Es bonito felicitar a una mujer, o a varias, o a todas. Es bonito reconocer que merecen igualdad. Lo que también sería bonito sería la erradicación de las faltas generales el resto del año, en cualquier rincón del planeta.
Los "ellas entran gratis, eso no es igualdad", la credulidad de "ellas" al desconocer la causa de tal privilegio: si no pagas el precio de entrada, eres el puto reclamo.
Confundir la equidad con el trato, o bien el trato idealizado, la conducta predeterminada. La madre, la princesa, la zorra. La que está siendo condicionada por una responsabilidad atribuida a la génetica con la que nació, sin opción de albergar un futuro diferente, sin tan siquiera alcanzar a imaginarlo por su propia cuenta.
Ya no el machismo o el maltrato, o las pedradas de radicales islamistas, en esta parte del continente el daño llega en silencio, y da la vuelta y prosigue. El paternalismo imperante como exponente de una preocupación "aparentemente" honesta, el cariz de la víctima con vagina.
Los cánones de belleza afincados al sometimiento de un criterio absoluto que no encuentra modo alguno de romper el molde. O la alergia al vello púbico, o la falsa interpretación del rango entre lo que supone el poder de CONSENTIR en la cama, o la carencia de alternativa frente a un costumbrismo que desconoce por completo el número de deseos que al sexo opuesto se le pueden llegar a ocurrir, incluyendo el cambio de rol, porque si existe algo extremo es rescatar continuamente las diferencias que separan (como la oposición compuesta en el término indica por si sola) a un hombre de una mujer, restando una vocal o sumando un prejuicio GENERALIZADO.
Así como la respuesta de cierto sector femenino, agresivo y cegado por el sufrimiento en perspectiva de un par de miles. Confundiendo la libertad con la simple confrontación, esgrimiendo miedo a escala superior mediante una campaña centrada en la exclusión del género masculino en su toma de decisiones, acentuando la discordia en lugar de la integridad: no es lucha vuestra, es, particularmente, trabajo de toda la humanidad, el progreso no entiende de algo tan superficial como las señas de identidad, inculcadas por un sistema opresivo centrado en la separación de un acuerdo mutuo.
Os felicitaría el día pero... QUEDA TANTO POR HACER, tantos "si yo fuera", "si yo tuviera", "si entendieran que", "si no fueran tan"... si, supongo que estáis en pleno derecho de que os lo feliciten, sois invencibles, os merecéis el mundo y lo que lleva dentro.