Revista Cultura y Ocio

Etnoeducación, una política para la diversidad CUARTA PARTE

Por Cristián Muñoz Vera
Etnoeducación, una política para la diversidad CUARTA PARTEEtnoeducación Crítrica y Educación Sustentable
Siguiendo la línea de la formación en valores, cada comunidad ha de identificar, interpretar y criticar situaciones de injusticia en la realidad y en las normas sociales que le acontecen. A partir de ello construirán de forma autónoma, racional y dialogante unos principios y una escala de valores que favorezcan la convivencia desde una perspectiva crítica para luego, tomar iniciativas y participar activamente en la construcción de formas de vida más justas tanto a escala personal como colectiva. En este contexto es necesario advertir que una de las grandes problemáticas que nos aquejan en la actualidad es el tema medio ambiental u ecológico.
Vivimos una situación de auténtica emergencia planetaria, marcada por toda una serie de graves problemas estrechamente relacionados: contaminación y degradación de los ecosistemas, agotamiento de recursos, crecimiento incontrolado de la población mundial, desequilibrios insostenibles, conflictos ambientales destructivos, pérdida de diversidad biológica y cultural, etc.
Es preciso, por ello, asumir un compromiso para que toda la educación, tanto formal como informal, preste sistemáticamente atención a la situación del mundo, con el fin de proporcionar una percepción correcta de los problemas y de fomentar actitudes y comportamientos favorables para el logro de un desarrollo sostenible. Naciones Unidas promueve desde 2005 iniciativas que van en esta línea de pensamiento bajo el título de Educación para el Desarrollo Sostenible, que se vincula a los conceptos de ecologismo y promoción medio ambiental.
En el caso de Chile la Ley Nº 19.300 del año 1994, publicada en el diario oficial con el nombre de “Ley de Bases Generales del Medio Ambiente”, define un tipo de educación ambiental bajo los siguientes términos: “proceso permanente de carácter interdisciplinario, destinado a la formación de una ciudadanía que reconozca valores, aclare conceptos y desarrolle las habilidades y las actitudes necesarias para una convivencia armónica entre seres humanos, su cultura y su medio biofísico circundante”.
En este contexto de preocupación la Etnoeducación Crítica, igualmente tiene una óptica de propuesta relevante a compartir en esta materia. Su proposición es indicar que la preocupación por la ecología tiene posibilidades de superación a través de la cosmovisión en las etnias originarias de Latinoamérica.
Antes de que se conociera el término sustentable, los indígenas convivían con su entorno sin destruirlo y hoy luchan para seguir viviendo de esa forma. Por ejemplo la cultura Aymara, nos explica a través de un mito, su vínculo sagrado con la tierra. Cuenta que la Luna (Paxsi) y el Sol (Inti) se enamoraron y fecundaron la Tierra (Pacha), o sea que la madre tierra es hija o producto del amor de la Luna y el Sol; de allí se deriva el nombre Pachamama. Esta tradición cuenta que estamos conectados íntimamente a la naturaleza: Alaxpacha, que es el espacio sideral o universo; Acapacha, el entorno que nos rodea; Taipipacha, que es el suelo donde moramos y Mankh’apacha, o sea todo lo que está dentro de la tierra. Forman parte del Tawantinsuyo (cuatro porciones del mundo). En el caso de la cultura Mapuche, su nombre proviene del vocablo mapuzungun que traducido literalmente al castellano significa Gente de la Tierra, lo que implica, entre otras cosas; considerar que cada mapuche es un Newen, una fuerza natural, pero una fuerza más entre todas las que conforman lo que conocemos como Naturaleza. De allí su vinculo indisoluble con el respeto a la tierra (Mapu).
La transmisión de esta valoración ancestral, es por tanto de una trascendencia que no puede obviarse sin más; la lapidación y falta de valoración incuestionable por parte de la cultura no indígena sobre el medio ambiente hace necesario replantearse cual forma de interacción con la naturaleza es más civilizada. La sobreexplotación indiscriminada de los recursos naturales, ha sido una cuestión no sólo de este siglo; además de ser una práctica sistemática principalmente por las sociedades modernas. Dicho nivel de ineficacia para la salvaguardia del acervo ecológico, así como el despilfarro de los recursos naturales; hacen pensar que las etnias originarias son herederas de una filosofía, cuya racionalidad es superior a la racionalidad instrumental heredada de la Europa colonial. En este sentido, la mirada crítica de la etnoeducación, nos invita promover un enfoque de lo que deberíamos llamar etnodesarrollo.

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