La jugada de la que tanto se habló y que desgraciadamente nos deja sin Neymar para el resto del mundial, es otra buena noticia para Colombia, es parte importantísima de la reconstrucción de la selección Colombia inaugurada por el equipo que perdiera en cuartos con Brasil tras haber hecho el mejor mundial de su historia. El modo en cómo se discutiera tanto desde el plantel como desde los medios será crucial a la hora de reconocer si el error del excelente lateral derecho colombiano dejará algo positivo.
Además de jugar el mejor fútbol del mundo cuando se decide y aún con sus grandes dificultades, Brasil sabe usar el límite del reglamento, especialmente cuando es local, especialmente cuando es el protegido de la FIFA, como hiciera en la final de la copa América 2007 y tantas veces otras. Ellos saben ir al choque, de frente, tan impiadosos como Zúñiga pero más sutiles, y nunca como primera opción. Cargan el partido de una intensidad física que los favorece cuando se reconocen inferiores o parejos con el rival. Porque saben más que nadie de la importancia de la fluencia del juego, por todos los medios posibles tratan de impedir que el rival hiciera más de dos toques seguidos. Cuando tienen la pelota, sale a relucir la genética brasilera, dominan pelotas imposibles, sacan jugadas de lo injugable, fantasean si están inspirados, y salen pentacampeones. En fin, lo que conocemos de Brasil.
Si el árbitro es permisivo, aumenta la eficacia de la estrategia brasilera pero, aún cuando el árbitro cobrara las faltas y amonestara, los brasileros se escalonan para que no hubiese una acumulación de faltas por parte del mismo jugador, e igualmente se interrumpe el juego del rival que, si no encuentra fútbol, si no supera con juego todos los obstáculos, tendrá dos opciones: Se verá como un equipo impotente, sin armas, entregado, como se vio a la Argentina de la copa América 2007, o incurrirá en el error de desquitarse con violencia en una o dos jugadas que pueden decantar en expulsiones o en la lesión del contrincante, con la brusquedad expresando la frustración.
Zúñiga comete una falta ingenua a la vista de todos y con exagerada violencia, debió haber sido expulsado, y cargará con la merecida cruz de haber sacado del mundial a una de las figuras de este deporte que tanto nos gusta a la gente. Zúñiga, que habrá cometido no más de seis faltas en cinco partidos, que no se caracteriza por ser brusco sino por ser víctima de brusquedades, mancha un poquito la excelente actuación de la selección Colombia en el Brasil 2014, hace quedar mal a compañeros, entrenadores, hinchas, y le da pie a los que siempre están esperando cualquier mínimo tropiezo para caer encima de quienes hacen las cosas bien.
Según dónde pusiera el énfasis cuando llegara la hora de analizar cada situación del mundial, Colombia aprovechará el error de Camilo Zúñiga, a quien se le debe una actuación impecable en eliminatorias, muy buena en el mundial, y una muy buena conducta en general. Si el análisis se enfocara en justificar el error detrás de la disconformidad con los árbitros, salvarán un error cometiendo otro peor. Colombia necesita aprender más de lo extrafutbolístico porque, desde el juego y desde el espíritu deportivo, no hay mucho lugar para reproches.
La jugada de Zúñiga es una buena noticia para el fútbol colombiano. Es un error que es preferible cometer en un equipo con buena conducta como ha sido el de este mundial, y con un entrenador al que es imposible endilgarle actitudes antideportivas. Si tanto habla el mundo del despegue del fútbol colombiano a nivel de selecciones, de lo importante que ha sido este paso inaugural, gigante con vistas a futuro, la jugada que ha derivado en la pérdida de un jugador para el resto de la competencia no debe pasar desapercibida. El próximo lateral derecho colombiano debe nacer con este aprendizaje en su ADN.