Por Bernardo Villar
Resistir es un hacer que nos consume la vida: resistimos tantas cosas que ello nos mantiene ocupados y lejos de lo que decimos que es importante para cada quien.
Hemos aprendido a ver la vida como una lucha constante, como una batalla sin fin entre nosotros y nuestras circunstancias. Buscamos conquistar nuestro mundo como una lucha entre este mismo mundo y nosotros en la cual alguno prevalecerá: O yo o el mundo.
Buscamos prevalecer resistiendo y buscando dominar para prevalecer a costa de los demás. Inclusive y tal vez sobre todo, a costa de los nuestros. El dominio es, culturalmente, un valor: dominar el entorno, dominar a los demás, dominar las circunstancias.
Es este dominio, esta resistencia a cómo son las cosas, lo que consume la mayor parte de nuestra vida. Esta guerra constante contra cómo es el mundo, cómo son las personas y cómo son nuestras circunstancias, esta búsqueda del control total es la que nos aleja de crear todo lo que decimos que queremos crear, y todo sin darnos cuenta.
¿Y si solo estuviéramos desperdiciando nuestra energía? ¿y si hubiera otra manera en la que es posible operar?
Sentimos que aceptar es estar de acuerdo, es conformarse. No es así. Aceptar es no pelearnos con que las cosas son como son: con que las personas son como son y no como queremos que sean, con que el mundo es como es y no como me gustaría que fuera, con que mis circunstancias no son las más idóneas.
A partir de la aceptación de que las cosas son como son, podemos comenzar a crear algo distinto, algo totalmente nuevo.
No se trata de conseguir que las personas sean como yo quiero, sino poder relacionarme efectivamente con ellas exactamente como son. No se trata de cambiar mis circunstancias sino de operar efectivamente en justamente mis circunstancias actuales.
¿Qué tal si en lugar de esforzarnos en modificar el contenido de nuestra vida nos enfocáramos en modificar nuestro contexto?
¿Qué tal si la vida no tuviera que ser tan complicada y desgastante como a veces nos empeñamos en hacerla?
¿Qué tal si solo se tratara de vivir y no de luchar? ¿Qué tal si crear algo no requiriera resistir nada?
¿Qué podrías hacer con toda esa energía sobrante que hoy aplicas a solamente resistir lo que, de cualquier manera, es?