Revista Política
El comunicado emitido ayer por la organización nacionalista vasca de carácter terrorista ETA da cuenta del cese de de sus actividades. ETA anuncia que deja definitivamente de matar, lo cual es una excelente noticia, pero no dice aún que vaya a disolverse, lo cual sitúa el asunto en sus verdaderos términos. Y es que ETA está acabada y preagónica, pero no muerta; sigue respirando, aunque sea con dificultades crecientes.
Del comunicado sorprende su brevedad y la transparencia, lejos de esas imitaciones del lenguaje marxista entremezcladas de retorcido jesuitismo dominantes en sus escritos hasta hace bien poco. Aquí la claridad del redactado no deja lugar a dudas: ETA reconoce que ha perdido y que el "conflicto vasco", de existir, se resolverá sin ella. Ya solo aspiran a salvar la cara delante de su gente, negociando algún arreglo para sus presos y para los escasos "liberados" que les quedan. Por cierto, en el comunicado no hay ni una frase sobre Navarra, antaño "irrenunciable"; por no hablar, en el texto ni siquiera mencionan la autodeterminación y la independencia, que solo aparece en los gritos de ritual finales.
Y es que una organización que tiene a 700 de sus militantes en la cárcel y apenas 50 en libertad, infiltrada hasta la médula por la policía española y sobre todo por la francesa (que sabe más de ETA que sus propios dirigentes), abandonada por sus padrinos internacionales históricos (los EEUU y el Vaticano, que le han dado apoyo político, financiero y estratégico a lo largo de los años), con sus fuentes de financiación definitivamente cegadas, y con una base social que ha roto la tradicional "omertà" vigente en ese mundo y ya cuestiona abiertamente hasta la propia existencia del grupo terrorista, simplemente carece de futuro.
Llama poderosamente la atención que en el documento comentado ETA se refiera a "los gobiernos de España y Francia", olvidando la cursilada habitual de los nacionalistas de nombrar "el Estado español y el Estado francés". Esto es mucho más que una cuestión semántica: es el reconocimiento formal de que España y Francia son realidades más tozudas (en el sentido marxista) que las fantasías de ETA y sus seguidores, y sobre todo de que si ETA quiere conseguir algún beneficio en esta su hora final (liberación de algunos presos, acercamiento a Euskadi de otros, regreso legal de huídos), va a tener que negociar con gobiernos y no con Estados. ¿Dónde queda la ETA que en los años setenta y ochenta decía que solo negociaría con el Ejército español, ninguneando a los gobiernos democráticos del país?.
Unas horas después del comunicado etarra, Mariano Rajoy reconocía en una declaración pública que no han habido "concesiones políticas" por parte del gobierno español. Obviamente a la perrera mediática y a las organizaciones de agitación social de la derecha española como la AVT, les da igual. Contra toda evidencia, la derecha española seguirá agitando el espantajo de que el Gobierno Zapatero y "los socialistas" han pactado políticamente con ETA cediendo a sus pretensiones, arrodillados ante los pistoleros encapuchados; se ninguneará el papel jugado por Pérez Rubalcaba, el hombre clave en el proceso que ha llevado a la organización terrorista vasca a la posición de debilidad en que está y desde la que no han tenido más remedio que decir que lo dejan; y de aquí a nada, en fin, intentarán convencernos de que fue un gobierno del Partido Popular el que acabó con ETA, siguiendo su costumbre de reescribir la Historia llenándola de mentiras y falsedades. Pero todo da igual hoy. lo único importante es que se acabó ETA, y que no hay vuelta atrás posible para ella.