Todo mito posee un significado trascendental que expone aspectos de la condición humana… El mito de Eros y Psique, al que nos referimos a continuación, aborda la experiencia del alma inspirada por el amor, la confianza y el deseo de fundirse con el ser amado.
Antes de relatar el mito es oportuno comentar la relevancia que tienen la noción de Eros y Psique tanto en la antigüedad como en la modernidad. Además, nos ayuda a entender mejor el significado que yace en el relato.
«Psique» es una palabra de origen griego, su traducción es “el alma humana”, por lo tanto el personaje es su representación. Esta palabra deja como herencia universal el vocablo «psicología», la ciencia del alma.
Del término Eros proviene la palabra «erotismo» que se asocia al amor pasional. Existen diferentes versiones sobre el nacimiento de este dios; en las épocas más antiguas de la cultura griega se le asocia con la fuerza unificadora del cosmo, el amor puro.
En la mitología romana se le conoce como Cupido, un dios caprichoso, asociado al deseo pasional, hijo de la diosa de la belleza Venus. Esta versión del dios es la que vemos en el mito narrado por el filósofo romano Apuleyo, quien puso en papel una historia contada miles de veces de forma oral.
Aunque se popularizó la representación del dios como un niño travieso, con alas, flechas y arco, en el mito de Eros y Psique, el dios del amor, no se asemeja a un niño.
Eros se flecha a sí mismo
Psique, por otro lado, no nace siendo diosa, aunque es venerada como una.
Es la hija menor del rey de Anatolia. Su belleza exterior es tanta que intimida a los hombres, los cuales le rinden culto y mantienen la distancia de la contemplación. No se acercan para conocerla en profundidad y amarla como mujer, por ello, Psique desprecia su belleza.
No obstante, se gana los celos de Venus (Afrodita) quien manda a su hijo Cupido a lanzarle una flecha para que se enamore del hombre más horrible que encuentre; sin embargo, cuando Eros se consigue con una Psique dormida se convierte en víctima de la pasión amorosa que él provoca en los demás seres, terrestres y celestiales. Eros elige enamorarse de Psique, a pesar de que su amor es imposible, al ser ella mortal y él un dios.
El encuentro entre Eros y Psique tiene lugar después que la familia de la princesa consulte con el oráculo de Delfos el destino amoroso de la muchacha. Apolo arregla el encuentro, ordena que Psique se vista con ropa fúnebre y espere en lo alto de una montaña la llegada de su esposo, un ser inmortal y con poderes monstruosos:
“Fiero y cruel, y venenoso como serpiente; el cual, volando con sus alas, fatiga todas las cosas sobre los cielos, y con sus saetas y llamas doma y enflaquece todas las cosas; al cual el mismo Júpiter teme, y todos los otros dioses se espantan; los ríos y lagos del infierno le temen”.
La luna de miel
Psique es transportada de la montaña a un palacio, gracias al viento, donde es atendida por sirvientes invisibles. En la noche aparece Eros para conquistarla en la oscuridad. Él ya conoce a Psique, pero no deja que ella lo mire ni sepa quién es él… Se lo prohíbe.
Quizá lo que Eros desea es que Psique aprenda a ver con los ojos del alma; sin embargo, la muchacha al sentirse sola solicita la visita de sus hermanas, su conexión con lo terrenal. Debido a la envidia que le produce la prosperidad de su hermana, las muchachas incitan a Psique a descubrir la identidad de su esposo con la idea de que podría ser un monstruo que se coma el fruto de su amor, el bebé que Psique espera.
Por este motivo la princesa armada con una lámpara y una daga descubre el rostro del dios del amor cuando está dormido. La sorpresa de su belleza y la constatación de su linaje hacen que Psique se pinche torpemente con las flechas de su esposo y que descuide la lámpara; en este sentido, cae aceite hirviendo en el rostro del dios. Despierta herido, y decepcionado, por lo que se marcha del palacio reprochándole a Psique la desconfianza.
Después de reconocer a su esposo y mirar sus otros aspectos, Psique se enamora aún más de él; no obstante, también se hace consciente de la imposibilidad de una relación plena.
La penitencia de Psique y el reencuentro
Al quedar desolada la princesa piensa en el suicidio. Aparece el dios Pan, asociado al pánico y los impulsos de la naturaleza, quien la detiene. Psique decide pedir ayuda a las diosas para recuperar el amor de Eros, y después de acudir a Hera y Atenea, sin triunfar, se dirige a Afrodita.
Como última penitencia, la diosa le ordena ir al Inframundo en busca de Perséfone para pedirle un poco de su belleza para recuperar su atractivo. Psique es aconsejada por diversos dioses y logra superar todos los obstáculos hasta tener la belleza de Perséfone en un cofre; no obstante, Psique no se resiste y desea adquirir un poco de belleza para recuperar el amor de Eros. Abre la caja y la embarga un sueño estigio hecho para las almas mortales cuando entran al Hades.
En ese momento Eros se había recuperado de la herida y el deseo lo había llevado nuevamente con Psique. Cuando la encuentra despeja el sueño de sus ojos y luego se marcha al Olimpo a pedirle a Zeus permiso para casarse con ella. Zeus se lo concede, haciendo a Psique inmortal e intercediendo para hacer las paces con su madre.
De la unión de Eros y Psique nacería Hedoné, la representación del placer o la voluptuosidad.
Eros y Psique son eternamente felices luego de superar las adversidades. Gracias al deseo y la fortaleza del alma logran conectarse, comprenderse y superar la distancia que los separa.
Revista Ciencia
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