Aquí Estrada, de actor, con gesto aguerrido y fiero.
Imaginémonos un Presidente cuyos últimos meses de mandato se hubieran visto por un escándalo mayúsculo. Imaginémonos que se hubiese iniciado un proceso de democión contra él en el Senado y que lo hubiese superado en el penúltimo segundo gracias a sus aliados. Imaginémonos que la indignación entre la población hubiera sido tanta, que hubiese salido a la calle a protestar y hubiese forzado su dimisión. Una vez dimitido, habría sido acusado de saqueo del Tesoro Público, acusación que se castiga con la pena de muerte. Imaginémonos que seis años después de su caída, el ex-Presidente hubiera sido castigado a cuarenta años de prisión y a devolver 15 millones de dólares al Estado. Uno pensaría que ese ex-Presidente se daría con un canto en los dientes si consiguiera terminar sus días en un cómodo arresto domiciliario en una modesta casita. Pero resulta que estamos hablando de Filipinas y del ex-Presidente Estrada.
Estrada concurrió a las elecciones presidenciales de 2010 y quedó en un decente segundo lugar, habiendo obtenido 9 millones y medio de votos, el 26% de los escaños emitidos. Esto muestra o la poca memoria o la capacidad de perdonar de los filipinos.
Inasequible al desaliento, Estrada se presentó esta primavera a las elecciones a la Alcaldía de Manila. La campaña electoral fue especialmente acerba porque Estrada y el Alcalde ejerciente, Alfredo S. Lim, habían sido aliados políticos y no hay peores luchas que las que se producen entre antiguos amigos. Irónicamente, Lim había competido en 2007 por la Alcaldía manileña contra el hijo de su ex-aliado político, Lito Atienza. En fin, que en la política filipina si quieres saber quién será tu peor enemigo mañana, no tienes más que fijarte en quién es tu aliado hoy. Estrada ganó por 35.000 votos, menos del 5% de los votos emitidos.
Estrada tomó posesión el 30 de junio pasado y declaró con orgullo que era la primera vez que la Alcaldía manileña sería presidida por un ex-convicto. Vistas como están las cosas, entre la clase política haber pasado por la cárcel acabará siendo motivo de orgullo. Si no pasaste por prisión es que nunca fuiste lo suficientemente poderoso como para granjearte enemigos que merecieran la pena. Estrada anunció entre sus muchas medidas que atacaría la corrupción en la policía. Al parecer es un tema en el que se ha especializado, el de la corrupción me refiero.
Bromas aparte, el mandato de Estrada promete. Lanzó una campaña de limpieza de las calles, atacó a la corrupción policial, prohibió la entrada en la ciudad de autobuses públicos no autorizados, está pensando en crear mercados nocturnos… Como buen actor sabe que el inicio de una película es esencial para atraer la atención del espectador. Pero también hay que saber darle un buen final.
Y aquí Estrada, de alcalde, después de haber cambiado la pistola por una escoba. Como que ahora mete más miedo.