Fiel a su compromiso de investigar y divulgar en España las prácticas creativas más actuales, LABoral Centro de Arte de Gijón inaugura la exposición Materia Prima. Experimentos en arte digital y ciencia.
Cuarta entrega de 2015 para el proyecto LABlog, el blog de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial de Gijón, en el que tengo el placer de incorporarme como colaborador.
Publicado originalmente en LABlog: 15/11/2015.
“Environment Dress”, María Castellanos y Alberto Valverde. Cortesía de los artistas.
Fiel a su compromiso de investigar y divulgar en España las prácticas creativas más actuales, LABoral Centro de Arte de Gijón inaugura la exposición Materia Prima. Experimentos en arte digital y ciencia. La muestra, concebida como un experimento artístico-científico, hace hincapié en la relación entre arte, ciencia y tecnología, enfatizando la posibilidad de generar conocimiento a través del arte. Del 14 de noviembre de 2015 hasta el 8 de mayo de 2016.
En su célebre libro The Scientific Outlook (La perspectiva científica) de 1931, el filósofo y matemático Bertrand Russell afirma que la ciencia, en sus inicios, se debió a hombres que amaban el mundo. Hombres (y mujeres, añado yo…) que se percataron de la belleza de las estrellas y del mar, de los vientos y de las montañas. Y, precisamente porque amaban todo ello, fijaron sus pensamientos sobre los elementos, las formas y las materias de la naturaleza, tratando de comprender esta última de una manera más profunda, yendo más allá de una simple contemplación superficial.
Conocer las leyes del funcionamiento de la naturaleza, a través de sus descubrimientos, le otorgó inevitablemente a los humanos un poder inmenso para dominar su ambiente. Gracias al poder ínsito en el método y en los resultados concretos de la ciencia, se explicaría, según Russell, el éxito y el prestigio que la ciencia misma ha ido adquiriendo a lo largo de los últimos siglos como paradigma dominante en la explicación de la realidad. La tendencia de la técnica científica consiste, continúa Russell, en considerar la naturaleza y sus componentes, no como simples datos, sino como una «materia bruta», destinada a algún tipo de finalidad humana. La característica más esencial de la técnica científica, en este sentido, consiste en que su forma de conocer procede no de la tradición, sino del experimento. Por lo tanto, para el filósofo inglés, la mentalidad científica – basada en un espíritu experimental – representa la característica más definitoria los tiempos modernos.
Si ampliamos estas consideraciones de Russell, sobre el espíritu experimental como elemento definitorio de la modernidad, al ámbito de las representaciones culturales y artísticas, no es difícil darse cuenta de cómo, a lo largo del siglo XX y en esta primera parte del siglo XXI, la mentalidad científica ha penetrado de manera muy profunda en la cosmovisión del hombre contemporáneo. Desde las inquietudes vanguardistas de las primeras décadas del novecento hasta las formas más actuales de la creación artística digital, algunas de las claves más recurrentes de la teoría y de la crítica de arte han sido, y siguen siendo, conceptos como observación, investigación, innovación, hibridación y, sobre todo, experimentación. En nuestra era digital, la ciencia representa una fuente de inspiración cada vez más importante para los artistas.
Hablando de la relación existente en la era contemporánea entre el arte y la ciencia, cabe recordar una página memorable escrita por Umberto Boccioni en el libro Estética y arte futuristas. En este pasaje el artista italiano sintetiza de manera muy eficaz las inquietudes estéticas del movimiento futurista, enfatizando la necesidad para los artistas de su tiempo de ponerse al día de los grandes cambios técnicos y culturales de la época y de conectar especialmente con la nueva sensibilidad científica. Escribe Boccioni:
«El microbio es perseguido en las insondables profundidades de la materia, estudiado en sus comportamientos típicos, fotografiado y determinado en su individualidad infinitesimal. Decenas de miles de electrones giran en el átomo, separados entre sí como los planetas del sistema solar y, también como ellos, con órbitas y velocidades inconcebibles para nuestra mente, y el átomo ya es visible para nuestros ojos, para nuestros instrumentos ópticos… Se seccionan los continentes, se explora la profundidad de los océanos, se desciende a las incandescentes gargantas de los volcanes… Y los artistas, ¿qué hacemos? ¡Seguimos subdividiendo la naturaleza en paisaje, figura etcétera, etcétera, midiendo la perspectiva de una calle, y temblamos de terror si debemos violentar una luz, trastocar una forma, construir cualquier obra que se aparte de las leyes estéticas tradicionales! Reconozcamos que, si este infinito, este imponderable, este invisible se vuelve cada vez más objeto de investigación y observación, es porque cierto sentido maravilloso va despertándose en los modernos, en la profundidades ignotas de su conciencia» (Estética y arte futuristas, Acantillado, Barcelona, 2004, p. 171-172).
Como se sabe, a lo largo del siglo pasado los límites del arte se han ido expandiendo progresivamente más allá del ámbito meramente plástico, hacia terrenos tradicionalmente ajenos, como la tecnología o la ciencia. A partir de finales de la década de los sesenta, en particular, muchas iniciativas se han centrado, en distintas partes del mundo, en la intersección entre arte y ciencia, comenzando líneas de investigación, producción y divulgación de estas nuevas prácticas creativas.
Gene Gun Hack, Rüdiger Trojok. Cortesía del artista.
Entre otras experiencias, cabe destacar sin duda la mítica exposición Cybernetic Serendipity: The Computer and the Arts, celebrada, entre agosto y octubre de 1968, en el Instituto de Arte Contemporáneo (ICA) de Londres y comisariada por Jasia Reichardt. El discurso de la muestra pretendía reflexionar acerca de la manera en la que las “nuevas tecnologías” de aquel entonces estaban influenciando el ámbito de la creación artística. Siguiendo una planteamiento pionero, que ahondaba en el incipiente papel de los ordenadores dentro del arte contemporáneo, se exhibieron piezas en las que convergían disciplinas tan diversas como la poesía, la música, el diseño gráfico, las animaciones, las máquinas de pintura y los robots. En la exposición participaron, entre otros, Gordon Pask, Bruce Lacey, Nam June Paik (uno de los padres fundadores del videoarte) o Jean Tinguely (conocido entre otras cosas por sus máquinas esculturas).
Otro hito, dentro del ámbito de la investigación de esa zona de hibridación entre arte y ciencia, es la fundación, en 1979, de Ars Electronica de Linz (Austria). A través de sus innovadoras iniciativas (desde la Sky Art Conference en 1980 o el festival de 1992 sobre nanotecnología, hasta la categoría de Arte Híbrido de los Prix Ars Electronica creada en 2007) Ars Electronica ha contribuido de manera determinante al desarrollo de este campo, introduciendo los temas científicos en el discurso teórico y en la práctica del media art.
En este mismo blog, hace unos meses, nuestro compañero LABlogger José Luis Calderón publicó el post A pocos metros entre el arte y la ciencia, en el que proponía una interesante panorámica de la relación entre arte y ciencia en España. A su actualizado repaso hay que añadirle ahora otro evento de indudable importancia en nuestro país. Se trata de Materia Prima. Experimentos en arte digital y ciencia que LABoral Centro de Arte y Creación Industrial de Gijón presenta al público del 14 de noviembre de 2015 hasta el 8 de mayo de 2016.
Comisariada por Gerfried Stocker, Director Artístico de Ars Electronica, Materia Prima es una exposición-actividad compuesta por dieciséis proyectos de artistas individuales y colectivos internacionales. Ha sido realizada a medida para LABoral, teniendo en cuenta su naturaleza peculiar en tanto que lugar para la de creación artística, la educación, la investigación y la participación a la vez. El discurso del comisario pretende ir más allá del formato convencional de la muestra, planteándose como un intento de generar conocimiento a través de obras que se encuentran a medio camino entre el arte y la ciencia. En definitiva, la que se propone al visitante es una exposición experimental o, mejor dicho, un experimento expositivo, colaborativo e interdisciplinar, orientado al proceso.
El título – Materia Prima – recuerda inevitablemente a esa materia bruta primigenia de la que habla Russell. Sin embargo, en nuestra época actual, que, utilizando la célebre definición de Jeremy Rifkin, podríamos llamar también era del acceso (La era del Acceso, 2000), el concepto de materia prima, entendida como recurso primario de las actividades técnicas humanas, adquiere también un significado intangible. Como se sabe, hoy en día, los datos son posiblemente el recurso primario más valioso para muchas empresas de servicios que desarrollan sus exitosos negocios en el web 2.0 (como, por ejemplo, Google o las más conocidas redes sociales activas en Internet).
El equipo de ARTSAT: Art and Satellite Project. Cortesía: Ars Electronica, 2015.
El experimento expositivo de Materia Prima se articula en seis laboratorios temáticos, abiertos a la observación y a la participación del visitante: BioLab (Laboratorio de biociencia); FabLab (Laboratorio de fabricación digital); DataLab (Laboratorio de Datos); Laboratorio de visualización; GeoLab y Philosophy Lab (Laboratorio de filosofía). Estos laboratorios han sido creados para agrupar las obras en función de los diferentes fenómenos elegidos por los artistas. Los proyectos abordan temáticas científicas diferentes, como, entre otras, la ingeniería genética, como en el caso de Drosophila titanus de Andy Gracie, en el que se pretende criar una especie de mosca de la fruta (drosofila) que en teoría estaría capacitada para vivir en la mayor luna de Saturno, Titán; la relación entre la máquina y el humano, como en Environment Dress de la artista asturiana María Castellanos y el madrileño Alberto Valverde, que proponen prendas de ropa con dispositivos sensoriales, o la recopilación de datos, como en el caso de ARTSAT1:Invader, el primer satélite artístico de la historia, enviado al espacio el 28 de febrero de 2014 bajo la dirección del equipo ARTSAT: Art and Satellite Project, cuya misión incluía entre otras cosas la captura y transmisión de datos de imagen y la comunicación con el control de tierra.
AGRIEBORZ, Nick Ervinck. Cortesía del artista.
Para todo apasionado de la interacción entre arte y ciencia, así como para el público en general interesado en conocer las tendencias más innovadoras y experimentales del arte actual, la visita de Materia Prima. Experimentos en arte digital y ciencia representa una cita imprescindible. En la página web de LABoral Centro de Arte se puede consultar también el interesante Programa de actividades paralelas a la exposición.
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