En 1978 fueron declaradas pratrimonio de la Humanidad por la Unesco. Reciben 800.000 visitantes al año y desde el siglo XIII producen sal de mesa. Sus 300 km dan muestra de la importancia que la explotación de la sal ha tenido siempre para el ser humano. Sin sal no hay civilización.
Por Andrés Vegas:
Un moderno 737 me trae en estos momentos de vuelta de Varsovia. Ya hemos debido de abandonar Europa central porque apenas se ven nubes; bueno, más que a nubes en general me refiero a la nube nodriza que todo lo cubre por esas tierras de octubre a abril. Antes, un pequeño Bombardier Q400 de hermosas y ruidosas hélices me cogió de una oreja en Cracovia y me depositó con cuidado en Varsovia. Esos aviones son ruidosos, bajitos, estrechos, incómodos, en vuelo se agitan ellos y a ti te baten al menor golpe de viento. Si llueve ese día, te mojas al subir ya que nunca tienen finger, así que te toca ir en autobús. Pero, con todo y con eso, me gustan… vuelas unos cinco mil metros más bajo que en un avión de turbina con lo que, a veces, puedes ver mejor el paisaje. Pero por encima de todo me gustan por el aroma que tienen a aviación antigua, a la de cuando empezó todo esto de andar de acá para allá, a la de Casablanca y esa memorable escena final en el aeródromo, Rick fuma que te fuma, las hélices del avión agitándolo todo, ruido, tensión, la Bergman con ese llanto contenido y el capitán Renault siempre atento a todo…
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