Revista Cine
Que Blake Edwards ha sido siempre un ferviente admirador del slapstick no es ningún secreto para el cinéfilo que ha podido degustar en más de una ocasión, en películas de Edwards, escenas en las que la acción milimetrada no requiere de frases ni diálogos para obtener el efecto deseado, usualmente partir el pecho de la risa del espectador.
Aunque parezca fácil conseguir un resultado brillante siempre en situaciones cómicas e hilarantes en su propio discurso, un repasito tranquilo permite comprobar que la planificación no es tan simple como a primera vista parece: que lo dulce no resulte empalagoso también tiene su misterio y creo interesante poder abstraerse de la narración del todo para detenerse en un momento especial:
¿A que además, se han dado cuenta del importante refuerzo que para la escena supone la estupenda banda sonora?
Pues eso...