"Creo en el relato, pero no lo enfrento a la novela"
Francisco Ortiz
Entrevista de Carolina Molina.
Francisco Ortiz (Ugíjar, Granada, 1967) es un escritor que con paso firme está construyéndose su propio camino en el mundo de la literatura. Sus relatos han aparecido en distintas antologías y edita su propio blog dedicado a la Novela negra y el Cine negro. Pero ahora, da un paso más allá y publica su primera novela, Última noche en Granada (Mira editores) con la que demuestra que es capaz de hacer mucho más y que está dispuesto a demostrárnoslo.
En esta entrevista concedida a El Heraldo del Henares, Ortiz habla de su novela y de sí mismo.
EHH- Francisco: Ultima noche en Granada ¿en qué género literario la encuadrarías?
FRANCISCO ORTIZ: No creo que pueda encuadrarse en el que parece más fácil: la novela negra. Porque hay al menos dos capítulos -los más largos y más literarios del libro- que responden a otros intereses: el diálogo teatral y la indagación psicológica. Además, tiene una parte importante de indagación existencial (me he formado como escritor leyendo a Sartre y a Camus, no puedo olvidarlo). Así que es difícil ponerle una sola etiqueta. Salio, eso sí, y se está vendiendo como una novela negra.
EHH: Hay una gran proyección del personaje protagonista. El estilo es intimista y contado en primera persona, son casi unas reflexiones sobre la vida y la muerte.
FRANCISCO ORTIZ: Claro. Si alguna influencia tiene la voz del libro es la de algunos narradores que he encontrado en novelas de Dostoievski, el autor al que más admiro y al que con más atención leo. Esos narradores que se interrogan sobre su vida, sus acciones, sus carencias, sus miedos, su situación en la sociedad en la que han nacido y crecido.
EHH-¿Quién es Luis Castillo, el protagonista?
FRANCISCO ORTIZ: Un personaje que le debe más a la vida real que a las novelas, a la ficción. No ha surgido de mis lecturas, sino de la calle, de las conversaciones íntimas y los secretos contados en lugares propicios. Creo que todo cuanto dice y vive es perfectamente creíble y cuenta una historia que podría haberle ocurrido al vecino de la puerta de al lado.
EHH.-Tu personaje busca la verdad sobre sí mismo, se analiza, se reprocha sus acciones, sin embargo es una persona aparentemente fría y distante. Es un hombre de sentimientos extremos. ¿Cómo juega esta disociación en la novela? ¿Te inspiraste en alguna persona real para enfrentarte al personaje de Castillo?
FRANCISCO ORTIZ: No creo que Luis Castillo sea frío. El que es frío no se cuestiona sus errores, no se reprocha nada. Actúa y no se para a ver las consecuencias de lo hecho, asume y olvida de inmediato. Lo que le ocurre a Luis Castillo es que está en un callejón sin salida, que ha sido un inocente y no ha percibido la trama que mueve al mundo, esa maraña de intereses en los que se empiece por desear el poder y se acaba por matar a quien se ponga en medio de lo que desea conseguirse.
Él ha sido un peón más o menos inconsciente en un ajuste de cuentas y sólo con el paso del tiempo y la distancia física necesaria va dándose cuenta de quién es en verdad, qué cree, en quién y en qué cree. Con mucha gracia, su compañera le dice “Mi Luis, el anarquista”.
Pero es hijo de un fascista que se enriqueció durante el franquismo, es un ex policía sin vocación, un pasivo que no ve que el tiempo pasa irremediablemente. Por fortuna, su compañera, más realista y vital, le va trayendo de vuelta y lo pone a este lado del espejo.
EHH-¿Cuál fue tu método de trabajo previo a la novela? ¿Te documentaste para recrear el mundo policial?
FRANCISCO ORTIZ: No me interesan las técnicas policiales, aunque las conozco bien, y no leo apenas novelas protagonizadas por policías. Me he documentado preguntándoles a dos policías, es verdad, pero solo para no cometer errores imperdonables. Tenía la historia en la cabeza, sabía a dónde quería llegar con ella, y apenas me moví del guión mental.
Apenas tomé notas y la escribí pausadamente, en Almería y en Granada, en cuartos y en balcones y en terrazas y donde se presentaba la ocasión. Lo más importante para mí de una novela es la labor de poda que hay que llevar a cabo con los borradores: quitas tantas tonterías y tantas equivocaciones que cuando mandas la novela por ahí, para que se lea, lo haces con una humildad sanísima.
EHH.-Los diálogos entre Luis y Beatriz, su novia, son muy reales, lo mismo ocurre con los que mantiene Luis con su amigo Pedro, el policía. Eres un gran observador del carácter humano, parece que fotografíes a los personajes. Sin duda es debido a tu vocación de fotógrafo. ¿Hasta qué punto se relacionan tus dos vocaciones, la literatura y la fotografía?
FRANCISCO ORTIZ: Procuro que no tengan relación ninguna. Si escribo, no hago fotos ni en los cumpleaños. Y si me dedico una temporada a fotografiar no leo libros de ficción. Puede parecer, por la manera de presentar la historia de manera parcelada y continuamente interrumpida por espacios en blanco entre los párrafos, que escribo con fotografías en la cabeza, uniendo imágenes mediante palabras, pero esto es anterior a mis trabajos fotográficos y obedece a un instinto por el que me dejo llevar y refleja mi visión de la realidad en el siglo XXI, tan fragmentada, creíble solo sumando detalles, uniendo fragmentos, dando saltos hacia delante y hacia atrás continuamente, observando ya no en conjunto, como Balzac, sino lo más cercano, lo que se domina, lo que está casi en nuestras narices.
EHH. -Respecto al estilo utilizado juegas a intercalar largos diálogos con párrafos dominados por la reflexión. ¿Piensas que el estilo es más importante que la historia o la historia más importante que el estilo?
FRANCISCO ORTIZ: Yo me traigo a casa libros que me deslumbran por el estilo, que ante todo están bien escritos, sin profusión de frases hechas y cuidando con mimo el lenguaje. Me deslumbran autores actuales como Javier Marías y John Banville, pocas veces he repasado tanto las páginas de un libro como las de “Luna de lobos” de Julio Llamazares.
Pero me gusta que el estilo esté aplicado a la historia que se cuenta, que se vuelva indisociable, que no se convierta en fuegos de artificio, en vehículo de lucimiento. Leyendo a Mario Benedetti, a Ernesto Sábato, uno se cura de todo deseo de exceso y rimbombancia y puede observar cómo se ha de ajustar lo que se cuenta con cómo se cuenta.
EHH-Háblanos de tu faceta como cuentista. Tus relatos han aparecido en antologías como Narrativa actual almeriense o Microrrelato en Andalucía. ¿Cómo surgió tu interés por el cuento y qué esperas de él?
FRANCISCO ORTIZ: Quizá nunca he pensado en serio más que en las novelas, pero aun así tengo un libro de cuentos breves que he acabado hace poco y espero que pueda publicarse dentro de no demasiado tiempo. Creo en el relato, pero no peleo por su valía, su vigor, ni lo enfrento a la novela ni a nada de nada, como hacen ahora muchos practicantes que quieren alzarse tirando obstáculos que sólo ellos ven.
Los grandes escritores se han valido siempre de la forma y han plasmado en más o menos palabras sus historias según tuvieran que decir y contar más o menos. Eso es todo. Cuando escribo un cuento es sabiendo que hay una imagen, dos o tres, una par de ideas, y a veces algo perentorio, algo que solo puede decirse de golpe, como cuando recibes una noticia que te afecta mucho y tienes que contársela a un ser querido rápidamente. Ese es mi método.
EHH-¿Cómo ves el panorama literario del relato corto? ¿Qué crees que se podría hacer para mejorarlo?
FRANCISCO ORTIZ: Leer más a autores como Raúl Ariza y Miguel Sanfeliú y olvidarse un rato de mucho consagrado por los medios que no aporta nada nuevo y no conmueve más que a un grupo de incondicionales del relato que además, como puede verse en ciertas actividades blogueras, solo quieren llevar adelante proyectos personales buscando amparo en famosos y en detentadores del poder. Y digo bien: detentadores.
EHH.-Has editado tu propio blog de novela negra Novela negra y Cine negro. En él incluyes un lema de Dostoievski: “Y no venderá su alma ni trocará su libertad moral por la comodidad.” ¿Es éste tu objetivo en la literatura?
FRANCISCO ORTIZ: También lo tengo en el pórtico del otro blog en el que escribo, “En la Aurora”, que prefiero al de novela negra aunque sea menos conocido. No me importa no publicar nunca en grandes editoriales, no me importa si no venden nunca muchísimos ejemplares de mis libros (si hay más), no me importa no ser nunca muy conocido. Escribo para unos pocos, a los que les hablo ofreciéndoles algunas preguntas que intento que sean más afiladas y más útiles cada vez. No me importan los premios, no me importa no tener una imagen pública, no salir nunca en televisión. Si tengo que decir alguna cosa, la digo y procuro que sea con pasión y con plena convicción. Lo demás no me conmueve ni me apremia.
EHH-¿Estás satisfecho de la acogida de este blog? Cuéntanos cómo surgió la idea de elaborarlo.
FRANCISCO ORTIZ: Surgió para apoyar el blog de un amigo que tenía uno de antes, para mandarle lectores que yo pudiera ganar con el mío. Pero como siempre he sido lector de novela negra, no me quedé ahí y he hablado en él de los autores más representativos y de las novelas que considero fundamentales dentro del género. Pero me he cuidado también de no encerrarme en una habitación sin ventanas y de cuando en cuando hablo de libros como "Las ciegas hormigas" de Ramiro Pinilla, para oxigenar y no volver fanáticos a mis lectores. En el otro blog hablo de todo y dejo caer escritos más personales también.
EHH.-¿Y respecto a la fotografía? ¿Es un pasatiempo o te dedicas a ella profesionalmente?
FRANCISCO ORTIZ: Nunca me dedicaría profesionalmente a la fotografía ni a la literatura. No me gustaría convertir en mi oficio algo a lo que sólo me acerco cuando tengo algo que decir o sobre lo que meditar.
EHH-¿Qué tienes ahora mismo entre manos?
FRANCISCO ORTIZ: Lo que más me importa: una lectura apasionante, un libro con el que llevo un mes: una novela de Dostoievski de la que he ido juntando cuatro ediciones y cuatro traducciones y que confronto y leo sin ninguna prisa, dedicándole mucho tiempo, para ir acercándome todo lo posible a las meditaciones que el gran autor ruso (lástima de mis limitaciones con los idiomas) quería acercarnos con su obra.
Y escribo, claro. Y paso todo el tiempo que puedo leyendo a algunos creadores que tienen blogs interesantísimos y de los que aprendo muchísimo, como Francisco Machuca o Herminia Luque.