su Historia, pero el PAS no se benefició de esto: perdió dos escaños y su porcentaje de votos se mantuvo en el 14’5%, igual que cinco años antes. Peor todavía, el UMNO que fue el partido que obtuvo mejores resultados en la coalición gobernante, los consiguió gracias a que se atrajo a parte de la población malaya musulmana rural, la base electoral tradicional del PAS.Los resultados electorales representaron una dura decepción para el partido y empezaron a llover los capones, sobre todo en dirección al sector erdogan al que se acusó de haber provocado la derrota con sus políticas que les habían alienado las simpatías de su base electoral tradicional. En noviembre de 2013 el PAS celebró su congreso y allí el grupo ulema, apoyado por buena parte de las juventudes del partido, intentó barrer del mapa a los erdoganes. Inesperadamente los erdoganes resistieron el envite. Abdul Hadi Awang, representante de los conservadores, conservó la Presidencia del partido, pero Mat Sabu fue reelegido Vicepresidente por un margen de votos mayor que en 2011 y de las tres vicepresidencias adjuntas, dos fueron para erdoganes. El único sitio donde los ulemas se revelaron preponderantes fue en las juventudes del partido, gracias a una generación nueva de miembros muchos de los cuales se han formado en Oriente Medio.El PAS es un buen ejemplo de los problemas a los que se enfrentan los partidos islamistas en muchos países. Si se atienen a su ideario fundacional, descubren que su atractivo electoral es limitado. Si optan por una agenda más social que deje las cuestiones de la shariah y del establecimiento de un Estado islámico en segundo término, descubren que el partido se les divide entre reformistas y conservadores. Esta es el dilema en el que se encuentra actualmente el PAS. Si los erdoganes no le encuentran una solución pronto, el futuro del partido estará con los ulemas, cuyos jóvenes cachorros vienen pegando fuerte y quieren regresar a las esencias fundacionales.

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