El origen de nuestras dudas morales
Cuando se es novato o sencillamente no se tiene la suficiente preparación en filosofía ética, se puede cometer grandes errores planteando la estrategia de la empresa, esto es, su misión, sus objetivos sus mercados. Por un lado en las escuelas de negocios nos dicen que una empresa tiene que basar su existencia en satisfacer una necesidad del mercado, por otro lado oímos, también, de la ética empresarial, la responsabilidad social, que el incremento continuo de las utilidades no debe ser el único criterio que rija las decisiones directivas, sino también el bienestar de los empleados y otras tantas disposiciones que tendemos sencillamente a dejarlo muchas veces como buenas intenciones o si estamos pasando por un buen momento económico, con mucho entusiasmo participamos en alguno de estas ideas, aunque rara vez forman parte de la estrategia medular de nuestra empresa, y en el fondo, estamos buscando un beneficio.
Una de las más destacadas consecuencias que dejó la filosofía marxista, es que toda empresa en manos privadas era esencialmente mala o por lo menos había tenido su origen en el abuso hacia las personas pobres de la sociedad, sin dejar ninguna duda de que durante la segunda parte del siglo XIX, cuando Marx escribía, la mayor parte de los de los grandes empresarios consistía sobretodo en terratenientes y en dueños de las incipientes fábricas, donde el trabajo humano era considerado poco más que un elemento que transformaba los insumos, dando lugar a condiciones inhumanas, sin ninguna posibilidad de mejora. Esta fue, indudablemente, una experiencia tan traumática de la humanidad que quedó muy profundo en el inconsciente de las sociedad, incluso, a pesar, de que difícilmente, se pueden encontrar tales condiciones, al menos en las sociedades desarrolladas y en los sectores desarrollados de países emergentes como México, nos hemos quedado con la impresión de que una empresa que solo le importa tener ganancias, es mala o tiene algo de malo, arcaico, primitivo. , aunque cumpla con todas sus obligaciones legales para con sus trabajadores.
No hay más allá que la necesidad a satisfacer
Sin embargo, una empresa, cualquiera que sea su giro, tiene únicamente el propósito de satisfacer una necesidad o deseo del ámbito práctico para un grupo de personas y a cambio recibir una compensación por ello, esto implica, por su puesto, no vender falsas expectativas y cumplir cabalmente con todas sus responsabilidades legales, nadie está en posición de juzgar si una compensación es justa o injusta, ya que esto se determina de manera convencional entre el cliente y la empresa, esto es, si hay alguien que esté dispuesto a pagar por lo que ofreces, consideramos que ese es el precio adecuado. Bajo este misma lógica, tampoco podría haber nadie capaz de decir si pagar determinados salarios y tener determinados trabajadores es bueno o malo. Empero, esto solo aplica, cuando clientes y colaboradores están en libertad de elegirnos entre otras opciones equivalentes y la sociedad donde nos estamos desenvolviendo no se encuentra en un estado de precariedad tal que las supervivencia de sus ciudadanos está en riesgo; de hecho, en estas situaciones , no hablamos de empresas y clientes, sino de benefactores y damnificados o indigentes.
Así, ninguna empresa, tendría que sentir responsabilidad moral por participar en programas sociales interno o externos, si no le conviene. A nivel personal, si los directivos y socios desean participar desinteresadamente en programas sociales, sería muy recomendable.
Conclusiones
Como conclusión, ninguna empresa que se desenvuelva en una sociedad con un estado de derecho suficientemente sólido como para que sus ciudadanos tengan la libertad de elegir de comprarnos o trabajar con nosotros, frente a otras alternativas, no tiene ninguna responsabilidad moral de participar en programas sociales o de dar más a sus colaboradores, si no es lo que convino previamente, pero tampoco es moralmente aceptable participar en programas sociales y de beneficios especiales para sus trabajadores, sino es de forma desinteresada, ya que estaría engañando al público y de alguno forma está distorsionando su propia estrategia; de nada socialmente, si, digamos, una empresa colabora en la plantación de árboles, si al final, lo hace para evadir impuestos o porque es socialmente popular pero sus resultados implican el desplazamiento de muchas personas de sus hogares. Si una empresa va a entrar en un programa social, tendría que ser desinteresadamente y ser coherente con la escala de valores de los propios accionistas.
La estrategia de una empresa no se puede entender sin la escala de valores de sus socios y fundadores, por lo que debemos ser muy cuidadosos a la hora de decidir si se participa en un programa social o no, ya que de no corresponderse plenamente, la estrategia podría quedar deficiente e incoherente, teniendo a la larga, malas implicaciones en la competitividad. Por otro lado, también debemos estudiar a profundidad las consecuencias finales de un determinado programa de responsabilidad social, ya que, como todo en este mundo, hay causas y efectos, tenemos que estudiar los efectos colaterales.