Sila y su cara de no haber
roto un plato en su vida...
Lo cierto es que Sila y César no se llevaban muy bien. De hecho, estaban en bandos "opuestos" políticamente hablando. Sila pertenecía abiertamente a los que se llamaban optimates y César compartía más las ideas los populares. Otro día hablaremos de ellos.
Por eso, el dictador hace que César deje su cargo de Flamen Dialis -el sacerdote de Júpiter- y, posteriormente, intenta obligarlo a que abandone a su esposa Cornelia. César, evidentemente, se niega -era un matrimonio que le convenía muchísimo para su carrera política- y tiene que huir de la ciudad para salvar el pellejo.
Es entonces cuando decide alistarse como oficial en el ejército que debía sofocar la guerra contra Mitrídates VI del Ponto y es enviado a una misión diplomática a Bitinia, a visitar Nicomedes IV y reclamar unos navíos de guerra que este había prometido. Corría el año 80 a. C.
Sucedió entonces que este rey le confirió una serie de privilegios que no se vieron con buenos ojos en el Senado: una muy prolongada estancia, pudo descansar en las habitaciones del rey y, además, hizo una segunda visita por razones no muy claras. Rápidamente fue acusado de practicar sexo paviso, que en la casta política de la época era considerado vergonzoso.
<<Reina de Bitinia>>, <<Prostituta bitiniana>>, y <<esposo de todas las mujeres y mujer de todos los maridos>> fueron algunas lindezas que le regalaron los senadores romanos para socabar su prestigio, que exacerbaron los escritores satíricos y terminaron por recoger los historiadores.
Por ejemplo, Suetonio hace de testigo de algunas de las palabras que le dedicaron sus contemporáneos y recoge algunos versos del poeta Gayo Licinio Calvo ("Todo cuanto Bitinia y el amante de César poseyeron jamás") y palabras de Dolabela ("Rival de la reina").
De hecho, Cicerón, en plena sesión del senado, y mientras César como abogado defendía la causa de Nisa, la hija de Nicomedes, le recordó: "Omite, te lo suplico, todo eso, porque demasiado sabido es lo que de él recibiste y lo que le has dado."
Catulo tenía de inocente
lo que yo de astronauta.
Estas son las "delicadas y amables" palabras que dedica en latín a César y a Mamurra, un oficial de su ejército.
LVII.
Pulchre conuenit improbis cinaedis, Mamurrae pathicoque Caesarique. nec mirum: maculae pares utrisque, urbana altera et illa Formiana, impressae resident nec eluentur: morbosi pariter, gemelli utrique, uno in lecticulo erudituli ambo, non hic quam ille magis uorax adulter, riuales socii puellularum. pulcre conuenit improbis cinaedis.PS: Se puede leer una traducción aquí.