Revista Arte
Así, con este peculiar título, resume Steiner su biografía. Pero quién, me pregunto, al final -o en el transcurso- de su vida se daría a sí mismo matrícula de honor, en vez de sentir que faltaron tantas cosas y hubo tantas que hizo mal.
En cualquier caso, pienso, esto es lo que haría el sujeto en cuestión, pero está por ver si el examen final será autoexamen meramente o habrá un buen tribunal que nos sorprenda con sus calificaciones.
En definitiva y volviendo a una discusión anterior, ¿cómo se puede acertar en esta vida? o ¿por qué dice Aristóteles que "hay muchas formas de equivocarse y sólo una de acertar? A la primera pregunta, como es obvio, no tengo respuesta. Para responder a la segunda tendría que remitir a la teoría de la virtud aristotélica y no sé si es el lugar. En resumen a lo que apunta (y a lo que iba) todo esto es que acertar, encontrar ese justo medio, es propio del virtuoso, pero la adquisición de la virtud es una tarea dificultosa. Ese justo medio de las acciones es un mero punto e incluso cuando ponemos todo nuestro afán, podemos dar el golpe mal. Sin embargo, para errar se tiene todo el terreno restante. Ancha es Castilla.
Si caemos en la cuenta de que hay más posibilidades de equivocarnos que de acertar podemos ver la vida como un continuo aprendizaje, como un abandonar nuestros errores sabiendo que no hemos llegado ya a la adquisición de la virtud completa. Es decir, jugárnosla en cada instante sin tener miedo a perder la partida es lo que puede hacer que ganemos el juego.
En cualquier caso, pienso, esto es lo que haría el sujeto en cuestión, pero está por ver si el examen final será autoexamen meramente o habrá un buen tribunal que nos sorprenda con sus calificaciones.
En definitiva y volviendo a una discusión anterior, ¿cómo se puede acertar en esta vida? o ¿por qué dice Aristóteles que "hay muchas formas de equivocarse y sólo una de acertar? A la primera pregunta, como es obvio, no tengo respuesta. Para responder a la segunda tendría que remitir a la teoría de la virtud aristotélica y no sé si es el lugar. En resumen a lo que apunta (y a lo que iba) todo esto es que acertar, encontrar ese justo medio, es propio del virtuoso, pero la adquisición de la virtud es una tarea dificultosa. Ese justo medio de las acciones es un mero punto e incluso cuando ponemos todo nuestro afán, podemos dar el golpe mal. Sin embargo, para errar se tiene todo el terreno restante. Ancha es Castilla.
Si caemos en la cuenta de que hay más posibilidades de equivocarnos que de acertar podemos ver la vida como un continuo aprendizaje, como un abandonar nuestros errores sabiendo que no hemos llegado ya a la adquisición de la virtud completa. Es decir, jugárnosla en cada instante sin tener miedo a perder la partida es lo que puede hacer que ganemos el juego.