Revista Opinión

Estados Unidos – La impotente superpotencia

Publicado el 16 julio 2014 por Liberal

En los últimos años de la progresiva pérdida del control democrático sobre la economía y las instituciones políticas nacionales, los países débiles realmente se han dado cuenta que es una época de gran impunidad. Nada de lo que haga Alemania en Europa, por ejemplo, o EEUU en las Américas tiene consecuencias para esos gobiernos. Es verdad que en el caso de las Américas, EEUU ha sido una fuerza para el bien, pero tampoco es perfecto y ha cometido muchos errores que pienso debemos reconocer, aunque seamos aliados.

A finales de junio, el diario New York Times publicó un artículo sobre la impunidad empresarial que se ha convertido en uno de los fenómenos más alarmantes en el mundo post 11 de septiembre en el que vivimos.

Cuando los oficiales en la Embajada de EEUU en Bagdad, la más grande del mund, se enteraron sobre las amenazas de Blackwater a unos investigadores, actuaron con increíble rapidez. Defendieron a Blackwater y, en efecto, expulsaron a Richter y su compañero del país (el único testigo del incidente) y, obviamente, con la consecuencia de no poder elaborar ningún informe sobre estas empresas renegadas, anárquicas y totalmente fuera de las leyes que operan con impunidad en el mundo sin que nadie las conozca bien. Lo normal es que una amenaza de muerte a un oficial americano en otro país conlleva un equipo especial de la CIA cogerte, depositarte en un barco militar para interrogarte y luego encarcelarte en Guantánamo o en alguna prisión federal useña a la espera de un juicio, pero en este caso, no tomaron NINGUNA acción. Curioso, ¿verdad?

Centros de poder pero sin poder de acción

El comportamiento de esos oficiales en la embajada puede caracterizarte como algo cada vez más cotidiano de la época que nos ha tocado vivir. Después del 11 de septiembre, ha habido una privatización masiva de la guerra, con beneficiarios por supuesto — empresas de construcción y alquiler de armas o fabricantes de armas, fundamentalmente. Con esta nueva realidad, la impunidad rige. Bueno, incluso, podemos ampliar más nuestro campo visual y decir lo mismo de prácticamente todo el sector “macro” empresarial-financiero de EEUU. Después de todo, ninguna de esas empresas importantísimas pagaron por sus acciones que provocaron el desastre financiero del 2007/2008, del que aún no se ha recuperado el mundo y mucho menos los jóvenes. Ni una sola persona responsable por esas empresas pisó el suelo de una prisión por haber hundido la economía global, afectando la vida de decenas de miles de personas y que hizo arrodillar a gran parte del mundo, perdiendo ahorros millones de personas, en una crisis que aún no se resuelve. Muy al contrario, no solo no pisaron cárcel, sino que muchos de esos personajes salieron corriendo como bandidos, con dinero público usado en los rescates y la recuperación de sus empresas gracias a ese dinero.

Mientras tanto, en los últimos años, las empresas han estado adquiriendo una serie de derechos realmente sin precedentes en nuestra historia global. Desde hacía tiempo, a las empresas ya se les podía considerar “personas jurídicas” en el mundo legal, pero ahora se han ido beneficiando de una serie de “derechos” impuestos por cinco hombres no elegidos de un Tribunal Supremo que no se somete a ningún control popular-ciudadano ni tampoco institucional. Decisiones como esta que destruyen a los sindicatos (porque el colmo de los colmos…permite a gente que NO PAGA cuotas a los sindicatos beneficiarse de los mismos derechos que obtienen los que SÍ pagan). Por si ya eso no fuera suficientemente alarmante, las empresas también han ido ganando
“libertad de expresión para que se aprovechen de la Constitución y así eliminen cualquier control o regulación estatal sobre las mismas, también han ganado la “libertad” de recibir contribuciones financieras sin límites, así como las distintas libertades que les ofrece las cantidades ilimitades de dinero que reciben y la desigualdad que engendra. Porque nadie jamás debe engañarse – en este sistema, que no es en absoluto “liberal” ni mucho menos realmente “democrático” (porque basta con leer a los fundadores de EEUU para saber que, en general, NO querian democracia y lo que se pretendía era tener un país de terratenientes blancos adinerados sin controles monárquicos que iban contra sus intereses), si tú no tienes dinero, no tienes los mismos derechos ni libertades. No solo cuentan ya (las mega empresas) con el “derecho” de inundar el sistema político con dinero, sino ahora también el Tribunal Supremo de EEUU, en otra gran bofetada a la libertad de todos los ciudadanos, les ha dado libertad religiosa a su manera, como ya denunciamos aquí en la última entrada. De manera que, la religión de tu jefe vale más que la tuya y ahora tu jefe te puede decir en qué gastar el dinero que ganas, el dinero que produces con tu propio trabajo. Esto es tan indignante, que no me había sentido tan…realmente enfurecido desde hacía mucho tiempo con una decisión judicial tan descarada, mal redactada y deshonesta. Está claro que quieren amos, que quieren también esclavos, que quieren un “club” de poderosos…y entérate de algo – TÚ NO ESTÁS EN ESE CLUB. Tu porvenir no les interesa lo más mínimo a esos señores, créemelo. Ni a esos señores ni a sus palmeros en las asociaciones “libegales” españolas les interesa tus problemas económicos o de pérdida de derechos. Es más, lo aplauden y dicen que es “libertad de empresa”. Así son de frívolos y superficiales.

Vivimos en estados cada vez menos democráticos que responden cada vez menos a los ciudadanos electores, y el fenómeno que se ha ido gestando se encuentra ante una “oposición” prácticamente inexistente, fragmentada…la oposición más patética y débil que ha existido posiblemente en toda la historia de las naciones-estados.

En todo caso, no importa cómo lo quieras ocultar o negar, ha sido una época terrible para la democracia y el liberalismo real. Se amplía la economía de bajos salarios y empleos basura (les llamo “basura” porque no son empleos que permitan a un joven ser humano ser productivo e independiente), grandes cantidades de dinero que no conocemos ni de dónde procede cada vez más contamina los procesos electorales, una ciudadanía que apenas participa en las elecciones (no llega ni al 50% en EEUU), pobreza creciente en todas partes, bueno, en general, lo podemos decir así — poder ascendiente en los despachos de las grandes empresas, y un sentido de impunidad total que acompaña saber que las leyes están a su favor.

¡Qué gran momento es para las grandes empresas impunes! Este es su momento histórico, su “carpe diem”. Parecería como si su éxito ya es tal que ni siquiera necesitan más, que ya lo tienen todo y más de lo que soñaban. Sin embargo, es raro lo que pasa, porque es incapaz de ser traducido al poder clásico americano. De manera que este sector aumenta en sus poderes, el propio EEUU parece cada vez más incapaz de ejercer su poder efectivamente en un sentido tradicional, en el ámbito doméstico pero también en el extranjero (especialmente).

Cualquier estadounidense de cierta edad te lo puede confirmar. Ha habido una increíble reducción en el porcentaje de estadounidenses que creen que EEUU es un país “excepcional”, “el mejor país del mundo”. Ya en el 2011, solo un 38% de americanos pensaba eso. Ahora en el 2014, esa cifra ya baja a un 28% y — anticipando la que se avecina para Estados Unidos, solo un 15% de jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y 29 años creen eso. Y esto es normal. Muy normal. Por cualquier medida empleada, EEUU sigue siendo el país más poderoso y rico del planeta pero en los últimos años, su capacidad para hacer algo “bien hecho”, y mucho menos conseguir un éxito nacional o imperial, ha sido drásticamente reducido.

Los centros de poder siguen ahí, a la vez que no parecen capaces de hacer nada bien. En un país que, hasta hace muy poco se consideraba “serio”, cada vez hay más problemas logísticos más propios del estereotipo español e italiano de caos, desorganización y frivolidad en las cosas. Y no, no solo hablo del fiasco de las filtraciones a la prensa por parte de agentes secretos (que también), sino de cosas más cotidianas. Decir que el sistema político estadounidense es anticuado y provoca parálisis es decir algo que todos conocen a estas alturas. Es obvio, basta con seguir las notícias. Ya se supone que el Congreso no va a cooperar en nada con el Presidente y que no se va a conseguir nada en políticas. Esto, en un país que se caracterizaba precisamente por estar muy alejado de las guerras políticas sectarias y parlamentarias que vemos a diario en Europa.

Para los que vivimos aquí y estamos analizando lo que está ocurriendo, ha surgido un espectáculo que no tiene nada de cómico: como ya no se puede hacer nada en este sistema político, el Presidente está gobernando emitiendo órdenes ejecutivas y el Congreso, como le odia apasionadamente, está presentando demandas contra cada orden, tupiendo así el sistema judicial y contribuyendo al parálisis. Mientras, ese mismo Congreso actualmente tomado por una pandilla de extremistas indeseables del “Tea Party” que están haciendo más daño de lo que soñaba hasta el propio Bin Laden — sí sí, ¡¡ni en los mejores sueños de Bin Laden él se pudiera haber imaginado que el “Tea Party” en el Congreso hace más daño al país), bueno, decía que mientras tanto, el Congreso se ha visto incapaz de actuar aún cuando se trata de cosas que no deberían ser debate en la vida de ningún país civilizado. Por ejemplo, parece que no quieren aportar el dinero para financiar una ley de autopistas que permita hacer obras en el sistema nacional de carreteras, aún cuando existe la amenaza de que ya no hay dinero para seguir como van y habrá pérdida de empleos.

Esto es tan solo un síntoma obvio de un país con inmensa riqueza, pero que tiene una infraestructura que se está despedazando, como cualquiera que visite Nueva York y otras ciudades americanas lo puede comprobar. Un país que no tiene ni un solo kilómetro de AVE, por cierto. En todo esto, en el aumento de la pobreza y una economía de salario mínimo y servicios, en una pérdida (especialmente para los jóvenes de color oscuro) de la riqueza que conllevaba tener casa en propiedad, estamos todos siendo testigos de la gestación de un país tercermundista dentro de un país Primer Mundo – es decir, un país con ciudadanos pobres, sin poderes efectivos (ni políticos ni económicos) dentro de una superpotencia global aparente.

A pesar de que EEUU aún tiene la fuerza militar más impresionante que el mundo haya visto jamás, (y esto no hay quien lo rebata), también es verdad que no han sido capaces de ganar las guerras contra las insurgencias globales. Todavía parece una superrpotencia, pero Washington ha perdido la capacidad de traducir ese poder en algo que parezca un éxito.

Hoy, EEUU parece menos un “imperio” que funciona y más bien un caso perdido imperial, incapaz de usar su poder de forma efectiva desde Alemania (ya vimos el desastre con el espionaje) a Siria, a Irak y Afganistán, a Libia y al mar en el sur de China, y en África. Más raro aún en todo esto resulta el hecho que, hoy por hoy, EEUU no tiene competencia real que pueda retarle. Rusia es un país inestable con serios problemas, solo puede ser “imperial” en su entorno geográfico y quizá en algunos países latinoamericanos (EEUU aquí ha perdido OTRA oportunidad y por eso Putin estuvo en Cuba firmando acuerdos con Raul Castro en vez de EEUU quitar el bloqueo y empezar a tener relaciones normales con Cuba, digan lo que digan los extremistas ultras en Miami), y China, aunque está creciendo económicamente, no parece tener ambiciones de retar a EEUU lejos de su territorio.

Con todo, la situación es desconcertante. El mundo hoy es unipolar, y quizá las heridas que sufre Washington son por sus propios errores.

No puedo decir qué significa todo esto a largo plazo. Lo que sí puedo decir es que el aumento de estos poderes empresariales en un contexto de pérdida de democracia y libertades, así como la creciente desigualdad brutal entre los trabajadores de EEUU ha ido acompañado de una incapacidad cada vez más notable en el poder doméstico del gobierno así como un deterioro también de sus capacidades de actuación en el extranjero.

Por otro lado, los jóvenes con alguna conciencia política empiezan a cambiar sus perspectivas. Aunque la crisis económica es muchísimo más aguda en Europa (y por eso en Europa hay mucha más revuelta social callejera porque también allá los jóvenes son más reivindicativos por necesidad), en EEUU el creciente número de jóvenes encarcelados en una situación económica precaria y sin salida por el nefasto, terrible sistema de los préstamos para estudiar está provocando más descontento social. No puedo decir hasta qué punto todo esto provocará cambios o qué provocará porque aún es muy pronto, pero sí puedo decir que Estados Unidos va más encaminado a ser simplemente una expresión geográfica y no un país “definido” como lo fue hasta hace 10 años. Supongo que habrá que reconocer aquello de “todo imperio tiene su fin”. Los españoles lo sabemos muy bien.


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