Seguro que habrás escuchado alguna vez frases como 'las mujeres no saben conducir', 'a los hombres sólo les interesa el sexo' o 'los musulmanes son peligrosos'. Estas expresiones, que al fin y al cabo representan ideas previas, son los llamados estereotipos.
Un estereotipo es un conjunto de creencias o juicios preconcebidos que poseemos acerca de un determinado grupo social o de un simple agregado de elementos que en apariencia son muy parecidos.
Aunque pueda resultar extraño, los estereotipos son algo completamente adaptativo para el ser humano. Gracias a ellos, nuestro cerebro no se encuentra ante la aparatosa tarea de tener que analizar todos y cada uno de los elementos que componen un conjunto para poder formar un juicio valorativo. Por eso, suele decirse que los estereotipos bien utilizados son un factor precursor del ahorro cognitivo.
El problema viene cuando éstos se establecen demasiado a la ligera y sin argumentos sólidos para que sean fiables, pues seguramente nos hayamos centrado en unos pocos elementos aislados que quizá no sean representativos del total de la categoría. En esos casos, que por desgracia suelen ser muchos, pensamos que un miembro perteneciente a un determinado grupo es automáticamente portador de las características que previamente habíamos atribuido a dicho grupo.
La dificultad para eliminar aquellos estereotipos que son erróneos radica en la necesidad que todos tenemos de reafirmarnos en nuestra postura, de manera que inconscientemente trataremos de buscar en la persona el más mínimo rasgo que confirme nuestras sospechas e ignoraremos aquellos que las desconfirmen.