Cantaba bajito, antiguas canciones que quedaron grabadas en mi memoria, que aún recuerdo y que con el tiempo se hicieron mías. Canciones que suelo canturrear casi sin darme cuenta y que entonaba bajito mientras tejía sentada, meciéndose en la vieja butaca bajo la tenue luz de la ventana. Tardes de otoño, tardes de estío, grises siempre con el mismo trajín: haciendo ganchillo. Tejía al vuelo, casi sin mirar la aguja de croché con la que agarraba el blanco hilo e iba dando forma a paños para la mesa y colchas para las camas.
Tardes tranquilas, mientras escuchaba llover o el viento que hacía tintinear las hojas de los eucaliptos que bordeaban mi calle. Ella intentaba enseñarme, y yo, huía casquivana de aquellas enseñanzas que hoy añoro cada vez que abro el cajón donde guardo las agujas de croché de mi madre.
Colchas, tapetes y tiras blancas con preciosas filigranas que perduran en el tiempo que he regalado a una de sus nietas y otras que duermen un sueño eterno en mis armarios, trabajos aromoniosos que confeccionaba con sus manos suaves, curtidas por una vida donde cualquier atisbo de tristeza era alejado por sus canciones y aquella maravillosa risa que danzaba por el aire, alrededor de quienes tuvieron la fortuna de conocerla.
Haciendo croché, cosiendo, cocinando, dejando y ofreciendo siempre lo mejor de sí misma a todos, incluida su sempiterna sonrisa. Recuerdos que quedaron por y para siempre impregnados en mi memoria y en mi corazón.
A mi madre.Hoy recordando una de las recetas que alimentan el espíritu, tan tradicional, tan nuestra: POTAJE DE LENTEJAS VIUDAS CON VERDURAS. Así se denominaban aquellos potajes de lentejas que no llevaban ningún tipo de carne, tan siquiera morcilla o chorizo y que se complementaba con las verduras de temporada; en otoño la calabaza que en éste caso también he aderezado con calabacín.¿CÓMO LO HICE?
INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:
Cuatro puñados de lentejas, un tomate maduro mediano, un pimiento verde tipo italiano, media cebolla mediana blanca dulce, seis dientes de ajo confitados (en su defecto asados al fuego, retirándoles posteriormente la piel), un trozo de calabaza, un trozo de calabacín, apio blanco (la parte más tierna, del interior), una zanahoria pequeña, una patata pequeña, aceite de oliva virgen extra (un vaso pequeño), una cucharada sopera rasa de comino molido, una cucharada de pimentón dulce, sal, unas hebras de azafrán (en su defecto colorante alimentario), una hoja de laurel y litro y medio de agua.
LOS PASOS A SEGUIR:
En una cacerola poner a hervir en agua fría las lentejas junto con el aceite de oliva virgen extra, el tomate (partido por la mitad), el pimiento (sin semillas), los dientes de ajo y la cebolla. Una vez estén cocidos (se verá que la cebolla está totalmente transparente) sacar la verdura de la olla y pasar al vaso de la batidora hasta conseguir una masa lo más fina posible.
A través de un colador (a fin de que las semillas y la piel del tomate no vaya al caldo) añadir nuevamente la verdura ya pasada a la cacerola.
Mientras picar en trozos pequeños la calabaza, el calabacin, la patata, el apio y la zanahoria en trozos pequeños.
Echar la calabaza, el apio y la zanahoria a la cacerola, dejando que se cueza junto con las lentejas unos diez o quince minutos. A continuación incorporar la patata y el calabacín (éstos necesitan menos cochura).
Añadir el comino, el pimiento molido, el azafrán y el laurel. Salar al gusto y dejar cocer hasta comprobar que las lentejas están tiernas.
Apartar del fuego y dejar reposar unos minutos antes de servir.Nota.-
Las lentejas pueden dejarlas en remojo durante unas horas previas al guiso. Las verduras pueden poner el tamaño que deseen. Si usan lentejas pardinas no necesitan remojarlas previamente. Para potenciar el sabor pueden realizar con el tomate, el pimiento y la cebolla un refrito previo en vez de cocerlos en el agua.