Revista Cultura y Ocio

Estos días. De perder y encontrar

Publicado el 06 abril 2020 por Molinos @molinos1282

Estos días. De perder y encontrar

Pascal Campion

《Tal vez es solo que sentimos la ausencia de futuro, porque el presente se ha vuelto demasiado abrumador y por tanto se nos ha hecho imposible imaginar un futuro. Y sin futuro, el tiempo se percibe nada más como una acumulación.》Desierto sonoro. Valeria Luiselli.
Hemos perdido el futuro o mejor dicho, la posibilidad de planear el futuro, lo que vamos a hacer dentro de una semana, un mes o, quizás, en verano. Ese verano que yo ya tenía planeado pero del que me he deshecho sin problemas. Ahora el futuro es lo que haré después de terminar de teletrabajar o después de comer o antes de cenar. Es un futuro en pequeño, manejable, de bolsillo. 
Perdiendo el futuro y viviendo en este presente intenso y manejable en el que nada de lo que importaba antes tiene el más mínimo interés, mi madre y yo andamos encontrando cosas, a veces juntas, a veces por separado. 
Por mi parte en unos vaqueros que hacia meses que no me ponía he encontrado cuarenta euros. Un hallazgo sorprendente pero no tan sorprendente como encontrar cinco euros con setenta y cinco céntimos, al cabo de una semana, en unos pantalones de pana que también hacía tiempo que no me ponía. Más allá del valor económico de esos eurillos, estos hallazgos han hecho que encuentre un cierto valor filosófico en mi armario en esta casa. En teoría este armario es un poco el cementerio de elefantes de mi ropa. El proceso es, o era, comprar algo, estrenarlo, ponérmelo en ocasiones especiales, ponérmelo todos los días, ponérmelo para venir a Los Molinos, dejarlo aquí hasta desintegrarse y morir. Completar el proceso no es para todas las prendas, a este armario solo llegan los grandes hits de mi ropa, los pantalones, las camisetas, los jerseys, los zapatos que han sido especiales, que se han portado bien y que son resistentes porque para venir a vivir a este armario hay que haber convivido conmigo por lo menos durante doce años. (aunque también acepto donaciones de prendas especiales de mi hermana). Ahora vivo solo con esa ropa, con esos incunables y me están dando muchas alegrías además del dinero. Me pongo camisetas de hace quince años o zapatos de hace veinte y pienso qué buena compra hice, en el fondo tengo algo de criterio con la ropa. Las cosas viejas dan alegrías, jodeté Mary Kondo. 
Mi madre, por su parte,  ha encontrado en la cesta de la leña una cajita negra muy misteriosa  que tiene dentro unos auriculares inalámbricos que han resultado no ser de nadie de la familia. ¿Cómo ha llegado eso a la cesta de la leña? ¿Qué personaje misterioso nos ha visitado y ha dejado caer esa cajita en medio de las ramas y los troncos? No lo sabemos pero ahora son de mi madre que gracias a ellos (con una pequeña ayuda por mi parte) ha descubierto el podcast Gabinete de curiosidades. Ha descubierto eso y que la cancelación de sonido, como su propio nombre indica, cancela el sonido y no escucha nada con ellos puestos. 
¿Qué más he descubierto? 
- Unos vasos de cocktail con perretes dibujados y unas copas de champán con estrellas talladas. Y un bote de caramelos caducados.
- Un bote de leche condensada condenado, cuando importaba lo que comíamos, a morir caducado y al que estoy dando unos últimos días llenos de gloria y admiración. 
- Las instrucciones de la bicicleta estática que nadie sabía dónde estaban y que, por supuesto, he vuelto a guardar donde estaban sin ni siquiera ojearlas porque sinceramente, me parece un atraso evolutivo que para pedalear en un bici que no se mueve haya que leer instrucciones. 
- Que los gatos de Los Molinos han perdido el miedo. No los veo pero sé que están ahí porque los perros andan como locos ladrando a los setos, las tapias y los matojos. También ladran al panadero y al cartero, esa rutina no la hemos perdido. 
-Que el secreto para tener la piel de las manos fina y sonrosada es lavarse las manos continuamente. Me miro las manos y me recuerda a la Semana Santa de 2010, cuando El Ingeniero, las princesas y yo fuimos a Las Paules a recoger a los dos perros cuando apenas  eran unos cachorros. Los tenían dos señoras mayorcísimas, dos hermanas, una ciega y la otra completamente vencida por una chepa (no sé como se llama esto técnicamente) que vivían juntas en un caserón de piedra alucinante. Las dos eran divertidas, alegres y recuerdo sobre todo sus sonrisas y sus manos suaves y sonrosadas con una piel que decia "mira todo lo que he hecho con estas manos". 
Entre tantao frivolidad y tontería también nos hemos encontrado con realidades serias. Mi madre dice que por primera vez se siente mayor y yo he descubierto que soy el eslabón débil en la cadena familiar, la pieza que no aporta nada, esa con la que no puedes contar cundo todo falla. Mi madre y mis hijas son muchísimo más fuertes que yo, ellas tres son las que me mantienen a flote... yo solo intento no pesar demasiado encontrando cosas que ya estaban ahí y lavándome las manos cada veinte minutos, intentando no hundirlas a ellas. 
PS: he encontrado también un mechero fucsia en el agujero del forro del bolsillo de un abrigo que me compré hace dieciséis años. Yo no he fumado nunca. Sospecho que el que perdió los auriculares también se puso mi abrigo y se echó un cigarrito. 

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