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Este Cine es Nuestro: Si te resalta es cosa tuya, eh

Publicado el 18 marzo 2013 por Fimin

18 de Marzo del 2013 | etiquetas: Este Cine es Nuestro

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Menudo viaje compone Matsuko. Vaya, un tremendo gesto de estridencia en el rostro, muy cómico, que ella se saca de la chistera cuando se ve apretada por las circunstancias. La verdad es que nos deja fuera de juego, ¡qué salida! Sabremos después que se trata de una especie de tic que ha desarrollado a base de disgustos, aunque cada vez que se ponga en marcha, el efecto vendrá muy de frente, ¡pero qué salida!

Este Cine es Nuestro: Si te resalta es cosa tuya, eh

Entre el descubrimiento progresivo de la historia de una mujer entrañable – es decir, el conocimiento de sus entrañas y de lo que éstas le van deparando tramo a tramo, hombre a hombre – y la repentina inyección de elementos inflamados, hasta cegadores de esa intensa historia que Tetsuya Nakashima dirige, como la mueca impactante o el fabuloso parque de atracciones de su infancia, marcha orgullosa la película Conociendo a Matsuko. Si la situamos al lado de otra obra nipona que también narra el paso a paso de una chica diríase que desventurada, Intentions of murder de Imamura, contrasta el realismo seco y proveniente del mismo espacio filmado de ésta con la sucesión de escenas como encantadas del caso de Nakashima, con sus setos recargados que han de colocarse en primer término o la traviesa iluminación de jardín nocturno. Y en ambas asimilamos la vivencia de la protagonista, ocurriendo que en la segunda sorprende de dónde vienen esos recursos o, mejor, de dónde viene tal alborozo al jugar con ellas.

Este Cine es Nuestro: Si te resalta es cosa tuya, eh

Quizá de las sencillas ganas de usar los trucos favoritos, ¡y a disfrutar! Puro juego de Guy Maddin en The saddest music in the world, con sus filtros de color y toqueteos en el foco, y la sensación de que el estilo es descentrado, pinchando imágenes de uno u otro gramaje, si te resalta es cosa tuya, eh. De esta manera, como en la posterior Confessions, tenemos la sensación de que todo destaca, todo está luciendo; lo vemos en los temperamentos siempre en límite de los personajes (la desesperanza rápido dará pie a la presencia criaturesca, la alegría a una carcajada descontrolada) o en la forma de la trama. Ésta resulta partida en muchísimas escenas que el director enfrenta hacia la hecho concreto que da paso al siguiente cuadro resuelto del mismo modo, y así consecutivamente: una excursión escolar accidentada ejecutada de frente hacia el accidente, el reencuentro con el barbero que le ama mostrando el testimonio entusiasmado de éste, de cuánto le está esperando.

Este Cine es Nuestro: Si te resalta es cosa tuya, eh

Recordando el pasillo de piernas de coristas de La calle 42, esta efectividad que dramatiza sin vergüenza, con el entusiasmo suficiente para celebrar los buenos tiempos con una plantilla floreada que enmarca el plano, anima a tomar cada momento del filme sin pensar en los anteriores, viciándonos con cada palidulce entregado. Uno de ellos pude ser el escenario final del lago inmenso, el cual, tras las ideas con tropezoso empeño hasta aquí escritas, ¿no preferís concebir no como una proyección de la misma Matsuko, sino como un espacio fascinante y extra por el que Nakashima nos invita a sobrevolar con atracción, con un ala mirando hacia la razón de haber despegado y la otra ya sin recordarla?

¿Habéis olvidado su cara cuando marca la mueca?


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