Por: Laura Liz Gil Echenique
En la década del 70 del siglo pasado se legitimó el performance como una práctica artística que, proveniente del teatro, tuvo validación dentro del llamado mundo de las bellas artes. Esta nueva disciplina abogaba, en sus inicios, por una mezcla entre las manifestaciones existentes, como en el caso de Fluxus o de J. Beuys, y pretendía satisfacer las necesidades de un público exigente y abierto a la experimentación.
Cuarenta años después, el performances continúa siendo una ruta de expresión, aunque ya no posee, en la misma medida, esa impronta de rupturas que en su momento lo dotaron de mayor espectacularidad.
El performance Paradoja, de Pedro Ocejo, abrió nuestro festival; y a pesar del abrumador sol del mediodía, conseguí hacerle unas preguntas sobre su trabajo.
L.L: ¿Desde cuándo te interesa el performance y cómo se inserta esta pieza dentro del resto de tu trabajo?
P.O: Bueno, este es mi segundo performance. Inicié esta serie de acciones desde mi ingreso en el ISA con la intención de partir de la escenografía como punto de confluencia entre varias manifestaciones. Yo soy graduado de Plástica en la especialidad de Pintura, y al comenzar en la Facultad de Teatro he adquirido una mayor experiencia en relación a lo performativo y a la relación entre el actor, la escena y el público. Me interesa crear un ambiente coherente y que ofrezca diferentes propuestas.
L.L: ¿Es el mito de Sísifo algo recurrente en tu trabajo o es sólo algo de lo cual partiste en esta ocasión?
P.O: Lo que me interesa es trabajar con el personaje X, desarrollar una determinada acción que a su vez produzca una reacción en el público, y manipular este personaje desde su no identificación. Este performance surgió del texto de Albert Camus sobre el existencialismo y el mito de Sísifo, el cual me interesó particularmente por el análisis que hace del sujeto como ente autómata, como un personaje que hace algo sin desarrollo. Lo que me propuse a partir de esta obra, sin tener que llegar a hacer una ilustración de ella, fue reinterpretarla basándome en la relación objeto- sujeto, en este caso el objeto es la rueda que simboliza el aparente progreso.
L.L: ¿Qué importancia le das al público en relación con tu trabajo? ¿Esperas que reaccionen de una manera determinada o te interesa provocar algún tipo de sensación?
P.O: El público para mí es lo primordial, sin público no hay puesta en escena. Lo que me interesa es que exista una interacción, y esto se da desde el mismo momento en que el público decide ver mi trabajo, pues ya este primer acercamiento lo invita a analizar e intentar comprender lo que yo le estoy mostrando. Esa es la manera en la que el público participa de mi trabajo.
L.L: ¿Te interesa que el público experimente una sensación de monotonía, de cansancio producto del sol y/o del tiempo de duración del performance?
P.O: Me interesa que el público espere todo el tiempo que va a pasar algo y, sin embargo, no pase nada. Un poco en defensa de la tesis del hombre que no produce nada y que está estancado como un sujeto X.
L.L: ¿Por qué el título de Paradoja o Con-sumo?
P.O: Con-sumo por el mismo hecho de ser un producto, pues el personaje es un elemento del cual consumimos. En el caso de Paradoja es por la relación que se establece entre el sujeto y la rueda a manera de contradicción del ciclo de Sísifo que nunca termina.