Por Emiliano Gutiérrez Unda
(Publicado originalmente en diario La Hora, Quito, Sábado, 19 de Abril de 2008)
Fotograma del film “Metropolis” de Fritz Lang.
La oscuridad se cierne sobre la sala convocando un silencio sepulcral. Gran cantidad de ojos expectantes observan el único claro de luz de la sala, donde cerca de 40 músicos se preparan para ensayar una de sus presentaciones. La gran pantalla muestra letras blancas con una nota que quedará grabada a fuego en la mente de los espectadores durante el transcurso del filme. “Este largometraje fue hecho originalmente en 1920, en Alemania. Durante los años, después de sinfín de cortes, modificaciones y arreglos, parte de la película se perdió. Se logró, sin embargo, conservar más de la mitad del film.” La orquesta empieza entonando las primeras notas, mientras la película inicia. La expectativa va en aumento.
Hace 81 años, el mundo vio por primera vez cierto largometraje llamado Metrópolis, hecha por un cineasta austriaco llamado Fritz Lang (que años después sería vetado por una obra de su autoría estrechamente relacionada con el nacionalsocialismo o nazismo). La película, ambientada en el año 2050, mostraba desde sus escenas iníciales una fábrica que funcionaba a toda marcha. De repente, una imagen muestra el cambio de turnos de los obreros, que es corroborado por otra imagen que explica lo que se está viendo.
El ya mencionado cambio de turnos de los obreros nos hace ver a estos dirigiéndose en masa hacia otro lugar; y la simple mirada trae a la memoria a la china comunista de Mao Tse Tung; todos y cada uno de los chinos de esa época tenían que vestir de la misma manera humilde para no ser despiadadamente torturados, al igual que los obreros de la película. Mientras tanto, cuenta la historia que la sociedad es únicamente de los ricos y opulentos.
Es un día cualquiera. Una madre da a luz a su sexto niño, mientras su desempleado marido mira a sus cinco hijos, alza su mirada al cielo y pregunta anhelante: ¿Dios, qué voy a hacer?… Esta escena puede sonar cruda para algunos, pero se ha visto millón veces que la realidad es peor de lo que nos imaginamos.
La Biblia dice “Ver la mirada de un pobre es ver a Dios.” Pero la sociedad actual, al ver a los ojos de un pobre, ¿Qué ve?, ¿Será que lo único que colma las pupilas de la sociedad es el nuevo dios, que en lugar de estar en los cielos, está en los bolsillos; que está en todas partes, en forma de papel y plástico; que hace milagros si tienes lo suficiente? El hombre inventó el dinero. El dinero reinventó al hombre.
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