Lo hacemos, o yo por lo menos con demasiada frecuencia, incluso me atrevería a decir que frivolizamos con mucha facilidad esa mala y arraigada costumbre que tenemos de etiquetarlo todo, sin pensar porqué o para qué.
Cada uno de nosotr@s nos colocamos en uno u otro lugar, dando alas a esta acción de etiquetar.
Generalmente lo hacemos con alevosía, sin el conocimiento suficiente para ser conscientes de la clasificación adecuada que damos, sin saber dónde esta esa persona en un momento determinado, cómo se encuentra, a dónde va… En fin, una serie de cosas que, de tenerlas en cuenta, a buen seguro influenciará a la hora de situar o colocar una determinada etiqueta a una persona.
Me doy cuenta que muchas veces he tenido que rectificar, porque mi primera impresión ha sido errónea y sin justificación coloqué una etiqueta a quién no debía, pasado el tiempo he tenido que modificar y rectificar, casi siempre por precipitación o influido por otras personas.
Nada justifica nada en Mi Camino de Vida, soy consciente que he etiquetado con malicia a personas, con un mal uso de mi conocimiento, a veces con ganas de provocar una situación de malestar hacia ell@s, rechazo, odio… Sin ser consciente del mal que hacía, o del daño que yo mismo me provocaba.
Estamos en pleno siglo XXI y es una vergüenza que todavía exista gente que no tolere la diferencia, todos somos distintos, individuales y con una personalidad única..
Quizás lo hacemos por miedo porque somos ignorantes y cerrados, porque no admitimos a personas diferentes a nosotros, personas auténticas, únicas y nos asustamos, y cómo defensa criticamos y hasta humillamos terminando por etiquetar y clasificarlo todo como auto protección.
Quizá lo único que podemos hacer es pensar dos veces lo que sale de nuestra boca, para no lastimar a nadie y aprender a respetarnos con nuestras diferencias y aceptarnos con nuestras similitudes.
A lo mejor, sólo es que nos quedamos en lo superficial del individuo y verdaderamente, poco nos preocupamos por ahondar sobre, cómo o quién es realmente la persona en cuestión. Ahí es cuando elucubramos los prejuicios que distorsionan la manera con que estamos viendo al otro, a veces, asumiendo certezas absolutas, generalmente equivocadas.
Nos es más cómodo destruir que construir como ya escribí en otro post. ¿No crees?
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