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Este Cine es Nuestro: Que es cierto que Carla se tiró a la piscina

Publicado el 20 febrero 2013 por Fimin

20 de Febrero del 2013 | etiquetas: Este Cine es Nuestro, Carles Guardiola Twittear este-cine-es-nuestro-que-es-cierto-que-carla-se-tiro-a-la-piscina

“¿Con qué tipo de hombre estuvo mi abuela?”, se plantea Carla Subirana, directora y nadadora fuera y dentro de la piscina de Nadar (2008). Ella es quien se moja y en su nado salpica – en estas líneas es ya fácil tropo el del nado, pero potente para apuntar varias admiraciones sobre cómo Carla hace el cine suyo en la película. Lo vamos a hacer con los pies en remojo, apoyados en el borde, habrá quien elija la zona del chorro relajante y habrá quién sorprenda por detrás y nos empuje al remojo inadvertido. ¡No pasa nada! Al fin y al cabo, la mayoría de las veces suele ser divertido, tan sólo es un limitado tanque de agua, ¿no?

Este Cine es Nuestro: Que es cierto que Carla se tiró a la piscina

Bueno. Ella se plantea despejar interrogantes acerca de quién fue aquel señor, Juan Arroniz, que apenas menciona su abuela, quien aparece ante la cámara de vídeo de su nieta como metalingüista espontánea (“M’assento? Au!”) y crucial condensación de los temas que la pieza pone en juego: la memoria inquietada a partir de lo vivo que permanece ahí delante, cuánto podremos saber y cuánto no podremos ya porque desaparecemos, y cómo se refleja en el azul de sus ojos la necesidad de imaginar cómo debiera haber sido. En este punto Nadar va entregando una reconstrucción misteriosa de un personaje, de un escenario, de una acción, que es de lo más digno y elocuente que puede dar dicho recurso: se emplea porque, en palabras de Carla, así se lo imagina, componiéndose un cuadro de cine negro porque el dibujo al que apuntan sus interrogantes corresponde a las inspecciones misteriosas de Detour o El bosque petrificado.

Toda la épica, el existencialismo o el melodrama que haya en esa evocación se debe al impulso y la certeza de que así me lo imagino a medida que investigo, de modo que las recreaciones documentales de la batalla de Normandía o del hombre de Cromañón se ofrecerían a que ahora nos preguntemos también: ¿quién se lo está imaginando? Claro está que suele haber una parte de fuentes de documentación empleadas y ese chispeante añadido de entretenimiento, ¡pero lancemos esa cuestión!

Este Cine es Nuestro: Que es cierto que Carla se tiró a la piscina

De algún modo, es la implicación en un caso personal la que parece ayudar aquí a unas imágenes claras, entre obedientes y explayadas, que tanto avanzan en las pesquisas y siguen explicando, como hablan de ellas mismas. Sí, sabemos que conseguir ese punto es algo muy gratificante, el contar algo con el cine y recordar al mismo tiempo que el cine se ha usado porque se tiene algo que contar. ¿Y ese método? ¿Y ese nado de Carla? Como hizo Miguel Littin en El chacal de Nahueltoro, decide hilvanar la narración de su aventura por la Fosa de la Pedrera de Montjuïc, el pueblo pallarés de Mont-Ros o el piso de Joaquim Jordà dando mucha importancia a las declaraciones judiciales, informes forenses, etc. vinculados al caso, mientras rellena los huecos de esos textos con los gestos de la gente a que refieren dichos documentos. Es como abrazar fuerte a un archivista y escribirle con los dedos en la espalda todo lo demás, todo lo que el archivo no acaba de imaginar y el agradecimiento de que sin su método tampoco podríamos hacerlo.

Este Cine es Nuestro: Que es cierto que Carla se tiró a la piscina

Así, en los relatos de evocación, ocurriendo diferente con los poemas, el juego con el audiovisual al recitar actas parece tener especial fortuna. Las actas se nutren al acompañarse del audiovisual, por ejemplo del surco del nado en una piscina que sí, se hace abismal a veces, y en ella bucean la entrevista con Abel Paz o la vista a la calle en que vive esa compañera que parece que tuvo Arroniz. Pero le añade volúmenes de ingenio, de figuración, para así ponerlas a prueba. ¡Vaya, qué lío! A secarse.


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