Revista Expatriados

¿Es el hombre bueno, malo o un capullo?

Por Tiburciosamsa
Uno de los grandes debates ha sido el de la naturaleza humana, si el hombre es bueno, malo o simplemente un capullo. Hobbes pensaba que los hombres, si se les deja, lo que quieren es mandar, vivir bien y ciscarse en sus prójimos. La idea que Hobbes tenía del ser humano cuando le dejan a sus anchas era tan pobre que consideraba preferible crear un Estado con sus cárceles, sus policías y sus IBIs para garantizar un poco de orden. La alternativa al Estado y sus corsés era una vida “solitaria, pobre, desagradable, embrutecida y corta”. Visto así, casi mola pagar el IBI.

Rousseau, por su parte, pensaba que el hombre era bueno por naturaleza, pero que la sociedad y la civilización le corrompían. Para demostrar este punto, Rousseau abandonó los hijos que tuvo con su amante Therese Levasseur en la inclusa, aun a sabiendas que la tasa de mortalidad infantil en los orfanatos de aquella época era bastante elevada.Otro que terció en el debate sin definirse por una u otra postura fue John Locke. Para Locke, al nacer somos una pizarra limpia donde se puede escribir lo que se quiera. La experiencia, las percepciones sensoriales y la educación determinarán aquello en lo que nos convirtamos.Para nosotros, occidentales, que nos gusta pensar que la Historia de la filosofía empieza con nosotros y que antes de los griegos las cabezas sólo servían para llevar sombreros y piojos, resulta un poco humillante enterarnos de que ese mismo debate lo habían tenido en China dos mil años antes y que distintos filósofos chinos habían llegado a las mismas conclusiones que los filósofos occidentales.Mencio, que vivió un siglo después que Confucio y sería después del propio maestro el pensador más influyente dentro del confucianismo, ya reflexionó sobre la naturaleza humana, un tema sobre el que Confucio había dicho poco. En el debate sobre la naturaleza última del hombre, Mencio se sitúa al lado de Rousseau: el hombre es bueno por naturaleza.La naturaleza humana es aquello con lo que el Cielo dota al hombre desde el principio. La naturaleza humana por un lado es lo que nos vincula al cosmos; por otro es lo que nos define en tanto que seres humanos.Creando una metáfora que hará furor en el pensamiento chino, Mencio compara la naturaleza humana con el agua. “La naturaleza humana es buena, de la misma manera que el agua fluye hacia abajo. No hay hombre sin bondad, igual que no hay agua que no fluya hacia abajo.” Igual que hacen falta artilugios mecánicos para conseguir que el agua vaya hacia arriba, es preciso violentar su naturaleza para que el hombre haga el mal. Una muestra clara para Mencio de la tendencia humana innata para el bien es la empatía, que hace que el espectáculo del sufrimiento ajeno nos resulte insoportable. Obviamente Mencio vivió siglos antes que los guardianes de las SS y que Aníbal Lecter.El corazón humano portaría las semillas de la compasión que engendra la empatía, de la modestia que engendra la empatía, de la vergüenza que engendra la justicia y del discernimiento que ayuda a distinguir entre el bien y el mal. Lo que nos hace humanos es desarrollar esas cuatro semillas.La maldad humana viene cuando uno se olvida de su verdadera naturaleza y al olvidarla deja de esforzarse en la senda del bien. Pero, como somos buenos por naturaleza, basta con que uno se dé cuenta de cuál es su verdadera naturaleza, para que retorne al buen camino. Aquí hay un pequeño punto que no me queda claro: si el hombre es intrínsecamente bueno, ¿cómo es que se le puede olvidar? Al agua en presencia de una pendiente nunca se le olvida que tiene que ir para abajo.Otro que también le encontró algunos agujeros al razonamiento de Mencio fue Xunzi, que nació unos 50 años después que él y vivió a caballo de los siglos IV y III a.d.C. Para entender a Xunzi hay que tener en cuenta que vivió en la época del auge del reino de Qin, cuando éste empezó a unificar China a base de capones. Que Qin, que era considerado un reino de costumbres bárbaras, fuese merendándose a reinos más antiguos y refinados que respetaban los ritos tradicionales, supuso un aldabonazo muy fuerte para los partidarios del orden tradicional. Por otra parte, en tiempos de Xunzi, el pragmatismo de Mozi y el legismo de Han Fei estaban en boga y habían hecho que se tambalearan el tradicionalismo de Confucio y el buenismo de Mencio.Para Xunzi, como para Mencio, el hombre procede del Cielo, pero el Cielo de Xunzi es un Cielo amoral, al que se la suda que seamos buenos, malos o mediopensionistas. Sospecho que Xunzi hubiera suscrito una frase del “Tao Te King” que siempre me dejó un poco desasosegado: “El Cielo y la Tierra no tienen preferencias: tratan a todas las cosas como si fueran perros de paja.” Los perros de paja eran figuritas con forma de perro hechas con paja. Se utilizaban en rituales y una vez el ritual concluido, se pisoteaban y abandonaban.El hombre según baja del Cielo es un ser bruto, movido por la codicia, el odio, los celos y los deseos sensuales. Es la inteligencia la que nos pone en el camino hacia la verdadera humanidad. La inteligencia nos ayuda a refinar nuestros instintos, a descubrir lo que es o no admisible. De alguna manera volverse auténticamente humano implica un esfuerzo y un esfuerzo en el que el aprendizaje y la cultura cuentan mucho. La naturaleza humana en bruto no tiende al bien, sino que es preciso inculcarle la moralidad. Freud, que llamaba a los niños “perversos polimorfos”, no hubiera podido estar más de acuerdo.China también tuvo su Locke. Se llamó Wang Chong, vivió en la época de los Han Anteriores y lo tenía muy claro: “La naturaleza del hombre promedio depende de su educación: si es buena, se hará bueno; si es mala, se hará malo. Sólo las personas extremadamente buenas o extremadamente malas no cambian, cualquiera que sea su educación.”
En fin, que no entiendo tanto debate sobre la bondad o maldad innatas de la naturaleza humana, cuando está tan claro que todos somos una inmensa panda de capullos.  


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