Hoy “Lo que viene siendo una documentalista” tiene el honor y el privilegio de entrevistar al autor de obras como Las palabras mágicas y El rostro de la sombra: Alfredo Gómez Cerdá. Y como siempre, es una oferta que no podrás rechazar.
Ha "publicado más de ochenta libros –aunque muchos son cuentos cortos– y he viajado por muchas partes hablando de ellos con niños y jóvenes de todas las edades" (Alfredo). Es una persona que trasmite pasión por su trabajo, y depués de tantos años escribiendo, llama la atención que siga inventándose historias. como aquel chico de barrio que un buen día escribió en el cuaderno de matemáticas y se juntaron los cuentos con los problemas.
Espero que disfrutéis de la entrevista como yo lo he hecho.Gracias Alfredo.
-Me ha llamado la atención que muchos de sus libros han sido traducidos al coreano, al chino e incluso al esperanto. ¿Tiene lectores fieles fuera de España?
Por el número de libros traducidos, tendría que afirmar que son los coreanos los que más siguen mis libros, pues ya son muchos los títulos que se han publicado en ese país. En Europa se lleva la palma Italia, donde el próximo año saldrá la traducción de “Barro de Medellín”. Es difícil hablar de lectores fieles en el extranjero desde España, sobre todo si pensamos en países como China, Japón o Corea. Sinceramente, no lo sé. Yo pienso que quizá escribo de una forma, o toco una serie de temas, que gustan e interesan en otros lugares, lo que me alegra. Nunca me han llegado testimonios de estos países asiáticos; sin embargo, sí me llegan muchas cartas (correos electrónicos a mi página web y a través de las redes sociales) de lectores de Sudamérica; de México, de Argentina, de Chile, de Colombia, de Perú… Con algunos colegios de estos países he llegado ha mantener video conferencias.
-Aunque es una pregunta un poco difícil, ¿Cuál es su libro favorito y por qué?
El favorito, por supuesto, es el que estoy escribiendo en la actualidad, que no tiene aun título. Siempre me ocurre así. De los publicados, como dices, es difícil elegir. En literatura infantil te diría “Timo Rompebombillas”, “Apareció en mi ventana”, “La jefa de la banda”, “Barro de Medellín”, “El negocio de papá”… En literatura juvenil, “La casa de verano”, “Las siete muertes del Gato”, “Noche de alacranes”… Imposible quedarse con uno solo. Los que he citado no es que los considere mejores, sino que son obras a las que, con el paso del tiempo, he ido cogiendo un cariño especial, a veces por motivos extraliterarios. Tienen algo, en su gestación, en su escritura, en sus personajes, en su atmósfera… que los ha hecho especiales.
Siempre he pensado que al escritor no le toca decidir cuál es su mejor libro. Eso lo decidirán los lectores y, con toda seguridad, el paso del tiempo. Eso sí, cuando me pongo a escribir un libro nuevo siempre pienso que va a ser el mejor. No el mejor de los míos, sino el mejor del mundo. Otra cosa, claro, es conseguirlo.
-Lleva escribiendo en su blog “Falso diario” desde enero del 2008, muchísimo antes del boom de las redes sociales e Internet 2.0. Ya que tiene perspectiva, ¿Cómo ve el aluvión de blogs y redes sociales en la actualidad?
Me parece muy bien que todo el mundo quiera tener un blog, expresarse, etc. etc. El problema es dónde encontrar lo que merece la pena. Una sentencia muy antigua dice: cuanto más ruido, menos claridad. Y ese es el problema. Todo el mundo puede escribir una novela, unos poemas, un ensayo, y puede colgarlo en internet; pero, insisto, en ese maremágnum, ¿cómo encontrar la excelencia y no perder el tiempo con cosas sin importancia? La mayor parte de los contenidos de blog, de comentarios en Facebook y otras redes, son intranscendentes y solo interesan a quien los escribe (y a veces ni eso). Los blogs, las redes sociales, son medios extraordinarios para expresarnos y comunicarnos. He dicho “medios”. El problema es cuando los medios se convierten en fines, y eso está pasando. Hay un culto al medio, pero no nos preocupa mucho el fin.
-Es poco conocido que escribió guiones para películas como “El cachorro de Howard Bridges” al comienzo de su carrera. ¿Cómo fue la experiencia?¿Le ha resultado más sencillo escribir libros?
Es tan poco conocido que casi ni me acuerdo. Fue a comienzos de los años ochenta. Colaboré con una productora cinematográfica, donde, sobre todo, hacía guiones cinematográficos de algunas novelas de las que habían comprado los derechos. El guión que citas sí era original mío. El problema es que no me gustaba el tipo de cine que hacían allí y acabé un poco desilusionado. Podemos decir que no di con las personas ni con los proyectos adecuados. Lo que nunca he abandonado ha sido el teatro y sí, es posible que el lenguaje teatral, la importancia de los diálogos, sí que me haya influenciado a la hora de plantearme la escritura de una novela. Siempre me dicen que tengo facilidad para los diálogos.
-Realiza muchos encuentros con niños y jóvenes, ¿Sigue queriendo ser un Peter Pan? ¿Le ayuda para seguir escribiendo literatura infantil y juvenil?
Me encanta la novela “Peter Pan y Wendy”, y a veces he dicho que me hubiese gustado escribirla (por supuesto con mi estilo y con mi visión de las cosas, que es distinta a la de J.M. Barrie); pero nunca he querido ser como el personaje, es decir, no tengo el síndrome de Peter Pan.Los encuentros con niños, jóvenes e incluso adultos forman parte de mi vida y creo que no podría renunciar a ellos. Me gusta la comunicación directa con los lectores y eso me ayuda a entenderlos, a no perderlos nunca de vista, a no encerrarme en una torre de marfil. De esta manera puedo dirigirme a ellos de tú a tú. Ellos siempre me aportan mucho.
-Su último premio ha sido el Premio Hache, otorgado por ser la novela más votada por jóvenes entre 12 y 14 años. ¿Qué opina de este tipo de iniciativas? ¿Es la nueva forma de acercar autores a lectores?
Los premios Hache y Mandarache son una iniciativa increíble que lleva a cabo desde hace años el ayuntamiento de Cartagena, en colaboración con institutos, bibliotecas y otras instituciones, y lo es porque surge en medio del panorama culturalmente desolador en el que nos estamos moviendo en nuestro país. Han conseguido poner a leer a los jóvenes de una ciudad entera. Y lo más peculiar –y bonito– es que al final sean los propios lectores los que elijan al ganador, a través de una votación. Para mí ha sido un orgullo que votasen a mi libro. Esto, sin duda, es una forma de acercar los autores a los lectores, de animar a leer, de fomentar el gusto por los libros… Es un hecho cultural en el mayor sentido de la palabra, que debería servir de ejemplo para otros. Ponen de manifiesto algo que muchos se empeñan en negar: que a los jóvenes sí les gusta leer.
-La novela galardonada con el Premio Hache ha sido “El rostro de la sombra”. La obra trata el tema de las grabaciones de los jóvenes realizando actos peligrosos para luego colgarlos en la red. ¿Cree que los jóvenes han asumido este tipo de acciones como parte de su entretenimiento?
Sí, y ese el precisamente el problema. No controlan la frontera entre el entretenimiento y lo que podría ser un delito de consecuencias terribles. Han accedido masivamente a las nuevas tecnologías, que dominan con pericia, pero se han olvidado de hacer una reflexión ética sobre sus propios actos. Pero, claro, pedir a los jóvenes una reflexión ética cuando nuestra sociedad entera ha enterrado la ética, no deja de ser algo contradictorio. Eso es lo que plantea la novela, y los adultos no se quedan al margen en la historia. Estamos desterrando de la educación la ética y las humanidades, sin darnos cuenta que ahora son más importantes que nunca. Para mí siempre un libro –cuando lo leo y cuando lo escribo– es una doble reflexión: ética y estética.
"Un libro es un puente entre dos corazonez, el vuestro y el mío"Alfredo Gómez Cerdá