Notas, Tánger, 2015.expatriadaxcojones.blogspot.com
Mi amiga Chang me pide que le haga un favor. Quiere que llame a un número de teléfono para preguntar el precio de una casa. Ella y su marido viven en la Kasbah, con sus dos hijas, pero la que tienen se les ha quedado pequeña. Me dice que ha visto una en venta en la medina. Que es preciosa y que le gustaría saber cuánto cuesta. Ella ya lo ha intentado pero la señora que contestó al teléfono no habla francés ni inglés. Sólo español. Chang me pide que hable yo con ella.
Acabo de salir de un Spa. Estoy relajadísima. Con las endorfinas danzando como locas. Me siento en una cafetería, saco el móvil y marco el número de teléfono que me ha dado mi amiga.
—Hola, habla usted español ¿verdad? —¿Cómo? —¿Qué si habla usted español? —Me preguntas ¿qué estoy hablando? —No. Sólo quería asegurarme que hablaba usted español. —Ah… es que ahora estaba hablando catalán y pensaba que me habías oído. —Vaya, ¿también habla catalán? — Sólo un poco. —Ok. Hablemos en español, pues. —Sí, mejor.
Llevo cinco minutos hablando en español para confirmar que la señora habla español. Es surrealista. Por la voz, deduzco que se trata de una mujer mayor. Le pongo unos ochenta años. Supongo que será una señora tangerina de esas que llevan en la ciudad desde tiempos inmemoriales.
—Le llamo de parte de una amiga. Ha visto que tiene usted una casa en venta y le gustaría saber qué pide por ella. —Sí —me dice y yo saco mi boli, abro el libro que estoy leyendo y me dispongo a anotar la cifra —¿Me escuchas? —Sí. Sí. Dígame. —La casa cuesta DOS MILLONES DE EUROS.
Joder. Más que una casa, será un palacio. Vaya pastón. Termino de apuntar la cifra y, en mi cabeza, ya estoy poniendo fin a nuestra conversación. No creo que Chang y su marido dispongan de esa cantidad.
—Debe ser una casa muy bonita —le suelto, más que nada por decir algo. —Es que esto no es una casa normal. Es una casa museo. Tiene más de ciento cincuenta cuadros de artistas reconocidísimos. Todos con sus papeles y sus firmas. —Ahhh… —Tiene ciento sesenta metros cuadrados. Un jardín interior. Una Haima. Con vistas al puerto de Tánger. —Ya, ya, claro, por ese precio… me imagino que será espectacular. —Aquí ha estado gente muy importante, como el príncipe Alberto de Mónaco. Te lo digo en secreto porque me has caído bien.
No me conoce de nada. No le he dicho ni mi nombre. Y ya me está soltando secretos. Está señora no está bien de la cabeza.
—Muchas gracias. Por cierto, mi nombre es …. y ¿el suyo?—Yo me llamo María del Carmen ... y .....—Encantada María del Carmen.—Y ¿la casa es para ti?—No, para una amiga y su marido. Son franceses. Tienen dos hijos. —Esta NO es una casa paravivir con niños.—No, claro —miento —ellos la quieren para invertir.—Entonces sí. Piensa que esta casa tiene permiso para edificar hasta cinco plantas y, además, dispone de un parking para SETECIENTOS coches.
¿En la medina? ¿Setecientos coches? Está mujer se ha fumado algo y es muy potente.
—Te lo digo porque me has caído bien —me repite—y porque no tengo nada qué hacer.Si no estuviera hablando contigo, estaría viendo la tele.
Intento no reírme. Pero me cuesta. Yo podría estar leyéndome mi libro tan ricamente y no aguantando este despropósito. Pero me da que está aburrida. Y ella sigue hablando.
—La casa tiene un mural de Rosselló de tres cientos metros.
Primero, no tengo ni puta idea de quién es el tal Rosselló. Y segundo, si la casa tiene sólo ciento sesenta metros ¿Dónde coño ha colgado el mural? ¿En el jardín?
—Bueno, ya le he dicho que no es para mí. Es una amiga la que me ha pedido que la llame. En el caso de que esté interesada en visitarla ¿cómo podemos arreglarlo? —Esta semana imposible. No puedo. Me cortan una pierna.
¿Qué? ¿He oído bien? ¿Me está diciendo que le van a cortar una pierna? Esta señora está mucho más que fumada. Está loca de remate.
—Vaya, lo siento mucho. —Es que para una mujer que le corten una pierna… es muy triste. —Claro, la entiendo. —Pero no se preocupe. Puede hablar con mis secretarios (utiliza plural), mis abogados (lo hace otra vez) o mis contactos en el consulado (¿y qué tiene que ver el consulado en esto?). —Sí, usted me dice con quién y ya quedamos. —Has tenido suerte. Porque ahora estoy así, que me tienen que operar, que sino esta casa ya estaría vendida. Es la casa más bonita de Tánger. —… —Bueno, quizás sin contar la del rey pero a parte de la monarca… esta es la más bonita de toda la ciudad. No te miento.—Le creo, le creo.— Ahora lo estamos preparando para que se vean bien todas las imágenes. —Ah ¿Estáis haciendo un video para colgar en Internet? —No. ¡En Internet MUNDIAL!
Se me escapa. No lo puedo resistir. Me va a salir la risa y no voy a ser capaz de parar. Chalada es poco.
—Muy bien. Muy bien. —Va a salir en todos los idiomas. Español, francés, ingles, ¡HASTA EN RUSO!
Y mientras la escucho me cuesta imaginar a uno de esos rusos ricachones viviendo en la medina de Tánger. En esos callejones estrechos, repletos de basura por doquier, con los cables colgando de las paredes y los gatos peleándose por los desperdicios. Me cuesta imaginar a un ruso con su visa oro en una ciudad sin tiendas ni centros comerciales. Nada de Louis Vuitton, Swarovski o Dolce&Gabbana. Las únicas tiendas de marca que hay aquí son Lacoste y Nike. Y lo que tienen es de la temporada pasada. Todo lo demás lo venden en el bazar.
Intuyo que la señora no tiene intención de dar la conversación por terminada. Ya me ha dicho que soy una opción mejor que lo que dan, ahora mismo por televisión. Tengo que ser yo, muy a mi pesar porque me lo estoy pasando de muerte, la que pongo el punto final.
—María del Carmen, ha sido un placer hablar con usted. Gracias por atenderme. Ya le diré a mi amiga lo que me ha contado y, si está interesada en verla, la vuelvo a llamar. —De acuerdo. Esta semana yo no puedo pero ya enviaré a alguien. —Perfecto. La tengo que dejar. Voy a recoger a mi hijo que en cinco minutos sale de la escuela. Gracias por todo. —Gracias a ti. Adiós. —Adiós. Adiós. Nada más colgar, marco el número de Chang. Cuando le digo el precio se pone a reír. Y yo con ella. Reconoce que es una casa muy bonita, Chang ya la ha visitado, pero me dice que NI DE COÑA vale esa cantidad. Yo estoy intrigada. Quiero ir a verla. Y si puede ser con la señora haciendo de anfitriona, mejor que mejor. La cosa promete.
¿Cómo habrá conseguido esta octogenaria ser la propietaria de una casa de DOS MILLONES de euros? Estoy segura que detrás de esa vocecilla se esconde una historia alucinante. Y es que en Tánger hay muchos españoles, tangerinos, que llevan aquí desde la época de Matusalén. Muchos vinieron cuando esta ciudad formaba parte del Protectorado español. Otros, se exiliaron cuando Franco ocupó el poder en España. Cuando en 1960 pasó a convertirse en el Reino de Marruecos, la mayoría se fueron. Pero todavía puedes encontrar gente de aquella época o sus vástagos. Decido que la próxima entrevista que haga será con uno de ellos.