Revista Psicología

¿Estamos perdiendo la ilusión?

Por Somospsico

Cuando los Reyes Magos regalan demasiado…

Los tiempos han cambiado. Cada vez contamos con más opciones para elegir los juguetes que los Reyes Magos traerán en unos pocos días, mientras que los pequeños detalles que antes ilusionaban a miles de niños ahora serían, sin duda, motivo de más de un disgusto.

En un mundo en el que la comparación con el otro va adquiriendo cada vez más fuerza, un niño con pocos regalos o simplemente con regalos 'menos bonitos' que los de sus amigos, acaba siendo relegado a un segundo plano, casi rechazado.

Por eso, con la inestimable ayuda de los medios de comunicación, cada vez invertimos más dinero y esfuerzo por hacer que nuestro pequeño se vea inundado de bienes, artículos muchos de ellos que sólo verán la luz del día unas pocas semanas (a lo sumo).

Y es que en el fondo todo esto lo hacemos por el bien de nuestros hijos, o al menos eso creemos. Pero… ¿es bueno educar a nuestros hijos en estos valores?

Nadie discute que un niño puede llegar a disfrutar enormemente de un regalo el día de Reyes. Tampoco es malo que ahorremos algo de dinero para comprarle esa bicicleta que tanto desea. Sin embargo, el problema viene cuando hacemos lo imposible por encontrar esa nueva videoconsola que aún nadie tiene, esos zapatitos de marca que harán deslumbrar a nuestra niña en clase o ese nuevo móvil de última generación que tanto nos han pedido a pesar de que los platos hayan volado en casa durante el año.

De continuar así, en pocas décadas terminará por morir la ilusión de estas fechas. Todos tendremos de todo, gran parte olvidado en un cajón por haber sido fruto de un solo brillo. Hagamos un esfuerzo por enseñar a nuestros niños lo importante que es aprender a disfrutar de las cosas, que valoren que los Reyes Magos todos los años vienen de muy lejos (más aún este año) para traer tantos regalos y que, no es mejor el niño que más regalos recibe sino aquel que más regalos comparte con los demás. Aquel que busca una sonrisa en el otro, aceptándolo y queriéndole sin necesidad de demostrar nada.

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